Certified mind blower

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El pub ya no es para nada lo que era al inicio de la noche, las luces van de aquí para allá, alcanzando a varios en el ojo, cegándoles por una fracción de segundo. Las luces del suelo están encendidas para que brillen tenuemente, lo suficiente para que veas que se te ha caído y para que los clientes no se estampen contra la barra. Un chico moreno con tupé tira de su chaqueta de cuero, recolocándosela, esas mismas manos suben hasta sus gafas de sol, acomodándolas de nuevo en el puente de la nariz, y avanzan hasta el engominado peinado del que necesitan ayuda de un peine para asegurar que sigue en su sitio. Se guarda el utensilio en el bolsillo trasero del pantalón y percibe como su amigo le hace señas para que se acerque. Obedece después de unos cuantos minutos observando la sala. El resto de sus amigos está bajo el hechizo de la machacona música mezclada con alcohol y compañía femenina.

El mismo tipo de compañía que está al lado de un chico con la cabeza rapada, que sonríe al verle con las gafas de sol todavía puestas.

— Dios, Alex, tienes una pinta de gilipollas que no puedes con ella, en serio tío, ¿quién lleva gafas de sol por la noche en un sitio así? — pregunta arrastrando las palabras, antes de quitarle las gafas y dejárselas colgando de la camiseta negra. — Así mejor, dejando toda tu belleza expuesta — vuelve a reírse y al chico no le queda otra que resoplar divertido. — Bueno, yo me voy ya, hasta pasado mañana.

— De acuerdo, Matt, pásatelo bien — murmura Alex chocando el puño que le planta delante el batería.

Vuelve a notar el par de ojos sobre él. Desde que ha entrado tiene la sensación de que alguien no hace más que dirigir su mirada hacia donde está. Como si alguien le estuviese guiando desvía el punto de atención, desde el resto de sus amigos que parecen estar cerca de caer a una chica sentada en uno de los privados. No es un bellezón como los que de vez en cuando desfilan por el salón, pero hay algo en ella que le llama la atención. Quizás son los bucles mitad castaños mitad cobrizos. Se pregunta si será artificial, y cuando se acerque se desilusionará al descubrir raíces de más de un mes. O tal vez son esos ojos pardos clavados en él, sin ningún rastro de timidez. La ha pillado mirando y no ha desviado la vista haciéndose la tonta, sino que la ha sostenido como si se tratase de alguna clase de juego.

Por toda respuesta ella arruga la nariz.

Alex frunce el ceño.

Ella frunce el ceño.

Alex alza una ceja.

Ella alza una ceja.

Alex se cruza de brazos.

Ella se cruza de brazos.

Alex le saca la lengua.

Ella le saca la lengua.

Ambos sonríen. 

Desvían la mirada para aguantar las ganas tontas que les han entrado de reír. Al poco se atreve a recorrer la sala con la mirada, temiendo que ella haya desaparecido, o que la haya imaginado, pero tan pronto como sus ojos se posan sobre ella, la chica consigue trabar sus miradas de nuevo. El azul eléctrico del vestido que lleva contrasta con ese tono peculiar de pelo y la piel ligeramente bronceada. Se gira, rompiendo todo contacto visual con ella, y pide un par de margaritas. En cuanto el camarero deja las copas sobre la mesa él se dispone a jugársela, intentando cruzar el pub sin derramar nada. Ella le ve llegar, y toda la valentía que ha tenido para vacilarle flaquea. Pero se lo ha buscado ella sola, es decir, esas miradas insistentes y fijas eran una clara invitación a acercarse si tenía valor que él ha aceptado. No es como si hubiese podido elegir, la vestimenta de él le ha llamado la atención, le ha parecido graciosa la escena con uno de sus amigos que acaba de irse, y no ha podido evitar observarle, a la espera de ver aparecer a la novia o novio, hoy en día ¿quién sabe en qué liga está la persona en la que dejas caer el ojo? Una oleada de timidez la invade, y desea poder esconderse tras todos los abrigos que le toca cuidar hasta que sus amigas se cansen de bailar. Una copa aparece en su campo de visión y alza la mirada para encontrarse con el chico del tupé sonriéndole. 

I know you're nothing like mineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora