Nightmare

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La luz cálida inundaba el terreno, la hierba se dejaba llevar por la suave brisa. Los ojos de la joven, verdes como el pasto del lugar, brillaban por el Sol mientras esta observa las nubes ceder ante la fuerza del aire, desplazándose. Una figura alada proyectó sombra encima de la chica de cabellos anaranjados como el amanecer, el sonido de una brava águila se extendía por sus oídos, aparentemente nerviosa. Por algún motivo su impulso fue seguirla, por lo tanto se levantó y corrió tras ella. En un abrir y cerrar de ojos todo a su alrededor había cambiado, los pitidos de los coches se introducían de forma irritante en sus oídos, pero ella seguía viendo a la noble ave, no podría explicar por qué, pero no conseguía dejar de perseguirla. El animal la guió hasta su misma casa, un pequeño piso en el centro de la ciudad más la puerta estaba tirada en el suelo, había objetos rotos por el hogar, la sangre recorría el parqué.

-¿Papá, mamá?

Solo obtuvo como contestación el llanto de un bebé, no comprendía nada. Fue a la habitación de donde salia el berreo pero estaba completamente vacía. Retrocedió sus pasos, estaba la casa deshabitada, los muebles habían desaparecido, como si ya nadie hubiera vivido allí. Después el ruido provocado por un arma de fuego ensordeció sus oídos, de su pecho comenzó a derramarse sangre... ¿Sangre dorada? Cayó de rodillas al piso, un grito de dolor desgarró su garganta, posteriormente una sensación helada recorrió todo el cuerpo.

-¡Shanon, Shanon!
...
Abrió los ojos, toda empapa en agua, temblando. Su madre estaba frente a ella, le había derramado un vaso encima pues parecía que no pudieron despertarla mientras gritaba.

-Menudo susto nos has dado Shan, pensábamos que te ocurría algo.

Admitió la mujer con un aire preocupado en el rostro, pero ya relajado al ver que solo se había tratado de una pesadilla. En cambio la muchacha lo que hizo fue frotarse suavemente los párpados retirando la arenilla tan molesta que se depositaba en la zona mientras dormías.

-Lo siento, no pretendía asustaros.

Lejos de lo que creía la fémina, su madre emitió una breve risa, depositando después un beso en su frente.

-No puedes disculparte de algo que no puedes controlar, hija mía. Retírate esa ropa húmeda y hazme el favor de ir a por el pan ahora que estás despierta.

La pelirroja se aguantó las ganas de reprochar, simplemente obedeció yendo a por algo seco para cambiarse. Muchas madres querrían una hija tan obediente y conformista pero tales detalles sólo provocaban una mueca de desagrado en los labios de la adulta, la cual volvió al salón con su marido.


-Parecen robots en vez de adolescentes, yo a su edad no hacía más que quejarme y quejarme, nada me parecía bien.

El hombre sentado en el sofá bajó el periódico, dejándolo en la mesilla delante suyo para escucharla.


-Ya sabes como van las cosas ahora, la educación es más robusta. Pero no es que le sobrasen a algunos eso de ir bien escarmentados, son unos sinvergüenzas.

-Una cosa es ser un sinvergüenza y otra no dejarse mangonear como si fueran simples títeres.

La recién hablada se ausentó unos segundos a la cocina, por tanto el varón elevó la voz.


-¡Bah, mujer! No sirve cantar siempre el mismo tono desafinado, ya me sé esta conversación de memoria.


-¡Te has cansado ya de luchar!

-¡De nada sirve ya luchar!

Bramó el padre, mientras tanto Shanon se había colocado los cascos a todo volumen. Ella creía que de nuevo estaban discutiendo por su culpa, en la escuela siempre los tenían aprensados con la idea de que debían acatar las ordenes de sus mayores, pero por algún motivo aquello solo provocaba la irritación en la casa. A la joven le encanta vestir de negro pero se había esforzado por ponerse una camisa de flores, solo por que era la tonta moda actual y si no la llevabas parecía que no entrabas en el sistema. Una chaqueta de entretiempo servía para la estación en la que estaban, ya pronto vendría el calor, los vaqueros se ceñían a las finas piernas de la chica mientras que la camisa ya antes mencionada era algo más airada. Las zapatillas de loneta también azabaches estaban colocadas en sus pies abrochadas, ya listas para salir. Solamente tomó el móvil y le mandó un mensaje a su mejor amiga para ver si le acompañaba a por el pan, después lo introdujo en su bolsillo y se acercó al salón donde parecía que la discusión se había enfriado.

-Ahora volveré. -Dijo agarrando unas cuantas monedas que había en el bol de la entrada.

-Ten mucho cuidado fuera hija.

-Lo tendré mamá, lo tendré. Es posible que me quede a desayunar con Adelaila en la pastelería de aquí abajo en cuanto traiga el pan, claro, lo primero es lo primero.

La mujer asintió, sentándose en el sofá a ver un rato la televisión. Shanon agarró las llaves y abandonó la casa, bajando por las escaleras en vez de por el ascensor, manías suyas, necesitaba desfogarse de vez en cuando.

Assassin's Creed ResurfaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora