d i e c i o c h o.

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Querido hijo:

No soportaste la quimioterapia.

Te desesperaste por el dolor y lo arrojaste todo al suelo.

Entraste en pánico, tus ojos se enrojecieron y apretabas tu cuello con tus manos.

Aquí estoy, en un asiento del hospital.

Preguntándome porque la vida es siempre tan injusta.

Querido hijo: No te mueras. [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora