Prólogo.

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Voy camino a la biblioteca a buscar el libro de Física. Estoy agotada y mientras paso por los pasillos no dejan de murmurar cosas sobre mi vestimenta o mis tatuajes que tengo en el brazo y mano. Gente de mierda.

Es como si nunca vieran un tatuaje. Claro si fuera en un hombre sería distinto ¿no? Pero como es en una mujer, las cosas cambian. Machistas de mierda.

No soy una persona de amigos, no es como si los necesitara, solo no me gusta tener a gente hipócrita que dice -"oh, pero mira que lindos tatuajes. ¿que significa? ¿por que te lo has hecho? ¿duele? Genial, yo también quiero uno."- como si de verdad les interesara y solamente lo hicieran de pura cortesía.

La verdad no me molesta, solo que no me gusta cuando se quieren hacer los amistosos conmigo y resultan ser fastidiosos y falsos. Me apesta.

Perdí la noción del tiempo y no me había dado cuenta que ya había llegado a la biblioteca y buscado el libro. Estaba tan sumergida en mis pensamientos, que mi cuerpo había actuado como zombie. Si seré bien idiota.

Voy saliendo de la biblioteca cuando me encuentro con Thom. Vive cerca de mi departamento y de vez en cuando nos venimos juntos al instituto. Es una de las pocas personas que no me discrimina y crítica. Es algo parecido a un amigo. Yo lo llamo "El conocido más cercano." 

Nos saludamos y hablamos como nos ha ido en el día.

—Mely, hoy tienes una carrera ¿verdad?

—Sip. ¿quieres ir de nuevo?

—La verdad es que sí. Es genial verte ganar. Además me entretengo, ya que no tengo nada más que hacer esta noche. —Reí ante su comentario.

—Bien, no hay problema. Hablaré con Mike. ¿quieres ir como mi copiloto o solo espectador?

—Prefiero ser espectador. —Reímos y seguimos caminando y conversando animosamente.

***

Ya había llegado la noche y yo estaba terminando de vestirme. Lo típico. Un pantalón negro ajustado, unos botines negros, una blusa de tirantes blancas, mi infaltable gorro negro y mi chaqueta de cuero negra.

Salí del departamento y me dirigí al estacionamiento a buscar mi Camaro SS gris brillante. Me lo compre cuando tenía quince años con el dinero que ganaba en las pelas clandestinas; desde entonces que corro con el.

Pasé a buscar a Thom y nos dirigimos al lugar en el que íbamos a correr. Todo tenía que ser cuidadoso y precavido, ya que en cualquier momento la policía nos podía encontrar antes de iniciar una carrera.

Llegamos y me encuentro con Mike.

—Hola Mike. ¿Que tal va todo? —Lo saludo.

—Bien, todo bien aquí Annie. ¿Traes acompañante? —Preguntó refiriéndose a Thom que estaba detrás de mi.

—Así es. No estará como copiloto, solo será espectador. —Le dije seria. Sabía que a Mike no le gusta que lleven espectadores, pero Thom era de confianza. Una vez lo había llevado como copiloto, y no dijo nada. Pero ahora era distinto; él iba a ser espectador. 

—Mm... Bien Annie. Lo dejaré, pero ya sabes ya. El habla y estás fuera por un tiempo.

—Lo sé Mike. Y tu también sabes que no soy de confiar en cualquiera.

—Mas te vale que en este momento no sea la hormona que esté hablando por ti. —Se acercó un poco más a mi y me susurró. —Por que aquí entre los dos. Está harto bueno tu amigo. —Lo empujo por el hombro y me río a carcajadas junto con el.

BrutalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora