Bebita linda hermosa preciosa -me dijo con una tierna sonrisa en sus labios.
-¿Sí? -le respondí riendo, me causaba tanta ternura.
-¿Me amas?
-¿Que sí te amo? Nicola sabes que te amo muchísimo, más que a nada.
-Yo te amo más de lo que me amas tú.
-Mmm, en eso estas equivocado.
-Claro que no princesita. O bueno mira para que no peleemos, ¿los dos nos amamos por igual? ¿sí?
-Bueno, pero yo un poquito más -le dije riendo nuevamente, el solo negó con la cabeza.
-Nuestro departamento será hermoso.
-Y muy grande -miré los alrededores.
-¿Así como mi mejor amigo? -alzó una ceja.
-¡Nicola!
-¿Qué? -me preguntó mientras soltaba una risita- tu sabes, Rafael es muy grande.
-Okay, esta vez yo lo mal pensé -me sonrojé, creo que estaba más roja que un tomate.
-Veo que no soy el único pervertido, gatita.
-¿Gatita? -sonreí un poquito.
-Sí, y yo soy tu leoncito. Rawr.
-Miau -imité el sonido de un gato- ¡Nicola me matas de ternura! -le dí un suave y cálido beso en sus labios- Te amo tanto bebito.
-¿Angie?
-¿Sí? -lo miré fijamente.
-¿Cómo le pondremos a nuestros hijos? -sonrió ampliamente.
-Si es niña me gusta Emily, o Carlos. Si es niño... tú eliges.
-Me gusta Emilio, así como mi segundo nombre. ¿Y a tí?
-Me encanta, todo lo que te gusta a tí, a mi me encanta.
-Me gustas tú.
-Me encanto.
-Me gusta la pizza.
-Me encanta la pizza.
-Me gusta hacerte el amor.
-Me encanta hacerme el amor -dije riendo- bueno, eso sonó raro.
-No, sonó así como... si dijeras "me encanta masturbarme" -admitió riendo.
-¡Nicola!
-¿Qué? ¿Por qué siempre me retas cuando digo algo relacionado con lo placentero? ¿Por qué eh? -dijo algo ofendido.
-Porque yo soy una santa chica.
-Sí claro, santa la que se arrodilla frente a mí y no necesariamente para orar.
-Nicola...
-Santa la que me pide a gritos que se la meta más adentro.
-Nicola Emilio...
-Santa la que cuando estoy entre sus piernas me pide más y más.
-¡Nicola Emilio Porcella! -tapé mi rostro con mis manos.
-¿Qué? -preguntó aguantando la risa, mierda, como lo amaba.
-Ahora sí, hazme tuya. Nuevamente.