Carolina abandonó mi departamento hace unos minutos, pero pareciera que no se hubiera ido; su perfume quedó marcado en cada partícula de aire dentro de mi oficina, donde hace poco decidimos nuestras rutas para mi álbum.
Esta mujer me volverá loco.
-¡Las fotos! - Exclamo para mi mismo. Se me habían olvidado las fotografías que nos tomó Cleo en mi arranque de cursileria. Pero no me arrepiento, debería ser cursi y romántico más seguido.
Enciendo la cámara y la conecto a mi computador para poner las imágenes en modo "presentación". Las fotos se proyectan de inmediato sobre mi telón.
Cada una es mejor que la anterior. Debo admitir que Cleo tiene buen ojo para capturar el romance.
Pero hubo una que resaltó entre todas las demás: Carolina y yo nos estábamos abrazando, ella tenía apoyada su cabeza sobre mi hombro, una de mis manos rodeaba su espalda baja y la otra se posaba en su cabello. Hice un acercamiento al rostro que Carolina, que quedaba bellamente expuesto al lente de la cámara; sus ojos estaban levemente abiertos, se mostraban llorosos, sus mejillas estaban coloradas, sus labios estaban rojos por los besos que nos dimos y su cabello acariciaba el contorno de su rostro.
Es muy hermosa... La foto.
¿A quién quiero engañar?
¡Ella es hermosa!-Alemania.- Dije en tono "soñador". Carolina desea ir a Alemania; iremos directo al Muro de Berlín.
Quiero partir cuanto antes, tenemos que organizar el viaje. Pero no tengo su numero, estuvo acá horas y en ningún momento le pedí su numero. Que idiota soy.
Me pongo mi chaqueta y salgo de mi hogar. Cuando Carolina se fue, eran las siete de la tarde. El día se fue volando con ella a mi lado.
Voy al ascensor que por azares del destino está vacío. Oprimo el botón del quinto piso. Las puertas se abren junto a un sonido metálico y extraño, no le quiero poner atención a ese detalle.
Ante mi hay un desfile de puertas con números pares e impares.
-Eres un idiota, Tomás, la vienes a buscar pero no sabes en que departamento vive. Idiota, idiota, idiota...-Murmuro para mi a la vez que paso mi mano por mi cabello, estoy frustrado.
-Idiota, idiota, idiota... --Pareces un idiota hablando solo.- Ahora puedo reconocer esa voz a donde quiera que voy.
-Carolina... Te estaba buscando.- Le dije cuando la tuve al frente mio. Iba con un suéter y una bufanda; hace algo de frío.
-¿Buscándome? ¿Para qué?- Pregunto curiosa. Escuche como a mis espaldas se abrían las puertas del ascensor.- Ven, dímelo en el camino, voy a la azotea.- Me dice al momento de agarrar la manga de mi chaqueta y arrastrarme al interior de la máquina.
-¿A la azotea? -
-Si... Quiero pensar.- Susurra antes de apoyarse en una de las paredes del ascensor.
Pulsé el botón del último piso. Y me apoyo en la pared contraria a ella, fue entonces cuando decidí detallarla mejor; pantalones de mezclilla, suéter en degradé de tonos grises y una bufanda blanca.
-¿Qué sucede? - Me pregunta.
-Nada, nada, tranquila.- Le respondo con nerviosismo.
-Ah... - Suena decepcionada, pero aún así me sonríe.
Pero... Sus ojos no se achican, sus comisuras no se curvan por completo, sus hoyuelos no aparecen... Es una sonrisa falsa.
¿Por qué? ¿Qué apagó su sonrisa? ¿Fue algo que dije? ¿O algo que NO dije?
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Elegí amarte por el resto de mis días...
RomanceAlrededor del mundo hay muchas historias, la mayoría de amor. Pero gracias a los libros, películas, teleseries, etc; muchos tienen una idea equivocada del estereotipo amoroso. Yo vengo a narrar historias de amor que puede que hayan sucedido... Mucha...