Una de las cosas que odiaba, pero de sobremanera, es el como queda la ropa luego de una sesión de "anti-estrés", como él acostumbraba llamar a los encuentros en algún cabaret cercano al centro de la ciudad, con alguna mujer sedienta de dinero, y él cargado de adrenalina.
Salió de ese lugar de poca iluminación pero destacada reputación, y sintió de inmediato el cambio de ambiente; el aire ahora es fresco y huele a gasolina, el de adentro estaba cargado de sudor, inciensos "afrodisíacos" y perfume barato.
Nuestro protagonista caminó una cuadra para así llegar a su auto, no acostumbraba aparcar al frente o muy cerca de esos lugares. Solo debía cruzar la calle, ingresar la llave y manejar a su casa para terminar el documento que irá al folio del gerente con la portada de las nuevas tendencias en ropa de otoño. Su trabajo como editor de la revista "Cada vez más" no es complicado, pero si es largo. Conlleva más creatividad que trabajo técnico.
Procede a anudar correctamente su corbata en perfecta combinación con su traje; pero esta acción le quita toda su atención a los pasos que lo guían directamente a su auto. No pudo recrear el nudo, así que se quitó su corbata e intento quitarle los embrollos que causó Katie, una mujer sin nada de delicadeza y mucha "pasión incontrolable".
Un zumbido se hace presente en su cavilaciones, el repentino ruido se hace más y más fuerte, más cercano. Su mirada recorre el lugar tratando de descubrir el origen del molesto sonido. Una potente luz, proveniente de la esquina de la cuadra, recae en sus ojos marrones, tanto así que lo deja encandilado. La luz la origina un foco, no es tan grande como para ser de un auto, ni tan pequeño como para ser de una linterna. Manchas tenues de colores bloquean su visión; no pudo retroceder más que un paso antes que una moto pasara por delante de él, sacudiendo con la ventisca generada por la velocidad su cabello y haciendo volar su corbata, la cual sigue en un mudo serpenteo aéreo la trayectoria del vehículo de dos ruedas que ahora se pierde al final de la calle.
Las manchas de tonalidades azules y verdes cesan, dejando en evidencia el largo y rojo cabello de la conductora de la moto; no pudo apreciar su rostro, le cual va oculto por un reluciente casco negro con estrellas dibujadas a mano en color blanco y lila.
Cuando ya no había ni el menor rastro de la causante de su casi atropello, recoge su corbata y retoma su camino al auto; ni siquiera se molesta en sacudir el trozo de tela, mucho menos intenta rehacer el nudo. No, él enciende su vehículo crea una ruta en su mente para llegar a su hogar.
Seguramente el rojo quede perfecto como fondo en la revista.
Un cielo negro con estrellas blancas y violáceas como resaltante en las grandes letras.
Letras góticas, largas y oscuras, pero llamativas.
Una luz tenue que rodee a la modelo.
Tonalidades naranjas, rojas y azules en un fondo negro en degrade con morado.
Esos eran los pensamientos e ideas que surgían en la mente del hombre. Ese casi atropello le dio buenas recomendaciones inconscientemente.
O tal vez deba dejarlo en el formato original...
Con eso, silenció los recuerdos de la melena roja y el ronroneo de la moto de su desconocida dueña.
***
Al abrir la puerta, esta provocó un sonido agudo y molestoso, el rechinar de las bisagras fue el perfecto recordatorio de su olvidada labor de echarle aceite a la articulación de metal.
Cerró con apuro la puerta y se dirigió al auto, llevando consigo una carpeta con los documentos necesarios para la edición y realización de la portada. En su billetera lleva un pendrive con una presentación en la cual se muestra el proceso de elaboración de la imagen que de ahora en adelante, y con un poco de suerte, llevará y distinguirá a la revista.
Tiró al asiento trasero los documentos que se veían protegidos por la carpeta y encendió el auto. Arrancó en la primera oportunidad y se fue por la calle central.
Apenas el semáforo cambio a rojo utilizó el pequeño "descanso" e intentó anudar su corbata de color azul metálico. Lo logró sin tapujos y pronto sus manos se encontraban de nuevo en el volante para dirigir el vehículo a la derecha. Mala decisión.
El tráfico era enorme y apenas pudo colocar el auto en la calle sin quedar a la deriva en la esquina, perfecta condición para un choque.
Bajó el vidrio de su ventana y apoyó su brazo en el marco. El imprevisto ruido de las bocinas y de los improperios utilizados por los conductores menos pacientes o muy apurados lo aturdió de sobremanera. Pero no cerró la ventana, en cambio marco al gerente.
-¿Hola? - El hombre se preguntaba si su voz se escucharía en medio de tanto alboroto.
-Buenos días Fowler, ¿Qué tal está el tráfico esta mañana? -
La voz de su superior sonaba abarrotada de ruido. Con un sonrisa irónica, contestó:
-Está increíblemente vacío, señor, tanto que llegaré en cinco segundos.- Su sarcasmo fue evidente. El gerente le respondió con una risotada.
-¡Y vaya que te creo! Mejor mira a tu derecha, dos autos más adelante.- Exclamó y colgó la llamada. Nuestro hombre siguió las indicaciones de su gerente, encontrándose con la figura de su superior en el mismo estado suyo.
Tal vez ya no sea tan necesario llegar a tiempo.
Guardó su celular en el bolsillo de su chaqueta y se pasó la mano por su cabello castaño, en claro gesto de aburrimiento e impaciencia.
El fuerte sonido de un motor provoca el virar de la mirada de algunos conductores incluyendo al castaño y su gerente. Justo por en medio de la calle, en el estrecho espacio que dejan las hileras de autos, pasa una moto increíblemente familiar para Fowler.
La misma moto, el mismo casco, el mismo cabello de fuego.
Pasó por al lado de su auto, y casi puede jurar que vio su propio reflejo en lente del casco. Siguió con la mirada la silueta femenina montada en una endurecida moto, abriéndose paso entre el tráfico, llevándose la mirada de los transeúntes y de los conductores; algunos obsesionados con su presencia, otros molestos por la exagerada diferencia puesta por el vehículo de dos ruedas que no aguantó el atasco junto a los otros. Fowler queda en un grupo aparte, en donde la curiosidad sobre quién es aquella joven, o mujer de ser el caso, de llamativos cabellos rojos.
Por arte de magia, o resolución de los problemas técnicos, los autos comenzaron a avanzar, desvaneciendo el atasco.
Por suerte no descarté la idea de destellos rojos en el fondo negro.
Fowler comenzó a conducir, siguiendo el auto de su gerente. Entre ambos presentarán la idea. Solo que la mente de nuestro castaño se fue de viaje en aquella moto junto a esa pelirroja.
~°~°~°~°~°~°~°~°~°~°~°~
Aquí está la tercera historia, ¿os interesa?
Ya he entrado al colegio, por esta razón puede que las actualizaciones tarden más de lo normal (lo cual ya es mucho).
Lamento inconvenientes así. Pero intentaré hacer todo lo posible.
Hasta el siguiente capítulo 😘
ESTÁS LEYENDO
Elegí amarte por el resto de mis días...
RomanceAlrededor del mundo hay muchas historias, la mayoría de amor. Pero gracias a los libros, películas, teleseries, etc; muchos tienen una idea equivocada del estereotipo amoroso. Yo vengo a narrar historias de amor que puede que hayan sucedido... Mucha...