El inicio

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Vi mi sangre derramandose por el piso como siempre me pasaba, aunque en este momento no sabia porque, pero se sentía distinto, diferente a las otras veces en las cuales atente contra mi vida, me maree y sentí que me desmayaba, ya no sentía dolor alguno, lo único que sabía era que ya no habia un motivo por el cual seguir viviendo, nada ya valía la pena, sin embargo, en mi estado de insconciencia pude recordar el origen de todos mis delirios.

***
Hace 4 años atras

Me vi a mi junto a alguien, esperando ansiosa algo, no sabia bien lo que era, hasta que lo recordé.
-¿Que te dijo?- pregunté emocionada a mi prima.
-¡Me dijo que me queria!- gritó exasperada y apunto de un colapso nervioso. En ese momento me sentía un tanto feliz y algo melancólica, ya que a mi prima en ese entonces le entregaban amor en cambio a lo que a mi respecta, nunca a nadie le había importado, siempre los chicos que me gustaban pasaban de mí con una facilidad sorprendente, lo que me lleva a pensar que quizá se debía a mi aspecto desaliñado o a mi timidez aguda, lo único seguro es que esto fue incrementando mi baja autoestima a lo largo de mi vida, tal vez por ello me fui refugiado en los estudios, intentando ser siempre la primera en la clase, al menos así podría servir de algo, pero como ya se imaginan siempre fracaso en mis objetivos, pues mi mejor amiga Almendra durante todos los años que la conozco ha sido la mejor en todos los aspectos posibles, buena alumna, amiga, hija, persona, hermana, entre tantas otras cosas, hasta he empezado a creer que no había nada que ella no hiciera: bailaba de maravilla, era muy simpática, extrovertida, siempre fue la primera en la lista de notas, en fín no había nada imposible para ella, por lo general esto me hacía sentir un poco de celos, puesto que mis padres siempre me reprochaban el porque yo no era como ella, lo cual me deprimía de forma fatal que recurría a la auto agresión, es decir, me hacia daño a mi misma ¿de qué manera? Pues me cortaba, debido a la soledad que me embargaba y al poco interes que las personas ponían a mi y a mi salud mental, lo que hizo que padeciera depresión, a pesar de todo esto jamás acudí a nadie, creía que era un estorbo para mi familia y amigos, pensaba que mis problemas los alejarían de mi lado y me considerarían una loca, por supuesto yo no deseaba ello, así que lo mejor que pude hacer en ese momento fue guardar mis problemas, mis emociones, mis pensamientos, para mi misma.

Recuerdo que mis padres trabajan durante todo él día y no regresaban hasta la noche, aveces cuando sentía ganas de explotar me encerraba en mi pieza a llorar durante largos transcursos de tiempo, mientras me cortaba mi piel morena y de aquel salia una delicada y fina linea de sangre que recorria mis dedos hasta llegar al suelo.

Después de lamentarme de mi existencia limpiaba todo, dando paso a la segunda etapa de auto destrucción "la comida", como mi madre trabajaba no tenia tiempo de preparar los alimentos para mi, así que todos los dias compraba chatarra, por lo que el estante, los muebles y el refrigerador estaban a mi disposición a la hora que lo desease, yo no sabia lo que hacia, como mis papas no tenían mucho tiempo para mi, no solíamos ser una familia muy unida, al contrario nuestras comidas eran un tanto incomodas, hasta intentar entablar una conversación normal con ellos para mi ya era complejo, por eso mi refujio siempre fueron las navajas, la comida y los libros, estos hacían que me olvidara por completo del espacio tiempo, perdiéndome solo en la historia que en ellos se desarrollaba.

Lo unico que puedo rescatar de mi familia es que al menos me consentían comprándome todos los libros que yo quisiera, para mi eran mis mas grandes tesoros, dado que por lo menos un personaje literario podía hacerme sentir tales fantasías, aunque solo pasara en mi mente.

Aquel día despues de clases quede de juntarme con Yanina, mi prima, para poder ponernos al día con los hechos, debido a que íbamos a diferentes escuelas, sin embargo, vivíamos a dos cuadras de distancia. Nuestras familias eran bastante diferentes, a pesar de que mi padre y él suyo fueran hermanos.

-Deberías calmarte un poco o colapsaras.- le dije algo molesta, me indignaba la forma en la que cada día tenia un nuevo pretendiente, pero que se podria esperar de una persona que era la definición literal de la chica perfecta, esbelta, castaña, piel clara y ojos verdes, en pocas palabras "la chica que todos quisieran ser", a diferencia mía que ni siquiera podía mirarme la punta de los pies.

Eramos polos totalmente opuestos, ella era como él día alegre,feliz, en cambio yo era como la noche apagada y triste. Aun así ella siempre recurría a mi para contarme sus problemas, yo siempre creí que me tenia lastima, ya que yo nunca había llevado una chica que fue amiga mia a mi casa, a lo que ella pensaba que yo no tenia vida social, me disgustaba su caracteristico egocentrismo, siempre preocupándose solo de su aspecto, de sus cosas, desde que la conozco nunca en su vida me había preguntado como estaba, o que pasaba por mi mente, o si me gustaba alguien, la imagen que ella tenia de mi en ese entonces era nefasta, me veía como la típica chica obesa que jamas nadie se enamoraría, podría decirse que la odiaba desde lo mas profundo de mi ser, pero como yo era una excelente actriz supe ocultar ese sentimiento a la perfección, yo escuchaba atentamente su parloteo cuando la verdad no me interesaba en absoluto, solo lo hacia para evitar hacerme daño, cuando estaba sola en casa.

Sus padres también trabajaban, sin embargo, ellos si eran una verdadera familia, tenían la capacidad de separar el trabajo de los asuntos familiares, además de que le dedicaban tiempo completo a su única hija, consintiéndola en todo, las veces que podían.

Cada vez que iba a dormir a su casa el ambiente era distinto, me sentía despreciada por mi propia sangre, me trataban pésimo, cada vez que comían, yo solo tenia que verlos sin decir nada, porque según ellos si seguía ingeriendo alimentos de aquella manera terminaría obesa, me castigaban sin motivo aparente, y tenia que dormir sola en el cuarto de invitados, donde muchas veces él frío me calaba por los huesos, en vez de dormir en la misma cama que su hija. Siempre fueron una familia de hipócritas, y yo como se lo imaginan me callaba todo, ocultándolo en mi gran depresión y desahogándome a través de las navajas.

- Creo que él es mi chico ideal.- suspiro ignorandome. Al menos teníamos algo en comun, nos ilusionabamos rápido.
-No deberías ilusionarte tan pronto.-suspiro usando la razón.-¿Que tal si él te esta mintiendo? ¿Que pasa si luego te rompe él corazón?-cuestione mirándola directamente a los ojos.

En ese momento me arrepentí de haber estado allí, de haber pronunciado dichas palabras, pero ya era demasiado tarde. Debí haberme imaginado que aquello pasaría, aunque como podría saberlo tan solo era una niña, que siempre fue menospreciada por otros hasta por su propia familia.

-El que a ti nadie te quiera por ser una gorda, no es mi problema, eso no significa que me valla a pasar a mi. Seremos familia, no obstante tu y yo sabemos que fisicamente y psicologicamente somos radicalmente diferentes, no te engañes aunque intentes ser como yo jamas podras lograrlo. -sonrió maliciosamente y me miro como todos lo hacían siempre, con asco teñido con lastima.

En ese momento parte de mi niñez se fue con las lágrimas que por primera vez no pude contener, me había dolido y la fuerte coraza que había creado se cayó, en frente de ella, no pude aguantar mas y por eso corrí lo más lejos que pude, hasta las montañas, y allí me quede esperando que alguien viniera por mi durante horas.

Grave error, nadie vino, es más creo que hasta él día de hoy estoy esperando que alguien venga y me saque de la oscuridad que me invade.

En Mil PedazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora