6. Café y té.

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La cafetería.

Lugar donde huele a café cargado y el cansancio, la somnolencia y la idea de la muerte prematura no suene tan mal después de todo se hace presente.

El lugar no estaba nada mal después de todo. Era grande, más porque los agentes profesionales, que no estaban en misiones al exterior, no desayunan (si es que lo hacen) a la misma hora que los "novatos agentes en proceso" así que la cafetería resulta más espaciosa cuando está sola.

Odio la cafetería.

Con su mano derecha dejó en la mesa de la cafetería, en donde estábamos desayunando, una arma de fuego hermosísima. Yo quedé con la boca abierta.
Connor sonrió de lado con mucha arrogancia.

—Es la nueva 3018 MK-Ultra. 5 veces más delgada, 9 veces más potente que cualquier arma de fuego.

Era color negro mate, su tubo de escape donde salían a toda prisa las balas era muy ancha como 4 dedos de ancho y de material muy resistente a cualquier cosa ya sea muchos grados bajo cero o al contrario MUCHOS grados arriba. En la parte de arriba era genial ya que no tenía la misma forma plana de siempre. No. Tenía picos adornados detalladamente hermosos como si un escultor alemán los hubiera tallado en toda la parte de arriba simulando un real dragón de fuego (apodado así por muchos de los deseosos por esa exquisita arma).

—Más ligera de lo que te puedes imaginar y más destructiva de lo que puedes solo soñar. —con su mano la pasó frente a mis ojos y con un movimiento, como si estuviera en una película de vaqueros, guardó su preciosa arma en sus pantalones.

Oh, ¿quieres jugar?

Con ambas manos saqué de los cinturones de mis ambos tobillos dos especies que aparentaban ser dos tubos de metal y acero como si fueran linternas pequeñitas del tamaño de un bolígrafo.
Presioné uno de los dos botones y de el tubo salió un láser color azul en forma de estrella de 4 puntas muy alargada de el tamaño de una espada, en ambos.

—Últimate láser 2000, la última de el mercado. —Connor al igual que yo con su bonita arma se quedó sorprendido.

Presioné el segundo botón de ambos tubos y el láser azul se metió en él para salir, de el mismo tamaño de el láser azul, ahora llamas de tonalidades rojas, naranjas y amarillas muy muy candentes.

Igualmente le pasé mis dos armas por sus ojos, la apagué frente a él, su ceño se frunció y su quijada se marcó.

Rápidamente recargó su arma y me la colocó entre la ceja, y yo a la vez coloqué una de las mías justo en la manzana de su cuello con el dedo en los botón de las candentes llamas.

—Te volaré los sesos. —advirtió con seriedad aun con su ceño fruncido.

—Haré que escupas fuego, niño bonito. —añadí con agresividad.

Ambos quitamos nuestras cosas uno del otro. Empujé a Connor con mi codo y él a mi.

—No nos asesinemos. Somos profesionalistas y no nos comportamos como tal. —sugerí con total seriedad que la situación lo sugería.

—Limpiar sangre de las sillas es horrible. —dijo Connor con disgusto dando un punto para no mutilarnos.

—Y yo no apretaré el botón porque no quiero sesos en mi comida, si es que tienes. —con indiferencia y seriedad argumenté y Connor me golpeó de nuevo.

—Agente Jhonson, el agente Gordon requiere hablar con ustéd un momento. —de repente el androide azul llegó a interrumpir con un aviso.

—En un momento. —la hojalata hizo una sutil reverencia y se marchó.

—¿El androide es nuevo? —Connor preguntó y se llevó una taza de café a su boca.

—De la agencia de el norte. Lo despidieron de ahí. —rápidamente respondí y me levanté devorando un poco de mi desayuno antes de irme.

—Adios. —se despidió Connor cuando ya casi me había ido corriendo.

—¡Adios! —me despedí corriendo.
Lo último que vi de Connor fue media sonrisa llevando nuevamente su taza de café a su boca.

Cuando salí de la cafetería un robot extraño me dio la bienvenida mostrando donde se encontraba Gordon el cual estaba parado sonriendome de lejos saludandome.

—Buenos días, agente Jhonson. —sus mejillas rosadas hacían notorio la ventisca de la mañana. Venía con traje formal y con un sombrero elegante. Aun tenía su saco de algodón lo cual significaba que acaban de entrar a la agencia.

—Buenos días, Gordon. —lo saludé de regreso cortezmente.

—¡Oh, basta de cortecía! Caminemos por la agencia, ¿quieres? —sorpresivamente preguntó y comenzamos a caminar.

Primero dimos paso a la parte donde los agentes estaban entrenando como si en un gimnasio normal se tratase.
Unos entrenaban con pesas (la mayoría mujeres) grandes, medianas y pequeñas. Algunos de los varones entrenaban con barras y otros hacían lagartijas complejas.

—Todos entrenan duro, ¿verdad? Todos con la misma causa que tú —comentó. Me quedé confundida—. Dominic Payne nos ha causado problemas entre todos nosotros. Hasta los más entrenados agentes han sufrido por la cabeza de su grupo. Él. —dijo con seriedad. En el poco tiempo que llevaba conociendo a este hombre, nunca había sonado tan triste.

—Señor, ¿podría preguntarle por qué yo? —pregunté al fin lo que llevaba en la cabeza por días— Digo, sin ninguna intención de hacerle creer que no soy una buena agente, no se por qué considerarme a mi como espía enviada encubierta a la escuela cuando mejores agentes podrían ser postulados.

—Tienes buen corazón. Hay algo en ti que me agrada —me miró con gracia. Lo miré con una ceja levantada y los brazos cruzados haciendolo reír un poco—. Está bien, está bien. Payne sabe que estamos enterados de qué es lo que hizo en esa escuela. Creé que enviaremos a nuestros agentes fuertes. Nuestra armadura pesada. Para investigar que fue lo que hizo porque sabe que es capaz de hacerle a nuestros mejores agentes y nos tenderá una trampa.

—Payne es maligno y audaz, pero es tan predecible. —dije entendiendo su punto.

—Exacto. Entonces, ¿quien podría imaginas que, después de tanto daño que nos ha hecho dejando soldados caídos enviaríamos a una adolescente a investigarlo? —preguntó sonriendo satisfecho. De inmediato pensé en Connor.

—Payne no sabe que tenemos una compañía de agentes jóvenes. —sonreí sorprendida a lo que asintió con la cabeza.

Ahora pasábamos por la segunda fase en la cual los agentes dotados no en combate, si no en destreza practicaban en cada una de sus computadoras especializadas, otros intentaban desarmar explosivos a contra reloj y unos sólo componían sus mejores ideas para próximos proyectos ya sean armas, armaduras e incluso robots o androides.

—¿Qué mejor que enviar a nuestra mejor agente joven? —sonreí ante su halago. Que tipo tan agradable. Nos detuvimos y se posó delante mío— Iniciaras a partir de mañana con tu misión. Un helicóptero de la agencia te llevará hasta tu destino y ya tenemos arreglado tu vivienda, que está cerca de la escuela y frente a una deliciosa tienda de helados de yogurt si me permites opinar, sin preocupaciones ni remordimientos.

Con una reverencia con mi cabeza agradecí.

—Ahora, si me permites, necesito supervisar ésta area de súper cómputo y tecnología avanzada de los jóvenes agentes. Deberíamos tomar una taza de té un día de estos. —se despidió graciosamente levantando su sombrero hacía arriba y volviéndoselo a poner, llendose.

¡Cuidado! espía encubierta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora