En Mil Pedazos

No te he olvidado

¿Cómo empezar a narrar las terribles experiencias por las que pasé durante ese año?

Recuerdo haber escuchado decir a mí psiquiatra que lo mejor es comenzar siempre por el supuesto "principio", digo supuesto porque en aquellos oscuros días ya había perdido la noción del tiempo, para mí solo había días, nada más que eso. Aunque, puedo decir que en estos momentos los bloqueos que se habían instalado en mi cabeza para protegerme, por fin se empezaban a despedir de mí, pues comenzaba a ser cada vez más consciente de muchas cosas ahora que el trauma de niñez, por fin se deja entrever entre los bastos y sutiles recuerdos de mi ya tan acomplejada memoria, es por ello que aún me producía mucha confusión y apatía que lo primero que viniese a mi mente en las circunstancias en las que me encontraba fuese un leve pero bien audible tik, tak, tik, tak, que durante muchas noches me produjo las más terribles pesadillas.

Otro corte profundo, otra línea fina de aquel líquido vital, que de mi cuerpo se escapaba.

- Ya no más. - logré apenas susurrar. - Ya no quiero volver a recordar, solo déjame partir de una vez por todas...Si tan solo...

A pesar de mis reclamos, como siempre nadie me escucho y tuve que volver a vivir lo que alguna vez creí haber enterrado.

***

El ensordecedor sonido del reloj pegado en la pared era lo único que en ese momento me mantenía "cuerda", con su vicioso y regular ritmo, que me permitía concentrarme en el aquí y el ahora. Aunque, sentía que me faltaba algo, que había perdido una parte de mi vida que era importante para mí, pero tan solo el pensar en ello me producía una intensa jaqueca, así que sin más tan solo lo dejaba ir.

Casi la mayor parte del tiempo recuerdo que me la pasaba acurrucada en una esquina de mi lúgubre habitación y las únicas veces en las que salía era cuando aquellas personas vestidas de blanco venían por mí y me llevaban a un lugar muy oscuro y frío, realmente no me gustaba cuando venían pues me causaba mucho dolor. Ellos me hacían sentir que poco a poco iba perdiendo mí esencia. No obstante, no lograba recordar lo que me hacían, pues al parecer según mi psiquiatra fue tan terrible el recuerdo que mi mente simplemente lo bloqueo, pero me quedaba la sensación de un horrible dolor, y el instinto me decía que me alejara de aquellos seres, que huyera lo más rápido posible, pero no fue hasta después de un año que logré concretarlo, ya que, en el fondo, mi corazón me decía que lo merecía.

Cada cierto tiempo venían a verme una mujer junto a otros dos hombres trayendo consigo un carrito lleno de objetos afilados, los cual al verlos me causaban gran repulsión e instintivamente intentaba huir, pero como si la mujer leyera mis pensamientos y se adelantara a los hechos, me inyectaba algo desconocido que acababa con mi frustrado intento de escape y dejandome completamente dócil para lo que venía después. 

Primero me desnudaban completamente, para después atar mis extremidades a cada esquina de la cama y finalmente venía lo peor, ya que con los variados utensilios que traían consigo empezaban a cortarme en distintas partes de mi cuerpo.

- Esto te gusta ¿no? Loca enferma. – me susurraba al oído un tipo regordete y arrugado, después de cada laceración, a lo cual yo sin siquiera poder sacar algún grito o intentar defenderme de alguna manera respondía con tan solo unas pequeñas lágrimas.

Según lo que escuchaba a la lejanía, esa era mi forma de pagar por mis pecados mundanos, que era con lo que debía cargar por el resto de mi vida, la cual debo decir que no sería muy larga. 

Cuando acababan con el proceso de los cortes, los mismos hombres encargados de cortarme esparcían alcohol por todas las heridas, como un supuesto "regalo" ante mis pecados, haciendo que me agitara y que mi cuerpo aun debilitado temblara de dolor, después de ello me dejaban libre y sola.