Capítulo 6.

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Ruggarol.

Ruggero Pasquarelli.

Buenos Aires, Argentina.

Me dirigí al Colegio dónde trabajaba mi querida Karol, pero habían miles de niños fuera ¿Qué demonios a pasado?.

Karol Sevilla.

Escribí la oración que daba como ejemplo, era profesora de lengua, mis alumnos conversaban alegremente y yo no me inmutaba en regañarlos, después de todo eran niños de 14 años, en plena adolescencia y desarrollo. Un pitido en el parlante, que cada sala tenía, me hizó salir de mi concentración, giré sobre mis talones y pude darme cuenta de que mis alumnos no se habían percatado.

-¡Chicos silencio, están dando un recado! -Todos guardaron silencio, esperando a que el que fuera hablara.

-Silencio por favor. Bueno, comenzaré con mi mensaje para mi querida Karol; ¿Te acuerdas de mi? Sebastián.

Otra vez él, me tenía hasta el cansancio, nos acostamos le dejé en claro que fue sólo una noche, pero no, seguía insistiendo. Dijo que me amaba y anduvimos pero despues quizó que me vaya a vivir con él y que dejara mi trabajo y como amo mi trabajo, el hecho de enseñar a mis alumnos, lo dejé y ahora sólo se dedica a acosarme.

Debería denunciarlo.

-Bueno, sí te debes acordar de mi y ¿cómo no? Si pasamos las mejores noches.

-¡Uh! -Gritaron todos, hice un señal de silencio con mis dedos enojada, estaba exponiendo mi vida sexual e íntima a todo el colegio, mi trabajo.

-Pero no vengo a recordar aquellas noches, porque tendremos más, no sólo serán un recuerdo. Quiero que vengas a la oficina o si no olvídate de todos tus niños, tengo todo el colegio con respaldado, muevo un dedo y todos tus niños mueren, ven ahora. Ya quiero verte princesa, no olvides que te amo.

¡Cínico! Me ama, claro, lo que tiene es obseción por mi eso no es amor.

-Chicos quédense en la sala, no se muevan y cierren la puerta, no abran a nadie. -Dije alterada.

Sebastián es capaz de todo y es cierto, mueve un dedo y mata a cuantas personas quiera.

-Profe no se olvide que la queremos -Dijo Alejandra, una de mis tantas alumnas.

Solo asentí con lágrimas en los ojos, salí y me dirigí a la oficina.

-¡Princesa! -Dijo dándose la vuelta en la silla del director, con una sonrisa que con sólo verla me daban ganas de vomitarle en su maldita cara.

-Que haces aquí Sebastián -dije fría, cruzando mis brazos sobre mi pecho.

-Vengo a buscarte para llevarte donde debes estar, a mí lado ¡salgan! -En segundos salieron hombre de todas partes y me sujetaron, trataba de soltarme pero eran muchos y muy fuertes.

Me sacaron de la oficina mientras profesores salin de los salones y me miraban con pena -no, no quiero pena ¡quiero que me ayuden imbéciles!- y los hombres apuntaban a todos lados con armas, Sebastián se paró delante de nosotros y los hombres frenaron.

-¡Queridos profesores, alumnos auxiliares y director, no quiero que llamen a la policia, muevo un dedo y aquí todos estan en sus tumbas muertos, ella se quiere ir conmigo! -Gritó, después se dispuso a salir del colegio, todos los alumnos o la mayoría estaban fuera observandome con terror.

Ruggero Pasquarelli.

Llamaron en el momento en que iba a salir, conteste rápidamente no quería perder mi tiempo.

-Atrás está el sobre con la foto de la chica, Karol Sevilla -Dijo Victor de la otra línea.

-Ok. -Me limité a contestar.

Corté, mientras salía del auto y me dirigía donde una profesora que temblaba levemente, parecía que en cualquier momento se desmayaría.

-¿Qué a pasado? -Pregunté, pareciendo casual.

-Una profesora se metió con un tipo muy malo. -Susurró ella, ahora mordiendo sus uñas.

-¿Cómo se llama la profesora? -Pregunté alterado, temiendo que...

-Karol Sevilla. -Interrumpió la profesora mis pensamientos.

Con esas palabras salí corriendo y cuando iba a entrar salió el Blanco con muchos hombres detrás de él, por suerte tenía armamento, chaleco anti-balas y tenía una radio. (la que usan los policias).

Me di la vuelta, al parecer ninguno me había visto. Tome mi radio y hablé por ésta.

-Probando, probando -Repetí, haciendo algunas maniobras para que funcionara mejor-

-¿Aló? ¿Ruggero? -dijo Victor del otro lado.

-Sí, necesito reforzamiento, el Blanco se nos adelanto y tiene a Karol avísale a los chicos, manda a hombres mientras yo lo desconcentro ¡rápido!. -Mandé, hablando rápidamente mirando a todos lados cauteloso.

-¡Ok! -Gritó y colgó.

Me dirigí hacía la profesora quién estaba blanca como un papel.

-Mira mis manos, no puedes y no debes llamar a la policía ¿entendido? -Le hable a ella, advirtiendole.

Seguí mi camino sin esperar su respuesta.

-¡Mira a quien tenemos aquí; a Ruggerito! -Dijo sonriendo maliciosamente, como odiaba su sonrisa, como odiaba todo de él.

-¡Blanco! ¿O que nombre inventaste ahora? -Dije con maldad en mi rostro.

-¡Ja! Te volviste payaso ahora. -Comento sárcastico. -Dejame decirte que no te da.

-Querido Blanco, podrías soltar a ésta chica y todos seríamos felices, además de que nos ahorrarias trabajo. -Dije para desconcentrarlo era obvio que se negaría, todos miraban atentamente nuestra conversación.

-¡No! Y ahora iré por la demás. -Giré mi cabeza y vi los refuerzos que venían entre la gente.

-¡Oh mi querido blanco, eso no será posible! -Le grité mientras sacaba mi arma y le hacia señas a la profesora de que se hiciera a un costado, Todos se movieron y yo bajé las escaleras el Blanco me siguió.

-Eres bastante inteligente, pero no tanto como para derrotarme. -Dijo seguro de si mismo, arqueé una ceja.

Empezamos a dispararnos habían muerto muchos de los del lado de el Blanco, yo salí de la pelea y me dirigí dónde Karol que estaba con el Blanco.

-¡Me la das ahora hijo de perra por las buenas o por la malas! -Grité, ahora todas las miradas se enfocaban en nosotros tres.

-Por las malas -Sonrió maliciosamente.

Hice unas señas de que se alejarán aún más, lo que iba a hacer era muy riesgoso, pero eso implicaba mi trabajo. Riesgo.

-Tu lo quisiste así pendejo. -Agarré de la mano a la chica y le susurre -Cuando cuente hasta tres te tiras para atrás -Ella asintio, saqué una bomba de mi mochila la active y la lanzé. -Uno, dos. -Antes de decir el otro número hice una seña con mi mano de que se alejarán más fue muy rápida pero lograron captarla. -¡Tres! -Salté para atrás con la chica y explotó la bomba.

Caímos fuertemente contra el suelo, me paré rápidamente y agarré a la chica en brazos, me subí a mi Lamborghini y partí, en el camino llamé a Victor.

-Saqué a la chica dime donde voy. -Dije agitado, aún estaba un poco impactado por la escena recién ocurrida.

-Cabaña de Córdoba, cuidala -Habló rápido y corto.

Es hora de irnos a Córdoba.

(...)

Capítulo editado😴.

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