Capítulo 3: Orfanato

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Días después de la muerte de Pecas, Brith decidió salir a dar un paseo por donde solía ir con Pecas. Brith cambió completamente, él mismo se sentía cambiado, sentía que no valía la pena seguir viviendo o por lo menos no encontraba una razón por la cual vivir. Volver a casa todos los días después de clase era una tortura, ya la vida le parecía una pérdida de tiempo.

Ese día durante su caminata, se encontró a Caro, su amiga de la escuela.

–¡Brith!–le gritó ella con emoción.

Brith sin la misma emoción, le sonrió.

Caro corrió hacia él y se abrazaron.

–¿Qué haces por aquí?–le preguntó Caro.

–Camino–respondió Brith siendo obvio, así que los dos rieron–la pregunta es ¿Qué tú haces aquí?

Caro rio y levantó una bolsa que llevaba en la mano para mostrársela a Brith. 

–Me mandaron a comprar algo del orfanato–respondió ella tranquila.

–¿Orfanato?–le preguntó Brith extrañado.

Ella rio.

–Esa es mi casa–le dijo con ternura.

–¿Tú casa?–continuó Brith confundido.

Caro lo agarró de la mano y lo comenzó a guiar.

–¿Quieres ver?–le preguntó Caro.

Brith asintió y continuaron caminando juntos.

Al llegar frente a una casa inmensa, Brith hizo una expresión de asombro. Caro rio suave y lo invitó con su mano. Los dos subieron las escaleras de la entrada y al abrir las puertas un nuevo mundo nació frente a los ojos de Brith.

Caro y Bith entraron agarrados de la mano, pero Brith la soltó al ver que muchos niños corrían, gritaban y jugaban entre ellos, se veía más divertido que en la escuela.

Brith sonrío asombrado y luego miró a Caro.

–¿Vives con todos ellos?–le preguntó a Caro.

–Sí, ellos son mis hermanos–le respondió Caro muy segura de sí misma.

Brith asintió aún sorprendido.

–¿Y tus padres?–le preguntó Brith a Caro sin poder entender demasiado la razón por al cual los orfanatos existen.

–Ahmmm...ellos me dejaron aquí, por eso ahora vivo aquí, pero sé que algún día una familia vendrá por mí–dijo Caro optimista.

–Ya...–comentó Brith algo confundido–pero por lo menos tus padres fueron sinceros contigo–le dijo.

Caro, sin entender la razón por la cual Brith comentó eso, frunció el ceño. 

–¿Por qué lo dices?–le preguntó.

–Porque no te quisieron y te dejaron para que alguien más te quisiera. Mis padres no me quieren, pero no me dejan y eso hace que nadie más me quiera–dijo él tranquilo.

Caro frunció los labios y dejó salir un pequeño suspiro confuso.

–¡Oye Caro!–le gritó un niño–la cuidadora Mary te manda a decir que si puedes ayudarla con algo, creo que ha llegado un niño nuevo y tiene dificultades para caminar–el niño de aproximadamente once años se encogió de hombros y se fue.

–¿Me acompañas?–le preguntó Caro a Brith.

Brith asintió.

Caro comenzó a caminar y Brith la siguió. Los dos llegaron a una oficina en donde se encuentra a la cuidadora Mary.

–Hola Caro–Mary hizo una pausa y ladeó la cabeza al no reconocer a Brith–¿Y tú eres...?

–Oh, soy Brith–le dice él estendiendole la mano.

Mary le sonrió y le estrechó la mano.

–¿Caro, podrías acompañar a Ryan a su habitación? Estará en la misma que tú–le dijo Mary a Caro.

Caro asintió y Ryan quien se encontraba al otro lado de la oficina, se levantó con dificultad y comenzó a caminar hacia Caro.

–Hola–saluda Ryan a Caro y luego le sonríe a Brith, quien le devuelve la sonrisa enseguida.

Brith y Caro acompañaron a Ryan ese día,  luego se quedaron hablando en el patio trasero del orfanato, hasta que finalmente Brith tuvo que irse a casa. 

De camino a casa, una idea se encendió en la mente de Brith y decidió esa misma noche ponerla en acción.

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