¿Quiénes son ellas?

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Harry.

Veía una chica, la misma chica de mis visiones anteriores. Ella estaba acostada en un prado de flores silvestres. Me acerque lentamente hacía ella y me senté a su lado. Tome su mano y la entrelace con la mía. De un momento a otro el escenario cambio. Ahora estábamos en una sala. Ella sentada frente a mí sonriendo y en sus manos se posicionaba una guitarra con puntos de pintura. Yo también estaba sentado y igualmente sostenía una guitarra. A la chica se le movían los labios, pero no escuchaba ningún sonido provenir de ella. En contra de mi propia voluntad me acercaba más a ella, nuestros labios casi rosándose. Y allí desperté.

Me senté de golpe en la cama. Noté que estaba muy sudado. Pase las manos por mi rostro consecutivamente. Mi pecho estaba agitado y mi respiración entrecortada. Eso fue muy real.

Escuche un toque a mi puerta, luego de eso la figura de mi madre atravesó la puerta.

 —Harry, cielo. Ya estoy aquí.

Observe a mi madre, estaba sonriendo. Me levante de la cama y la abrace.

 —Hola mamá. —Mi voz sonaba ahogada.

 —Harry, vístete. Tenemos visitas. —Dijo eso y salió de mi habitación.

Fui al closet y saque ropa, me vestí. Hice mi cama, y al terminar baje a la cocina.

Ahí estaba mamá sirviendo unas bebidas. Me acerqué a ella y le hablé.

 —Mamá, ¿Quiénes se suponen que son las personas que están de visita?

—Mi nueva jefa y su hija.

— ¿Y es linda?

—Oh Harry, -Dijo mientras reía.— Es muy linda, seguro te gustara.

Solo le sonreí.

—Ven pequeño, acompáñame para presentarte.

La seguí, antes de cruzar el umbral de la puerta de la sala pude vislumbrar a una chica sentada en uno de los sillones. Ella miro hacia arriba y pude ver que era la chica con la que había estado soñando todos estos días.

Me congelé.

Mi mente estaba blanca. Imagino que yo estaba igual de pálido.

Corrí en dirección al baño, entré y cerré la puerta con pasador. Me mire en el espejo. Y vi que estaba más blanco que mi mente durante un examen de matemáticas.

Abrí el grifo y deje que el agua corriera entre mis dedos, mojé mí rostro varias veces. Con el agua aun goteando de mi rostro, retome sentido de lo que estaba sucediendo.

Ella, la chica de mis ensueños estaba en mi sala de estar.

 No. Me. Jodas.

Salí del baño y a medio camino en dirección a la sala escuche que mi madre me llamaba.

Me preguntó que qué había pasado y yo sin ninguna excusa. Le dije que había olvidado mis zapatos, ella me miro raro, pero rápidamente elimino esa expresión de su rostro y volteó a presentarme con las féminas que se encontraban allí.

Mi madre me dijo sus nombres.

Con que mi pequeña musa se llamaba Arizona. Un nombre poco común. Pero sin lugar a dudas hermoso.

No quería mirar a la pequeña rubia que estaba al otro lado de la habitación, así que me centre en su madre. La salude muy caballerosamente, ella me correspondió dedicándome una sonrisa radiante. Ya noto de dónde viene la hermosura de su hija.

Demons.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora