☁Monster☁

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— ¿Estás bien?—preguntó Braeden alarmada mientras observaba a Derek cogerse el cuello con una mueca de color en el rostro apoyándose contra el coche.

— Te diría que si...—dijo él con la voz adolorida.— Pero te estaría mintiendo.

Ella se acercó y le apartó la mano del cuello para ver una enorme mordida en el cuello del hombre lobo. Lo miró extrañada y preocupada a la vez.

— ¿Qué diablos te ha hecho esta mordida?—preguntó alarmada mientras remarcaba el "qué.

— No sé que era esa criatura.—respondió.— Pero definitivamente su mordisco es venenoso, al menos les afecta con gravedad a los hombres lobo.— Su respiración se tornó pesada y superficial, perdió las fuerzas y empezó a caer resbalando contra la puerta del coche contra el que se estaba apoyando.  

— Eh-eh-eh, Derek.—lo llamó mientras lo cogía para que dejará de caer, pesaba demasiado pero aún y así lo logró mantener de pie sin que cayera contra el suelo. Con cuidado, Braeden lo colocó sobre el suelo, acto seguido se sentó en el suelo, poniendo la cabeza de este sobre sus piernas y le acarició la cara con cuidado.— ¿Sigues ahí?

— Si, si...—dijo cerrando los ojos, sintiéndose cada vez más cansado y adolorido. En ese instante hasta la mismísima vida le pesaba y le dolía.—  Tranquila...—después de eso murmuró algo totalmente inteligible desde la inconsciencia.

✸✸✸

  — Vamos, Derek, no te hagas el macho y déjame verte la nariz.—dijo una voz femenina justo detrás suyo. Derek se apretó la nariz una vez más con fuerza, aún le dolía, no se había curado del todo, la mirada de Derek se centró en la pelota de baloncesto que estaba a sus pies, en el suelo de madera del gimnasio del instituto Beacon Hills. La chica suspiró con pesadez, sin comprender porque el joven Hale se negaba a darse la vuelta.— Derek como no te des la vuelta ahora mismo, me daré yo misma la vuelta y te dejaré aquí solo.

— Está bien, tú ganas.—respondió él dándose la vuelta mientras levantaba una de las manos a modo de rendición y se sujetaba la nariz sangrante con la otra.— No hace falta que seas así.

No respondió a la burla de Derek y le apartó la mano de la nariz, la cuál ya apenas sangraba por no decir que no sangraba. Con cuidado le tocó la nariz, al chico ni le dolió ya se había curado.

— No parece hinchada.—dijo mientras acercaba sus rostros, él sonrió.— No sonrías así.—se quejó antes de pellizcarle la nariz. Derek soltó un "Ay" que resonó por todo el gimnasio. La castaña rió.

— Ves te dije que no era nada.

— Eso no quita que me preocuparas, idiota.—rodó ojos.— Te dije que era mala idea que jugáramos al baloncesto, soy malísima.

— Eres pésima jugando al baloncesto pero ha sido divertido.—respondió él dando un paso hacia ella.— Excepto cuando me has dado con el balón.

— ¡Podría haberte roto la nariz!

— Ya pero no lo has hecho.—replicó él, antes de cogerla por la cintura y darle un beso en los labios, ella alejó la cabeza separando sus labios, Derek los volvió a unir mientras que la chica los volvió a separar.— Tranquila, Paige, estoy bien.

— Lo sé, pero es que tus labios saben a sangre.—rió dándole un pañuelo que llevaba en el bolsillo. Derek tomó el pañuelo y se acercó a las gradas para coger una botella de agua y mojar el papel antes de pasárselo por la cara limpiándola. La chica se sentó en las gradas y lo observó limpiar la sangre que le quedaba en el rostro. Una vez limpio, él se acercó a Paige y junto sus húmedos labios con lentitud.

✔ᴛᴇᴇɴ ᴡᴏʟғ☁ᴄʜɪsᴛᴇs & ᴏɴᴇsʜᴏᴛs; 3.0✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora