2. Manos de Dios.

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¡Despierte, agente Jhonson! ¡hora de empezar su día! —gritó el despertador con su voz electrónica.

Me senté y froté uno de mis ojos.

Lunes, 5:00 AM. —marcaba el reloj.

Hora de empezar el día.

¿Activar tiempo para comenzar reto vespertino? —dijo el despertador.

Me levanté— activar tiempo.

Reto vespertino activado la televisión se despegó de la pared mecánicamente hacia adelante mostrándome el número "15" en letras verdes—. ¡Inicio! 15, 14...

Corrí a máxima velocidad hacia mi clóset. Pantalones y blusas salían volando en el acto de buscar mi uniforme de entrenamiento de el lunes. Bingo.

11, 10...

Quité mi blusa de dormir junto con mi pantalón de tela dejando mis calcetas nuevas puestas que me había puesto antes de dormir y me coloqué la blusa azul marino con el símbolo "Z" en mi pecho.

8, 7...

Tomé mi pantalón deportivo y literalmente salté dentro de el.
Corrí hacia mi zapatera y me puse mis botas militar negras en un segundo. No tienen agujetas así que no me esforcé tanto.

4, 3...

Con un ágil movimiento tomé mi cabello y me hice una coleta apretada y me peine mi cabello con los dedos.

—¡Reto finalizado! —grité agitada.

1 segundo de sobra, agente. Mejora para la próxima. —la pantalla se apagó y volvió a pegarse a la pared.

—Si, si. Como usted diga, pedazo de ojalata...

Por último lavé mis dientes.
Bajé las escaleras, tomé una manzana de el comedor y fui directamente a el ascensor donde se encontraba un pequeño robot que me llegaba a la cadera.

Buenos días, agente Jhonson. ¿me permite darle una botella refrescante de agua para su entrenamiento? dijo con una voz elegante.
Este robot siempre me ha gustado, no como el odioso de mi despertador.

—Por favor. —respondí con una sonrisa.

Se dirigió a su pecho de metal con su mano robótica y abrió una puerta que se encontraba ahí y con el otro brazo sacó una botella helada, la extendió y la tomé.

El ascensor paró y se abrieron las puertas.

Que tenga un buen día. dijo con amabilidad y salí del ascensor.

(...)

—¡64, 65! —me gritó mi instructor. Aprete mis dientes con cansancio e hice las lagartijas a la vez que contaba. Unas gotas de sudor bajaban por mi frente. Mis brazos estaban empados de sudor y el cuello igual— ¡VAMOS, DEBILUCHA! ¡MAS ABAJO! —gritó. Posó su inmensa regla de madera en mi cabeza y la presionó haciendome bajar mas y caí a el césped— ¿A esto le dieron el puesto de mejor agente joven femenina? Me repugnas... ¡LEVANTATE Y DAME 60 LAGARTIJAS MAS! —golpeó con su regla mis chamorros y gemí de dolor. Se acerco a mi—, pero quiero la mitad con una sola mano —sonrió—. ¡MUEVETE!

Y así empieza mi día ¿lindo, no?

Básicamente todos los días me levanto y me visto a contratiempo, bajo a las 5 AM y hago mis ejercicios aguantando los gritos de el dictador de homero, homero explota mis músculos, querer que alguien me dispare en el cráneo para acabar con el dolor que siento en mis músculos, ir a clases particulares a las 7 AM, dormir y repetir lo mismo al día siguiente. Excepto los sabados y domingos que es cuando cambio mis ejercicios por una buena rutina de entrenamiento de espía a contratiempo.
¡Oh! Sin olvidar el estudio ya que soy joven y las demás clases de cajón como actividad.

Y los adolescentes comunes sufriendo...

—Bien. Sobreviviste a unas simples lagartijas. Ahora quiero 69 zancadas y 83 burpees... ¡MUEVETE! —gritó e hice lo que ordenó.

Y diran ¡Wow! ¡entonces eres una fisiculturista para hacer esos entrenamientos todos los días! Pues no. Homero me da solo los lunes y viernes y descanzo una semana mas -gracias a Dios- si no sería mas fuerte que 99 fisiculturisras juntos. Los demas días me da un hombre que se compadece de mí y me hace hacer ejercisios que la gente comun hace y eso me alegra. No quiero a 2 Homeros en mi vida.

—Más rápido —golpeó mis chamorros de nuevo e hice de nuevo una cara de dolor. ¿que tiene ese señor con mis chamorros?—. ¡Apenas vamos calentando!

Y bueno. Para que narrarles mi sufrimiento.

(...)

Me lancé encima de la camilla boca abajo.

—¿Homero? —preguntó Connor acercándose con la crema masajeadora. Asentí con la cabeza aún con la cabeza hundida en la almohada.

—Ese tipo es el diablo con apariencia de humano. —Connor rió y negó con la cabeza.

—¿Cuántos puntos te dió? —preguntó y masajeó mis chamorros y la parte de arriba haciendo que me relaje. ¡Dios! Connor es un Dios del masaje.

—78 puntos. ¡Auch! —exclamé cuando presionó muy fuerte mi parte interna de la pierna.

—Lo siento. Es que tienes esta parte muy tensa.

—A Homero le gusta el entrenamiento en las piernas.

Sentí un ardor relajante a causa de a crema.

—¿Qué hora es? —pregunté alarmada.

—Las 6:40, tenemos tiempo —dijo relajado, siguiendo con su trabajo. Suspiré aliviada—. Volteate.

Me volteé y me arremangué mas el pantalón deportivo mientras miraba lo concentrado que estaba Connor.

Connor es el mejor compañero y colega que he tenido —y el único que tengo— de casi toda la vida. Ambos tenemos la misma edad y nos conocimos cuando teníamos 11, cuando entramos por primera vez a la agencia.
Connor tiene el pelo castaño despeinado algo largo, piel color canela y ojos miel claros (los cuales envidio al yo tener ojos oscuros).

Él era el mejor agente masculino y el agente (HOMBRE) favorito de papá hasta que Payne se llevó una parte de él que lo impidió continuar.

Connor no tiene una pierna.

En su lugar tiene una prótesis de metal, pero la controla con facilidad.
Todos sentimos que él ya no fuera mas un agente pero se quedó en la agencia sirviendo de maneras distintas; por ejemplo como asesor y consejero de los nuevos agentes, entrenando a los ya muy avanzados agentes hombres y solo por presumido me hace siempre masajes en las piernas cuando entreno con homero ya que siempre le recuerdo que hace unos masajes excelentes.

No es mi culpa, es que tiene las manos de un Dios.

—Se que hago unos masajes excelentes pero no te duermas, por favor —dijo y sonrió arrogante. Le pegué una patada—. ¡Auch! —gritó en un susurro y sonreí— bien... —dijo entre suspiros— vamonos.

Me senté y desarremangue mi pantalón, Connor ayudó a bajar para no lastimarme y fuimos a clases.

Me duché antes de el masaje, tranquilos.

Noté que el también se había duchado ya que tenia algunos cabellos mojados pegados en la frente.
Connor a pesar de no tener una pierna sigue entrenando su otra pierna y los músculos de los brazos.

Nada detiene a ese mediocre.

—Agente Jhonson. Agente Stone. —saludó el jefe.

—Buenos días, señor. —saludó Connor con firmeza.

—Ibamos a clases, señor. —dije también firme.

—Claro, claro. Solo tengo que hablar con usted después de que termines. Buscame en mi oficina. —dijo serio e intimidante como siempre.

—Entendido, señor. —dije, hice el saludo militar y de nuevo comencé a caminar con Connor.

—¿Estas en problemas? —preguntó.

—No lo se. —dije dudando.

¡Cuidado! espía encubierta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora