Once

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El forense se quedó callado tratando de asimilar las palabras de la chica, entonces, comenzó a correr; sabía a qué se refería aquella joven ahora muerta, sabía que si no corría probablemente moriría, sabía que quienes lo buscaban no eran humanos, ni mucho menos amistosos.
Corrió hasta tomar el pomo de la puerta, pero era tanto su nerviosismo que no podía abrirla. Intentaba e intentaba mientras que el sudor resbalaba de entre sus manos hasta llegar al piso, hasta que por fin se abrió. Sonrío aliviado mientras que un aire frío entraba a la habitación.
-Estas muerto- resonó por todo el lugar una voz detrás de el.
Por el reflejo del cristal vio el rostro de dos niños con una sonrisa llena de malicia, el solo se dio la vuelta y cerró sus ojos fuertemente esperando su fin...

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