Narra Erika
Andaba camino a la tienda de Undertaker. Las calles, repletas de gente, era extraño, aunque era Sábado; por lo que las estrechas calles colapsaban por gente, paseando, comprando, etc. Iba tranquila, no tenía prisa en absoluto. El viento acariciaba mis mejillas, qué, aun habiendo un cielo azul, libre de nubes, hacia cierto viento.
Eran cerca de las tres de la tarde, yo ya había comido por lo que salí pronto de casa. No me gustaba estar encerrada todos los días en casa. Estaba a una calle de la tienda, en seguida llegué, era una tienda relativamente pequeña a primera vista pero tras ella se yacía la casa del susodicho.
Toqué varias veces la puerta para seguidamente abrirla y entrar.
—¿Hola? Estás aquí señor excéntrico —dije con tono burlón buscándolo con la mirada—.
—Vaya, me agrada tu visita Pequeña —me dice en el oído lo cual hace que me asuste, dando un pequeño brinco seguido de un escalofrío—.
—¡Ah! Maldito siempre haces lo mismo, aunque, nunca me acostumbro —le doy un puñetazo suave en el pecho y rio—.
—¿No me vas a dar un abrazo? ¿Ni un beso? —sonríe al mismo tiempo que hacer sonar esas palabras en sus labios—. Eres mala —hace un puchero—.
—Agh —ruedo los ojos y me tiro a sus brazos como siempre—. Eres achuchable, y lo sabes —me pongo de puntillas para alcanzar a darle un beso en la mejilla—.
—Gracias señorita Canija —me dedica una sonrisa—.
—No me digas así, solo te permito el "Pequeña" —le dije con mala cara—.
—No me mires mal —soltó una sonora risita—. Me encanta cabrearte, nada más —me posa la mano en la cabeza y me revuelve el pelo—.
—Cierro los ojos y arrugo la nariz ante el acto del contrario—. Ains...
Tras esto, él caminó hacia una de las puertas y se adentró en la habitación. Momentos después, sale de la misma con una bote de galletas, sí, sus galletas de perro.
—Abro la boca, doy saltitos y palmadas al tiempo—. ¡Galletitas! —me acerco a él y extiendo la mano—.
—Te encantan —me entrega el bote de galletas y yo emocionada la tomo y comienzo a comerlas—.—Gracias, eres el mejor —le abrazo—.
—De nada pequeña —vi como arqueaba los labios en forma de sonrisa mientras me abrazaba—.
Pasé toda la tarde con él, la verdad cuando no me apetecía estar en casa, venía a pasar la tarde con él. Todos piensan que es demasiado tétrico y que puede ser un hombre peligroso. Incluso mi madre antes desconfiaba, pero parece que, al ver que no me ha pasado nada y siempre vuelvo sana y salva, ya no lo hace. Ya se había hecho de noche y como de costumbre, salí sobre las nueve para llegar a casa a cenar.
—Mamá, ya estoy en casa —entré en casa con una sonrisa en mis labios, como de costumbre—.
—Hola cariño —saludó mi madre cargando con una cesta de ropa aparentemente mojada—.
—¿Necesitas ayuda? —comento mientras dejo mis cosas en el sillón de la entrada—.
—No hace falta cariño. Ve a cenar —me sonrió mi madre y continuó con la colada en brazos a lo que yo fui a la cocina a tomarme la cena—.
La cena estaba rica, era pescado, en concreto dorada al horno. A mi madre le quedaba de vicio. Cené tranquilamente y luego de coger mis cosas del sillón, subí a mi cuarto.
Me cambié la ropa y me puse mi camisón favorito color salmón. Y me por último, quedé boca arriba en la cama, observando el techo hasta caer profundamente dormida.xHola, siento haber tardado en actualizar y tambien siento que sea corto el capítulo. ¡Gracias por leer y espero que os haya gustado!x
¡Besos y abrazos!
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My Only Butterfly (Alois y tú) -Pausada-
FanfictionLondres, año 1887. Erika Howland es una chica de 16 años de familia poco adinerada. Su padre es chófer de los Trancy una familia de condes muy rica. Su hijo Alois Trancy tiene la misma edad que Erika y se conocen desde que su padre trabaja para ell...