Desde el momento en que tenemos uso de razón comenzamos a forjar en nuestras mentes pequeños ideales para un futuro, pensamos que si lo soñamos con suficiente fuerza quizás un día nuestro sueño se cumpla, pero jamás tenemos en cuenta el factor de que estamos en la realidad y no podemos siempre vivir de nuestros sueños.
Soñamos con ser profesores, médicos, arquitectos, panaderos, estrellas pop, soñamos con viajar por el mundo, con alcanzar las estrellas. Soñamos, pues sentimos que dependemos de esto para continuar y quizás sea así, quizás necesitemos creer en algo para no sentirnos vacíos; pero, entre mas te agarras a una cuerda por la que no puedes trepar, más daño te provocarás.
No es que soñar sea malo, pero soñar con cosas que no nos ocurrirán nunca, pero que seguimos anhelando nos hará demasiado daño.
Existen también otro tipo de sueños, esos del inconciente que se producen a veces relacionados con acontecimientos de la realidad, ha de ser bonito tenerlos, soñar yo que se, con unicornios y arcoiris. Pero no todos poseemos tal suerte de soñar con cosas que le agraden a la mente, al cuerpo, al espíritu.
Cuando estos sueños no estan, cuando sueñas pero no precisamente cosas buenas, ahí, justo en ese momento aparecen lo que suelen llamar malos sueños, pesadillas, vaya a saber uno porque existen, porque dañan de tal forma, la cosa es que atormentan hasta a el alma mas fuerte, y te hacen dudar de ti mismo. Dormir ya no es una opción, mientras existan tan horribles sueños. Así que nos despedimos de cosas a causa de torpes ilusiones del subconsciente, y nos dejamos ir, y nos perdemos de nuevo.
