Capítulo 2

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Salí de aquel lugar con lágrimas en los ojos, no miraba a nadie, sólo mis pies, camine hasta llegar a una plaza, me senté y lloré hasta que mis ojos se cansaron, el sonido de una llamada entrante sonó en mi móvil, lo tome y vi que era Capri, ella no sabía lo que sucedía, ella estaba enferma desde hace unos días.

Oye Pisciana, no me llamas ¿Sucedió algo?.

—No Capri—Dije con la voz quebrada, en la otra linea se escucho la tos de Capri y a su madre regañándola por que no tomo la medicación, me reí y ella escuchó.

No te rías de mis desgracias Rubia, por cierto ¿Por qué no vienes a mi casa?—Sonreí pero luego borré esa sonrisa, si iría me enfermaría y le haría mal al bebé. 

 —No puedo Capri, estoy con unos problemas, en verdad iría pero...., cuando vuelvas al instituto te cuento ¿Si?—Ella suspiró en resignación para luego hablarme de una cosas que hizo enferma, esta chica jamás se cansa de hacer cosas en su casa, ni enferma deja de hacerlas.

El tiempo pasó volando, al llegar a mi casa ya había oscurecido, vi que no había nadie y me alegre pero ese sentimiento se fue cuando vi una nota pegada en la heladera de la cocina.

"Hija, con tu padre y hermano nos iremos por un mes a verificar algo en la empresa de tu padre en la sucursal de México, pórtate bien y no hagas nada malo. Te mandaré mensaje cuando lleguemos, besos

-Mami"

Estaría sola, más sola que un perro, creo que sería lindo tener un perro, ya que me acompañaría siempre y  lo podría abrazar durante horas, dormir con él y jugar junto a él. Suspiré y negué rotundamente esa idea, me levante y fui a mi habitación, me acosté en la cama y pensé en el bebé.

¿Realmente yo podría con esto?...

el timbre sonó en la casa, baje casi corriendo, no quería correr y caerme de cara. Al llegar miré el mirador y estaba él, el timbre sonó unas tres veces más, me digné a abrir y él estaba ahí, con una remera negra y casaca negra, unos jeans bordo, su cara estaba totalmente seria. Realmente me quede muda sin decir algo hasta que él habló.

— Hablaremos acá o entraremos en tu casa— Asentí y le abrí la puerta, me corrí y el paso a mi lado, su perfume entro en mis fosas nasales recordando la última vez que su piel estaba cerca mío, sus voz en mi oído, su boca junto a la mía en compás de todo. Sus gemidos incontrolados que me hacían sentir la persona más afortunada del mundo, Realmente yo no me arrepiento de estar con él.

— Pi, estarás sonriendo como boba en la puerta o hablaremos— Rodé mis ojos y me senté lejos de él pero a la vez cerca.

No quería estar cerca de él, En el fondo tal vez quería todo de él pero ahora no, él había besado a Tauro y eso ya era demasiado para mi, esa maldita perra..., eso me lastimó un poco.

— ¿De qué quieres hablar?.

— ¿Por qué no fuiste al parque? te esperé...— Su mirada fue a sus manos, comenzó a juguetear con ellos, claramente estaba nervioso— A parte...

— Louisse tuvo un accidente, lo siento— Admití abrazándome a mi misma para tener un apoyo en si.

— ¿Ella está bien?— Asentí y el sonrió pero luego frunció su ceño, su mano fue a su boca y su dedo comenzó a jugar con este, no despegué mi mirada de esos labios rosados que aquella noche fueron míos durante horas interminables— Aunque no vine para saber la razón de que no fuiste al parque.

 Enarque una ceja no entendiendo, estaba confundida, miraba sus labios y sus ojos, estaba tan desconcentrada que no percate que me miraba seriamente, sus labios se movían pero no escuchaba, no oía casi nada, él se me acerco y tomo mi cara en sus manos.

Escorpio es el PadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora