Capitulo 4

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Una mujer de unos veintitrés años, con un pelo que caía por menos de su cintura rubio dorado, unos ojos oscuros hipnotizantes, vacíos, fríos capaces de helar cualquier superficie. Alrededor de los ojos una sombra oscura que los hacía esconder todavía más, sus labios carnosos y con un pinta labios rojos que eran peores que sus ojos, nunca podía apartar su mirada de ellos, te llamaban, ellos eran los que te hacían volar lejos y creías que estarías a su merced con solo ella abrir la boca.
Unos tacones de aguja negros de unos quince centímetros y ella se apostaba por más, unos pantalones de cuero ajustando sus piernas y dando a su culo ese toque respingón que tanto amaban los hombres y también, eran parte de su juego. Una camisa oscura con los primeros cuatro botones desabrochados para enseñar más carne - idea del jefe -. Y nadie sabía que ella no llevaba ningún push up, sus pechos eran así de bonitos también.
Y esa total descripción, era la chica que yacía en frente del espejo de los baños del servicio de mujeres en casa de mi jefe, el Señor Grandísimo Mallete que me hacía trabajar un viernes por la noche cuando tan sólo tenía programado hacer una estúpida fiesta de niños ricos ya que su hijo cumplía años a principios de Marzo. Y tan a principios, como que era siete de Marzo.
Alex me había estado ayudando bastante con los preparativos del mini bar del cual yo me encargaba, lo único que le estaba pidiendo siempre que se iba por las ramas era que me dijese donde había dejado exactamente las cosas y yo el resto lo haría.
Alex inseguro siguió su discurso de como tratar a los invitados de aquella fiesta tan elegante. Cuando terminé por cortarle diciendo que yo había estado trabajando en un club de mala muerte a mi final de adolescencia dejó de darme la tabarra y se encargó de decirme donde estaban exactamente las cosas.
-Las bebidas con menos grado de alcohol están todas a tu izquierda - me dijo mientras miraba el gran escaparate de bebidas diversas que habían. Era el paraíso - y se van degradando, creo que esa es la palabra para definir esto, aun así, si he quedado como un idiota - negó con la cabeza divertido - las de la derecha son las mas fuertes.

Lo recordaba todo, sabía incluso poder manejarme mejor que lo hacía en el club y allí había más variedad de bebidas que jamás había tocado. El problema no era hacer una buena mezcla.
Algo que pocos bar man sabían era que tenías que revisar a tu compañero de barra.
Si él iba lo suficiente concienciado y estaba claro que iba a beber poco, le podías poner tal vez, las bebidas del medio. Si veías que la persona que tenías delante estaba a punto de desmayarse, sólo tenías que llamar para que se lo llevasen.
Alguien así tenía que ser capaz de saber los límites a tanto de alcohol de cada uno para que no hubiese ningún problema más.
Alex había vuelto cinco minutos antes de que se llenase la sala grande con una advertencia
-Esto no es una discoteca o como quieras llamarlo, el Señor ha puesto claras ordenes, le da igual quien beba - explicó más extenso pero me quedé con lo justo.
Cuando me di cuenta, tenía a mas de diez chicos pidiendo una ronda de chupitos para celebrar el cumpleaños. Al parecer, el cumpleañero estaba desaparecido y ellos no iban a esperar para divertirse.
Una vez dada tres rondas de chupitos les dije que si no llegaban a comer algo, iba a cerrar el grifo. No quería ningún problema por que los idiotas estaban locos por la bebida gratis y la fiesta.
Todos se marcharon corriendo a avasallar a Alex que llevaba todos los canapés
-Hola cariño - dijo la voz aguda de alguien detrás de mi.
Estaba sirviendo a una de las pocas chicas que yacían allí algo bastante calmado, se le veía demasiado chica buena como para querer dar la impresión de que es bebedora y fallase por una vomitera.
Al girarme y darle la bebida a la chica con una sonrisa tímida le dije que podía impresionar al chico diciendo que esa era su cuarta copa.
Cuando fui a despachar al chico me quedé parada al ver lo tan equivocada que estaba sobre esa fiesta.
Muchos de los que había visto eran niños de papá donde les dejan una noche de libertad al año para poder hacer lo que quieran, eso lo toman como una invitación a emborracharse hasta el culo y volverse locos. Todos ellos me entraban nauseas de solo verlos. Vestidos de americanas y pantalones italianos, camisas de marca que costaban seguramente más que mi parte de alquiler y sus aires de tener un alter ego más grande que la casa que debían tener sus padres.
Ese chico era diferente. Ni siquiera llevaba una camisa, bien que iba con un polo de lacoste beige claro y unos tejanos oscuros con unos buenos zapatos - y eso me lo había imaginado -. Pero sus aires de suficiencia no estaban, menos cuando movía sus cejas arriba y abajo queriendo parecer sexy e incluso más rebelde de lo que su vestimenta, cuerpo esbelto y peinado desaliñado daba.
-Vuelve a llamarme cariño y obtendrás el fabuloso regalo de golpearte en los huevos - dije con una sonrisa burlona tirando de mis labios.
-Debería hablar con el dueño de la casa para que te diese buenos modales, así no se trata a tus clientes - contestó él con una sonrisa radiante, blanca, ¿había protagonizado algún anuncio buco-dental?
-Hazlo - me crucé de brazos - estaré esperando.
-No me has dejado terminar, ¿sabes que es de mala educación no escuchar todo lo que se te dicen? - dijo este aun más divertido que antes y luego añadió - no voy a ir a chuparle el culo a tu jefe, por que entonces no podría luego pedirte una cita.
Volviendo a mis días anteriores volvía a prometerme que todos aquellos 'chicos malos' iban a estar fuera de mi lista de citas de una noche y otra y más. No es que me hubiese convertido en una 'snop' como eran las que estaban allí y en una estirada. Sólo estaba salvando a mi corazón de caer rendida a los pies de otro chico malo para seguir mi vida con tranquilidad, encontrar una pareja, en su momento, pero que se adaptase a mis nuevas condiciones de vida. Y no estaba hablando precisamente de Jake, si no, de alguien que era capaz de hacerme volar, pero no me estrellase al suelo de repente cuando estaba volando por lo más alto.
Lo que, ese chico, me estaba atrayendo sexualmente y en ningún momento me había prometido a mi misma el tener una noche salvaje con alguien así, es más, ya lo había estado haciendo anteriores veces.
Cómo Mathew Mconegth, que me lo había 'tirado' en uno de los probadores de la tienda de segunda mano el mes pasado. Ese dependiente estaba buscando exactamente lo que yo necesitaba.
¿Y sabes qué? No volví a verlo. Y eso me hizo sentir incluso mejor conmigo misma.
-¿Cita? Vaya, creo que prefiero que mi jefe me pateé el trasero lejos de aquí antes que salir a una cita contigo - respondí con seriedad.
No estaba de broma. Yo no soy quien va a citas. No era todavía ese tipo de chicas de citas. Tiempo al tiempo, ¿no?
-Está bien, iremos poco a poco, ¿qué tal si me preparas alguna especialidad de la casa? - enarcó una ceja.
Por lo que podía percibir, ese chico podría con cualquier cosa, así que fui a los estantes derechos buscando algo fuerte, algo como el tequila.
-¿Realmente quieres una especialidad de la casa? - pregunté para asegurarme que él podría con ello.
-No soy la nenaza que todos son - comentó él.
Eso me dio más ideas. Demasiadas ideas retorcidas para una Kate que quería sólo seguir su trabajo.
Sin que me viese, mezclé unos cuantos alcoholes de los fuertes con los más débiles y kiwi para adulzar el sabor amargo de lo que era la especialidad. Muchos eran capaces de aguantar beberse más de tres tragos, conocí a tres que eran capaces de beberlo sin problemas y sin luego vomitar al suelo.
Dándole la bebida le guiñé un ojo esperando que él dijese algo, pero sólo se quedó mirando el vaso en frente de él con el líquido verde.
-¿Puedes decirme que es esto? - preguntó él frunciendo su ceño.
-Se llama la bomba explosiva. Muchos la piden como chupitos por que no son capaces de beberse todo esto. Pero te he visto con cara de sed y me has pedido mi especialidad, así que ahí lo tienes - le expliqué señalando el vaso.
-Suena apetecible, no tanto como tu y yo una noche, ¿qué me dices? - preguntó este.
-No tengo todo el tiempo. Bebe - le dije.
-No sé si voy a poder con todo, ¿sabes? Tengo que conducir de vuelta a casa - dijo él con una mueca de horror.
-Siempre puedes salir de aquí derrotado yendo con tus amigos que son unos nenazas - contesté con una sonrisa amplia. Me estaba divirtiendo demasiado.
-Me estoy dando cuenta que te estas divirtiendo a mi costa - dijo este tomando por fin el vaso.
-Me gustaría quedarme para ver tu cara de horror una vez que lo pruebes y salgas de aquí con el rabo entre las piernas, pero, tengo clientes que atender - con una sonrisa servicial, lo dejé.
Me puse en frente de un chico demasiado atractivo también, para mi, ese chico, estaba en una fiesta la cual no era de su estilo, ya que su mueca de desagrado se prolongaba más y más cuando entraban más personas a la sala.
-Bien, dime que te pongo - le dije.
-Dos chupitos de tequila - pidió mirando detrás de su hombro a alguien.
-¿Para compartir con alguna chica sexy de aquí? Vaya, con tequila no haces nada - negué con la cabeza.
El chico se volvió dando toda su atención a mi con el ceño fruncido pero se notaba que eso le había hecho gracia.
Estaba de suerte. Dos hombretones en la barra. ¿Alguien estaba escuchando lo mismo que yo? Tal vez tuviese la oportunidad de pasar la noche mejor de lo que esperaba.
-No hay nadie más sexy que tú en esta sala - contestó este guiñando su ojo - era para ti desde el principio.
Agrandé los ojos sorprendida. No era que no estuviese acostumbrada a los halagos, me gustaba cuando realmente lo hacían con tanta sutileza.
-No soy de tequila chico - le dije.
-¿Le preparas una bomba explosiva a ese chico y tu no eres capaz de beber un simple chupito de tequila? - me retó. Esa voz. Esos ojos oscuros brillantes con diversión.
Nadie en su sano juicio podía retarme. Nadie. Y más cuando hablábamos de alcohol.
Estreché los ojos en su dirección sintiéndome dolida al principio. Si daba la imagen que estaba a punto de abandonar, sería más sabrosa la victoria.
Nadie me dijo nada de que no podía beber un chupito con uno de los invitados - tenía que empezar a dejar de llamarlos clientes -. Así que fui a coger dos vasos pequeños y la botella de tequila.
-Una chica luchadora, si no quieres, siempre puedes retirarte - dijo este esperando que yo hablase.
-Podría aguantar más que tu bebiendo, chico, así que no tientes contra la suerte. Toma el jodido chupito - contesté.
Cogiendo los dos vasos cada uno, nos dispusimos en una batalla mirándonos a los ojos si alguno de nosotros se rendía.
Había bebido cosas más fuertes que un tequila, lo que, el sabor agrio de tequila lo odiaba totalmente. No se si te acuerdas. Mi amor hacía Jack no había cambiado.
Me lo bebí de golpe y dejé caer el vaso en el mármol con una sonrisa satisfactoria. El chico estaba retorciéndose del ardor del tequila. Y no hablemos del chico de al lado, aquel hombre tan fuerte y tan valiente, llevaba el tercer sorbo con disgusto. Muy pocos vencían a la bomba explosiva a tan altas cantidades.
-Muy buena chica - dijo él sintiéndose orgulloso - ¿por qué no me pones una cerveza? Luego volveré a por algo más fuerte para los dos.


Había pasado exactamente una hora y media de la fiesta y me estaba empezando a cansar de los ahora borrachos ricachones que seguían y seguían pidiendo bebida.
Tuve que llamar a Alex tres veces para que se encargase de tres idiotas que trataban de tirarme la primera papilla en la cara. Esos tres, se iban a casa demasiado pronto.
Por ordenes del jefe, me habían dicho que si me pedían bebida, tenía que darla quisiese o no. Ese era mi trabajo. Lo demás, se encargaban otros.
No me gustaba tener que emborrachar a alguien hasta la médula, era una persona con principios y no quería ver a nadie correr por que uno de sus amigos había entrado en un coma etílico.
Con el primer chico, había establecido un par de conversaciones más donde me seguía pidiendo una cita y de paso algunas cervezas para estar más tranquilo después de beberse medio vaso de bomba explosiva. Me sorprendió no verle en el suelo en el segundo que se dio la vuelta para marcharse.
Con el segundo chico, no había estado de nuevo. Al parecer estaba demasiado ocupado y si no volvía, me iba a hacer un gran favor.
Alex cada vez que pasaba, me miraba con esa mueca de asco tan característica de él cuando estaba cansado de seguir las idioteces de los presentes. Yo estaba igual que asqueada, bueno, podría decir, cansada por las tonterías de aquellos chicos.
La música cada vez era más y más alta, en esa hora y media eran más y más personas a las que atender. Y cuando terminaba con uno, empezaba de nuevo con el primero.
Alex soltó un 'están ahí por que eres la única chica de la fiesta que seas jodidamente caliente' y eso, me hizo reír mucho. Demasiado.
-He esperado para que se amainara todo esto para volver, realmente eres una chica muy solicitada. Pena que seas sólo mía - esa voz. Él había vuelto.
-¿En busca de un chupito más fuerte? Podría hacerte una bomba explosiva - sonreí.
-No, esta vez vengo en son de paz. Ya sabes, un cubata para cada uno y hablar. ¿Eso hacen los adultos? - preguntó alzando las cejas.
-Buen punto. La cosa es que estoy trabajando.
-No haría daño a nadie uno. Creo que nadie va a enterarse con lo que están bebiendo - señaló al grupo de atrás bailando como idiotas que eran.
-Bien, ¿qué es de tu agrado? Puedo ponerte algo suave - dije con diversión.
-¿Qué tal un... Gintonic? Realmente necesito olvidar las penas - dijo él.
-¿Problemas? - pregunté - sabes, a los camareros se nos conoce por saber escuchar y aconsejar.
El clima entre nosotros había cambiado. Empezaba a sentir pena por él. ¿Gintonic? Me estaba tomando el pelo. Aun así. Preparé el suyo, y también mi 'cubata' de Jack Daniels con lima.
-¿Qué le has puesto al tuyo? - preguntó.
-Jack - fruncí el ceño - es una de mis bebidas favoritas.
-Ugh, realmente voy a necesitar más de esto - dijo él asqueado.
-Bien, habla. Ahora todos andan borrachos y pocos podrán dar dos pasos para llegar hasta aquí, así que tenemos tiempo. ¿Cuándo digo Jack a quien te recuerda? - pregunté.
Tal vez era gay y su ex novio se llamaba Jack. Podía ser posible.
-Una vieja amiga - suspiró y me miró a los ojos - era gran fanática de Jack. Es más, sólo la veías con esa botella o con alguna cerveza.
-¿Qué fue de ella? - pregunté para saber a donde quería parar.
-Vino a vivir aquí, con unos cuantos amigos más. He estado tratando de encontrarla, pero es... Tan imposible hacerlo.
-Estas en un sitio donde se hace fácil encontrar a las personas - contesté dándole ánimos.
-No, ella no - negó con la cabeza bebiendo seguidamente medio vaso - ella... Ella se esconde tan fácilmente y es un horror encontrarla. Incluso la noche que la conocí. Ella desapareció cuando le dije que no lo hiciese.
-Es escurridiza - comenté bebiendo del mío.
-Demasiado. Yo pensaba que iba a ser más fácil, que si buscaba su nombre, sabría donde viviría y boom lo tendría. La tendría. Pero con ella nada es fácil - comentó desanimado.
-¿Cómo? - pregunté intrigada.
El chico había cambiado de divertido a deprimente, pero estaba buscando a la chica de la cual se había enamorado, él estaba yendo a buscarla, él la quería, se había arrepentido, no como... Dejé de pensar en eso y me centré en el chico que contaba como la conoció y no me enteré del principio ni como llegó hasta contarme aquello.
-... La conocí teniendo sus ojos oscuros vacíos, sin vida, parecía una niña que necesitase de mi ayuda para salir y seguir adelante - siguió bebiendo de su vaso hasta terminarlo - la llevé a un sitio que para ella precioso, perfecto. Sólo la estaba llevando a un polígono donde se practicaban carreras ilegales en Stratford...
Eso no tenía que estar pasando, ¿y si el tequila me estaba afectado a la cabeza? Stratford - chica que adora Jack Daniels - chico que enseña el polígono - Ethan.
Ethan.
-Ella se integró cuando dejé de prestar atención por dos segundos, me di la vuelta y ella ya estaba dando de su fuerza femenina a un capullo. Ella me pidió que le ayudase a integrarse allí, por que ella realmente adoraba el lugar. Yo no estaba seguro, pero sus ojos, esos ojos y su sonrisa. Ugh, nunca pude decirle que no a esa sonrisa de niña buena - contestó sacudiendo su cabeza.
Era Ethan. Estaba ante Ethan. Quería llorar, gritar, saltar por la barra y abrazarlo, pero me había quedado petrificada. ¿Qué hacía Ethan en una fiesta como aquella? Él no era de esas fiestas, ¿estaba buscándome allí por que le habían dicho que yo trabajaba? Pero era imposible. Esa fiesta era privada. Tenían que tener invitación para entrar.
-Unos años después dejó de hacer lo que más quería. Ella se había convertido en nada a todo no sólo en el polígono, si no, para mi. Cuando me quise dar cuenta, habían pasado otros años cuando ella volvía. Pero diferente. Ella ya no pensaba en mi como antes, ella estaba por una simple razón. Por un chico - explicó.
Sentí nauseas. No quería escuchar la jodida historia. Ethan tenía que callarse. No quería. No quería que nombrase a ese chico. No quería.
-¿Qué haces aquí? - pregunté con un hilo de voz que pudo salir de mi garganta.
-Encontrarla, te lo he dicho - contestó él - he querido verla desde que se marchó pero... No tenía dinero.
-¿Y has tardado más de cuatro años para conseguir un billete? - pregunté y quise darme una bofetada al instante.
Ethan me miró entreabriendo sus ojos sin entender que estaba ocurriendo y por que había dicho cuatro años si se suponía que yo no conocía esa historia. Bueno, eso era mejor que decirle que parase de hablar de un chico cuyo nombre no vamos a nombrar y matarlo delante de todos haciendo que perdiese mi grandioso trabajo.
No pude responder en ningún momento, Alex estaba a mi lado gruñendo algo para mi y tenía que atender a los invitados que habían conseguido arrastrarse a la barra.
Seguí con aquellos invitados mientras dejaba que Ethan me llamase como chica, disculpa oye y terminaba con ellos para ayudar a Alex.
-Juro que odio a estos estúpidos - escupió cuando se marcharon todos y quedó Ethan de nuevo - Kate, no vuelvas a aceptar esta mierda por mi - se quejó.
Le ayudé a conseguir unas cuantas cervezas más del fondo de la nevera donde estaban.
-Fue tu culpa - me encogí de hombros - pero tienes razón, los mataría a todos uno por uno y disfrutaría por ello.
-No entiendo Kate, ¿no pueden mover su puto culo hasta aquí? En serio. No es tanto tramo. Deben joderme a mi con esto - contestó.
Siguió maldiciendo en voz baja mientras se marchaba con seis cervezas congeladas en la mano y se dirigía al final de la sala. Volví mi atención a Ethan. Se había cansado de llamarme y tenía que darse cuenta que tenía que esperar.
-Eth... - dije sin saber como iba a empezar mi monologo.
-Tú... - susurró todavía incrédulo - eres tú.
-Parece que hayas visto un alíen. Despierta Ethan, sí, soy yo. Kate - contesté rodando mis ojos.
-Pero... Allison me dijo que tu te habías ido a no se donde, te busqué, no estabas allí y entonces... Perdí a Alli - explicó.
-Era normal que te diese una dirección errónea, ni siquiera sabe donde vivimos. Lo dejó con John y para ella, somos completos desconocidos, para nosotros, ella es una grandísima perra - contesté.
-¿Qué estás haciendo aquí exactamente? - preguntó Ethan.
-Trabajar, ¿no lo ves? - era obvio. Demasiado obvio.
-Aquí... Tu trabajas aquí - dijo de lo más despacio que podía.
-Si Ethan, trabajo aquí - dije.
-No puedes - negó con la cabeza - él te va a ver, él va a querer ir contigo, él te va hacer daño - dijo asustado.
Y yo también me estaba empezando a asustar, ¿de qué cojones estaba hablando Ethan? Tenía que responderme antes de seguir con que yo no debía estar allí y seguía repitiendo cientos de veces.
-Para, para - sacudí su hombro para traerlo de vuelta - ¿puedes decirme que te ocurre?
La música cesó, las luces se encendieron haciendo que los invitados abucheasen al DJ por ello. Los invitados empezaron a hablar fuerte sobre la injusticia de ello. Pero entonces llegó.
El señor de la casa estaba entrando por la puerta lateral junto con su bella esposa colgada de su brazo. Los dos sonreían a todos los invitados dando las gracias por haber ido al cumpleaños de su hijo. Parecían la corte o un cumpleaños de críos.
-Va hacer el discurso... Tienes que salir de aquí - pidió Ethan cogiendo sus cosas con las manos demasiado alteradas como él lo estaba. Parecía un flan.
-De nuevo, para - susurré imparcial - por favor. Necesito el trabajo.
-¿Por qué? Kate, aquí no puedes estar es por tu bien - dijo él pasando una mano por su rostro.
-No puedo explicarlo ahora, mira, sólo queda una hora y media más. Luego, pienso darte todo lo que quieras, menos sexo - le dije tratando de tranquilizarle.
El padre, el jefe de la casa, estaba soltando un discurso mientras Alex atravesaba la barra y se sentaba en el suelo para que nadie le viese mientras maldecía y se limpiaba el sudor que había formado en tanto tiempo.
-Pienso tomarme una semana de vacaciones después de esto. Estúpidos - se quejó Alex allí sentado.
-Yo también las necesito, pero la Sra. Johnson no nos dejará.
-Kate, ahora. Tenemos que irnos - dijo Ethan en un tono autoritario.
-... Quiero dar las gracias a todos por venir, en especial a aquellos que han venido de lejos para volver a ver a mi hijo. ¿Podéis creerlo? Años atrás no iba a creerme que mi hijo volviese a casa después de pasarse de rebelde. Ahora lo tengo conmigo y con mi mujer, que era lo que siempre debía haber sido - hizo una pausa para coger aire el pobre hombre.
Mi jefe, tampoco era tan viejo retorcido del cual había escuchado hablar a Alex, él si que lo conocía pero yo no había tenido la suerte de hacerlo hasta ese momento, se podía ver un padre feliz por que su hijo volviese a casa.
-Vamos hijo, ven a darle un abrazo a tu viejo padre - pidió este.
Todos vitorearon el nombre de una persona. Él. El nombre que no quería nombrar. Todos lo estaban chillando alegre con risas, palmas y vítores. <<Axel>>.
No podía ser real.
Pero, como si yo fuese más gafe que un ciego yendo por un campo de minas. Me encontré entre la multitud una cabellera castaña. La misma la cual había tocado y admirado por tiempo atrás.
Cuando salió de todos sus amigos, lo vi. Él no había cambiado mucho. Sólo su vestimenta siendo ahora muy snop y nadie podría darse cuenta que detrás de aquello escondía demasiados secretos. Su cazadora, ahora era una americana importada de Italia, sus pantalones desgastados, unos pantalones de marca tejanos oscuros ajustados a sus piernas delgadas.
Era él. No había ninguna duda. Esos ojos mieles, ese pelo, esa espalda más definida que antes. Estaba a unos metros de él.
Axel Kydog había reaparecido. Después de cinco años sin saber nada de él.

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¡TA TA TACHÁÁÁN! AXEL VUELVE. Tenía unas inmensas ganas de que leyeseis este capitulo.
Muchas, me han dicho que por ahora la novela está siendo sosa, bueno, pensar que Kate ya no es una adolescente la cual le gusta participar en carreras ilegales. Aun así, no quita el hecho que haya acción esta parte. Tenéis que estar atentos a John.
Él hace que Kate se replantee si volver a utilizar una moto para salvar la vida de su amigo o seguir su promesa de no hacerlo por que
ahora tiene una vida entre manos.
Os acabo de hacer un spoiler total. Bueno, tal vez no sea como os lo imagináis. Sólo os aviso que John está entre el reparto de protagonistas en esta parte ya que es indispensable.
Dicho esto. Me voy.
Espero que os haya gustado mucho el capítulo y que comentéis que os parece el extraño reencuentro.

Vuela Libre #2 (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora