Yoongi
No era la mejor de mis noches; de hecho, no recordaba haber tenido muchas noches buenas últimamente. Tenía un mar de emociones mezcladas que me torturaban como punzadas de agujas en el cuerpo. Odiaba sentirse de esa manera. Y la mejor opción que conocía para olvidarme de mis problemas era sustituir esas emociones por otras igualmente intensas. Y las sustancias químicas parecían una muy buena idea en ese momento. Jimin y Taehyung, que estaban sentados frente a mi en la pequeña sala en la que nos encontrábamos, observaban estupefactos, pero no tanto sorprendidos. Ya habían pasado por muchas de esas noches en las que yo decidía que la mejor forma de evadirse de los problemas era drogarse, beber y liarme con alguna que otra chica. Para mí era una cuestión más que evadirse, claro, se trataba de un intento desesperado de olvidar.
«La vida en sí es una droga», solía decirle a mi primo Taehyung cuando me regañaba. Y si la vida era una droga, ¿por qué no recurrir a otra droga que te prometía exactamente la misma mierda?
Me encontraba sentado, inclinado sobre la mesita, con una expresión muy seria. Desplegué un trozo de papel sobre la mesa y un polvo blanco se hizo visible. A continuación, corté en dos mitades el papel y alineé las mitades en dos rayas perfectamente paralelas.
––Puedo decirte mil razones por las que esto es una mala idea––dijo Taehyung con los brazos cruzados.
Respondí sin levantar la mirada, muy concentrado en mi tarea.
––Y yo podría decirte otras mil razones por las que me importa una mierda lo que digas.
Jimin soltó una risita, a lo que Taehyung le dio un codazo.
Cuando terminé, hice un gesto con la cabeza hacia los dos, ofreciéndoles un canuto que había hecho con uno de mis billetes. Taehyung negó con la cabeza, pero Jimin lo aceptó y procedió a encenderlo. Yo me presioné unos de los orificios de la nariz y me incliné sobre la mesa.
––Enserio ¿no te basta con haber bebido antes? ––preguntó Taehyung.
A esas alturas, Taehyung ya debía de estar acostumbrado a que nunca le hiciese caso. Vale, Taehyung no era ningún santo, pero en su lista de acciones que muchos adultos considerarían inapropiadas e irresponsables, no estaba drogarse todavía. En el fondo, creía saber las razones de la preocupación de Taehyung. Le preocupaba que, de nuevo, en lugar de enfrentar los problemas, los evadiese. No solía hacerlo mucho, era cierto, y sabía también que no podía seguir así.
––Primo, solo es una raya de cocaína, no es más adictiva que la coca cola. Solo es para distraerte un poco y levantare el ánimo. Mañana salgo a hacer yoga y purificarme el alma.
Comencé a reírme con Hugo y mi primo puso los ojos en blanco, aunque al final tuvo que reconocer que le hizo un poco de gracia.
––Ya debe estar por llegar, ¿no? ––dijo Taehyung.
Miré la hora y me acordé de la razón por las que nos habíamos quedado en aquella sala. Me puse serio de pronto. Mi móvil comenzó a sonar en ese momento y después de unas breves palabras intercambiadas, me dispuso a esperar. La persona que estaba esperando no tardó en llegar. Serge, un conocido de Jimin, tenía un aspecto bastante magullado, con los ojos muy rojos e hinchados, y su forma de caminar era la de una persona a la que habían dado una buena paliza, con moretones en el rostro y seguramente en el resto del cuerpo.
––No llego tarde, ¿verdad? ––preguntó.
Me aguanté las ganas de darle un buen puñetazo. Noté la mano de mi primo en el hombro, recordándome que debía mantenerme tranquilo.
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A happy ending {Suga-BTS}
Fanfiction|Su amor parecía tener un final triste| Pero por encima de la familia, un secreto aterrador y de sus miedos... Estaba su amor