Tras mucho tiempo Mink logró conciliar el sueño y aunque sus pies colgaban sin hallar el tan ansiado contacto con el polvorientos suelo y sus brazos y muñecas estuvieran heridas y llenas de rozaduras por las cadenas tuvo unos muy dulces sueños donde una señorita de curvas de vértigo y pelo dorado le mandaba besos desde las llamas del infierno, con dos colmillos entre sus labios rojos como cerezas y dos cuernos negros y retorcidos saliendo de la espesa mata de cabello.
Ella lo esperaría al otro lado, hubiese lo que hubiese. Y esa noche estaba feliz, por fin se reuniría con su amor.
O moriría en el intento.
De todos modos no importaba, moriría en el intento fuese este exitoso o no.
Los ruidos de una multitud vitoreando llena de primitivos chillidos, silbidos, comentarios bruscos y desconsiderados y aullidos faunescos acompañados de rugidos atemorizantes, despertaron a Mink de su aletargado sueño.
Sintió como los refinados y frágiles magos rompían la magia que lo mantenía preso con toda seguridad, aunque sinceramente él no habría podido romper esas sencillas cadenas aunque estuviesen roídas por el óxido, ya estaba demasiado débil.
La manada, toda junta y predispuesta a llevar al vampiro al bosque donde vio a su amada muerta, parecía comérselo con la mirada. En su cabeza todos eran como perros babeando por una galleta, con la lengua fuera y encharcando el suelo de babas.
La realidad no era tan diferente, casi se parecía como una grotesca deformación de esa cómica imagen, adaptándola más a una temática terrorífica.
Cerró los ojos al sentir el sonido chirriante de la llave penetrando contundente en el candado que lo liberó de sus esposas y dejó que sus sentidos restantes le contaran lo que pasaba.
Comprendió que los hechiceros estaban tomando un gran recipiente de plata al sentir como el olor férreo de esta se entremezclaba con el de la sangre muerta en su interior. Sintió como los tomaban por los brazos con fuerza y notó unas garras rajar su ropa y herirle, pero no importó.
Las baldosas de piedra del camino que conducía hasta la salida de la casa acariciaron los pies inertes del vampiro, que era arrastrado y casi parecía que se deslizaba por el suelo.
El chirriante ruido de la plata contra el suelo áspero y el dulce remor de la sangre removerse en el recipiente de este material le hicieron saber que no solo se lo llevaban a él, sino también a ese caldero, donde supuso que verterían su sangre antes de beberla y...
Escuchaba a los lobos hablar de sus planes, aunque notó la voz de el alpha preocupada y poco después le confesó a uno de sus compañeros el motivo.
Sonrió al saber que este estaba afligido por la supuesta traición y el abandono de uno de sus más jóvenes miembros. Saber que no había levantado las más mínimas sospechas de la muerte de Reine lo alentó, pero se obligó a esconder sus sonrisa y fingir una mueca de dolor junto a un gemido lastimero que hizo reír a un repulsivo lobo.
Los pasos de las bestias eran apresurados y el ruido de las patas de los lobos golpeando el suelo mientras trotaban nerviosos como perros ansiosos que ir a recoger un palo o un frisbie, le inspiró una placentera sensación de triunfo.
Esos malditos lobos probarían su propia medicina. O su veneno.
Sintió la tierra húmeda y su agradable aroma se mezcló con el de las hojas de los árboles y la resina, creando un olor dulzón y empalagoso que logró camuflar la peste a perro excitado que desprendía la manada.
De pronto todos se calmaron y las garras sobre su cuerpo se convirtieron en unos fuertes dedos que lo presionaban con miedo a que escapase. Abrió los ojos para analizar la situación y identificó el lugar en solo cuestión de segundos.
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Inaceptable (gay) [En Amazon]
VampirAdam, el frío y solitario vampiro que más que rudo es cascarrabias y que más que impulsivo es violento, debe ir a Brokeback, un pueblo alejado de la mano de dios y lleno de licántropos a buscar a su maestro Mink, quien aún ser alguien a quien le atr...