Capítulo 5

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—Dime que lo que escuché...es mentira—Ella me miró atónita, dejó su taza en la mesa y luego volvió a mirarme temerosa, parecía que sus ojos no querían verme, pero aún así lo hizo.

—¿A qué te refieres?..., cariño.

—Mamá, por favor...dime que no engañaste a Papá —La miré fijamente, mis ojos se llenaron de lágrimas pero las detuve, miré para abajo pero no escuché ninguna respuesta ni balbuceo por parte de ella—Me basta con un simple Si o No, Mamá.

—Yo no engañé a tú padre Piscis, alguien te estará llenando la cabeza con mentiras.

—¡Los escuché!—La volví a mirar ahora enojada, ¿Como puede pensar que alguien me llenó la cabeza? de...mentiras, mierda, y más mierda ¿Qué le pasa en su cabeza?, está no es mi madre, ella no se comportaría así.

—Piscis, quien sea que te diga esas cosas, miente, no debes juntarte con esa gente.

Ella giro su vista y miró la mesa para luego largar un largo suspiro.

—Maldita sea mamá, los escuché y me sigues diciendo esa porquería de que alguien me llena la cabeza cuando ayer los escuché discutir; las mentiras tienen patas cortas mamá.

Tomé mi mochila y salí de la casa dando un portazo, al llegar a la parada de buses mi corazón estaba más que acelerado, nervioso... tal vez me excedí diciendo aquellas palabras, estaba conteniendo mi respiración por el simple enojo ¿Por qué me miente?..., yo no miento, yo los escuché..., largué todo el aire de mis pulmones y abracé mi panza, buscando un abrazo de mis pequeños, para luego sentarme en el banco de la parada lentamente.

Respira  Piscis...

—Oye, ¿Estas bien?—Preguntó una chica de rizos alocados mirándome con preocupación.

—¿Qué?.

La miré confundida y anonadada por su pregunta.

—Estas muy pálida, tú respiración está agitada ¿Comiste algo? —La miré atónita, esta chica era muy observadora— Tengo una barrita de cereal ¿Quieres?.

— Eh...¿Sí?.

Ella sonrió y comenzó a buscar en su gigante bolsa, era de un color rosado fluor era muy llamativo, está chica era rara, más que rara parecía un animal indefenso y diferente a todos los animales, si pensamos conciencia mía, las personas locas o con gustos raros son buenas. Noté unas leves pecas que tenía en su rostro, me encantaría que mis futuros bebes tengan pecas, sonreí imaginándolos.

—Toma, es de frutilla— Agarré aquella barrita para luego sonreír y darle gracias a la chica, abrí el pequeño paquetico y en segundos terminé de devorarlo.

— Dios santo, esto es...¿Donde compraste esta cosita riquísima?.

Ella rió y yo me relamí los labios recordando el dulce sabor a la frutilla, pocas veces comía barritas de cereal, debería de comprarlas y comerlas a partir de ahora.

—Venden en el centro de por aquí, suelo comprar una caja entera y tener en mi casa.

—Oh— Me limité a decir. Un coche rojo se aparcó frente a nosotras dos, la ventanilla de aquel carro se abrió dejando ver a la persona que conducía, no era nada más que la zopenca de Tauro.

—Lenah..., entra ya o tendrás peste—Me miró con asco y yo le saque la lengua...debería de aprender a insultar más, creo que debería de decirle a Capri que me enseñe.

Escorpio es el PadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora