Capítulo 7: Quiero bailar contigo.
Me quedo totalmente paralizada, mientras mi amiga le dice miles de improperios a la hija del hombre que me disparó.
–¡MEL, BASTA! –Grito intentando callar el jaleo– Déjame a solas con ella.
Sus ojos verdes me miran como si no comprendieran lo que he dicho. Termina suspirando y antes de marcharse a la cocina, le hecha una mirada amenazadora a la rubia.
–Gracias. Solo serán cinco minutos.
Asiento y le señalo una de las sillas del porche. Las dos nos acomodamos en silencio. La observo detenidamente, su melena rubia ondulada le cae justo por debajo de los pechos, sus ojos claros, su boca fina… Viste de forma elegante acorde con su actitud. A su lado parezco una muchachita desgarbada, ella es como una modelo sacada de la pasarela en pleno desfile, con su bolso Gucci y su abrigo Chanel, y yo… Bueno yo, llevo una camisa de Nirvana cuatro tallas más grande, manchada de lejía y con algunos agujeros. Y ahora la pregunta es ¿Qué vio Ryan en mi teniendo a esta mujer de prometida?
–La verdad es que no sé por donde empezar– Dice interrumpiendo mis alegatos mentales– Jamás pensé que…– Las palabras se le quiebran, la barbilla comienza a temblarle– Siento muchísimo lo que pasó. Yo…
Cojo una de sus manos para tranquilizarla. Sinceramente no esperaba una disculpa por su parte.
–Helena tú no tienes culpa alguna, no hace falta que te disculpes. Nadie espera que una persona a la que conocemos, cometa tal atrocidad…
La rubia sorbe por la nariz, las comisuras de su boca se levanta levemente, pero la sonrisa no le llega a los ojos. No puedo sentir otra cosa que pena por ella.
Durante unos minutos no decimos nada, su mirada está perdida entre las flores del pequeño jardín, yo me quedo observando su perfil, con su mano todavía entre la mía.
–Te quiere de verdad, muchísimo más de lo que me quiso a mi– Gira su cabeza para poder mirarme a los ojos– No comentas los mismos errores que yo. Hazlo feliz, se lo merece.
Mi boca se abre y se vuelve a cerrar. Mi mente procesa su frase. Decir que me he quedado atónita, sería quedarse corto.
–Helena yo…
–Sé que no recuerdas nada, pero él te hará recordar y si no, podréis empezar de cero. Tienes la oportunidad de volver a empezar Vicky, y empezar a su lado, no lo desaproveches.
Intento contenerme para no pronunciar la pregunta pero me es imposible.
–¿Por qué haces esto?
Se encoge de hombros y se pasa la mano por el pelo, destrozando una de las ondulaciones.
–Porque Ryan se merece lo mejor, y lo mejor para él, eres tú.
–¿Lo amas? – De nuevo el impulso es más fuerte que yo.
–No– No lo piensa, no titubea, está segura de su respuesta– Creo que nunca lo he hecho. Puede que estuviera enamorada de la idea de mi vida junto a él, pero jamás lo he amado de verdad. Le tengo un cariño especial, pero es un cariño diferente que nada tiene que ver con el amor.
–¿Entonces por que te ibas a casar con él?
–Por comodidad supongo. Empezamos a salir cuando yo apenas tenía quince años, nadie me conoce mejor que él y nunca me han interesado la historia de amor, al igual que a Ryan tampoco le interesaban… hasta que llegaste tú.