Una mañana cualquiera

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Abrazo tu cintura, diminuta y pequeña,
me vuelvo grande a tu lado.
Luego preparamos el desayuno, no hay café esta mañana, pero estás tú.
Nos sentamos a hablar de lo que dice facebook,
del almuerzo, de nuestro hijo, de todo lo hilarante. No hay nada serio sobre la mesa.

Luego de un rato, la calma vuelve.

Un pan es más delicioso que la conversación.
Ambos estamos sentados y en silencio, esperando algo interesante...a veces se nos olvida que somos eso, lo que también parece no ser importante.

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