Cera Caliente

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Fernando toma mi caja, caja que contiene todo lo que me gusta, todo lo que me hace gozar, lo que me hace humedecer de una manera bestial.
-Traje algo especial, algo para que esto sea más divertido.- dijo con una sonrisa lujuriosa. Esos ojos oscuros y profundos.
Saca una veladora y su encendedor. Solté un gemido. Me gustaba su juego y él lo sabe.
Me sujeta con cuerdas las cuales son gruesas con una textura parecida a las de la seda.
-Mis favoritas.- sonrío y al terminar se quita la playera y desabrocha el primer botón de sus vaqueros.
-¿Te pedí que hablaras?- sin pensar tira de mi cabello bruscamente -¡Te hice una maldita pregunta!-
-No, señor.
Prendió una vela para después desabrochar el segundo botón y tirar de su cremallera.
Se acerca a mí como si fuera su presa, se recuesta en mi optando una posición cómoda. Sin delicadeza pellizca uno de mis pezones. Suelto un gemido que invade la habitación. Con la otra mano me rasguña desde el vientre hasta mi entre pierna llegando a mi vagina. Continúa pellizcando mi pezon pero con más fuerza. Con sus toscos dedos habré mis labios vaginales e introduce uno de ellos en mi.
-Estás empapada.- con un tono pervertido. -Me mama que estés tan mojada.- Saca el dedo y lo introduce en su boca. Yo no puedo evitar retorcerme y poner los ojos en blanco.
Sus labios van por mi abdomen, continúan en mi vientre y juega con mi entrepierna.
Me deja sin más y se levanta a tomar la vela. La cera caliente cae desde mis pechos hasta mi vagina. Suelto un gemido, me retuerzo y pido más. De golpe siento su lengua en mi clítoris, se siente caliente y suave hasta que su lengua entra en mi, lo hace con velocidad y violencia, entra y sale de una forma deliciosa. Más cera. Otro gemido. Mis piernas son liberadas y enseguida los brazos también. Me levanto. Tira de mi cabello provocando que mi rostro quede viendo al techo. Cera en mi rostro.
Se sienta en la orilla de la cama mientras me obliga a ponerme frente a él.
-Siéntate aquí.- dijo mientras me acerco -En mis piernas frente a frente-.
Obedezco y al momento de querer optar la postura toma de mi cintura y me da un centón, soy penetrada hasta el fondo.
-¡Brinca!- grita.
Obedezco y al hacerlo siento su verga dura en el fondo de mi. Me mojo cada vez más. Mis brincos toman una mayor velocidad. Toma mis grandes pechos y los muerde.
-¡Más, más más!- gritaba yo.
Una, dos, tres, cuatro fuertes cachetadas.
-¡Tírate al piso!- me ordena.
En cuatro, me penetra de una deliciosa y pervertida manera. Más cera. Ahogo gemidos y gruñidos que exigen más. Comienzo a moverme en círculos.
-Eres toda una puta.- gruñe -¡Mierda, ese culo se mueve tan bien!-.

El sonido de nuestros gemidos y del choque de nuestros cuerpos hacen que sea más agresivo. Toma de mi cabello y tira al mismo tiempo para ponerme de pie.
Me penetra con violencia. Gruñidos que piden velocidad. Sus nalgadas me han dejado colorado el trasero. Aumenta la velocidad.
-¡Me voy a venir!- y lo hace con aún más velocidad. Comienzan a temblar mis piernas hasta que ambos comenzamos a gemir.
Muevo mi clítoris de un lado a otro con velocidad hasta que mis jugos comienzan a salir disparados. Un ultimo gemido.
-¡Abre la boca!- gruñe y su salado sabor comienza a caer en mi lengua, labios y barbilla, un gran chorro. Me lo trago, él solo jadea y sonríe.
Agobiada subo a la cama y me recuesto.
-Ya puedes irte- le digo.
Rápidamente se viste, me guiña un ojo y sale.
Mi reseca boca suelta un suspiro de agobio mientras dejó caer mi cabeza y cierro los ojos. Nadie coge como él.

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