Llegamos a casa de Rosita, no éramos los primeros ya que el nuevo churri de ella estaba allí al igual que Sergio. Rosita estaba intentando cocinar mientras Sergio la detenía para evitar una catástrofe.
- ¡Hola! – dije para llamar la atención de ambos.
Por un momento dejaron de forcejear para conseguir la espátula, pero al instante volvieron por lo que me dirigí a la cocina seguida de Hugo y del otro chico. Cogí un vaso de cristal, le eché un par de hielos y lo rellené de Ron con coca cola. Me acerqué a ellos, agarré el vaso dejándolo colgado de mis dedos para que se moviera mejor y se lo acerqué a Rosita que finalmente se rindió de no conseguir la espátula y coció el vaso. Se fue al salón, la seguí y su churri también, dejando a Sergio y a Hugo en la cocina.
- Hola, soy Álvaro – me dijo justo antes de sentarnos en el sofá, por lo que me giré
- Yo Tai – nos dimos dos besos.
Rosita ya estaba sentada en el sofá biplaza, Álvaro se sentó a su lado y yo me recosté en uno de los grandes, estaba tranquila.
- Voy a poner un poco de música en lo que llega la gente – dijo Rosita rompiendo el pequeño silencio que se había formado – ¿Algo en especial? –preguntó cuándo estaba al lado de un gran altavoz.
- Lo que te apetezca – la dije
- Tengo una nueva lista en Spotify, así la escucháis y me decís que tal
- Genial – respondió él.
- ¿Y de qué os conocéis? – le pregunté mientras.
- Trabajo con ella en el Carrefour.
- ¡Qué guay! Yo eché currículum pero no me han llamado – hice una pausa – Ni ellos ni ninguno, nadie me quiere – dije dramáticamente, por lo que se rio.
A medida que pasaba el tiempo iba llegando la gente, pusimos la mesa y cuando llegó el último nos sentamos a cenar. Hicieron patatas fritas, ensalada y unas cuantas pizzas, que al principio me parecieron demasiadas pero a medida que pasaba el tiempo me daba cuenta de que estaba equivocada.
Tras la cena, la mayoría seguíamos sentados alrededor de la mesa, alguno ya había empezado a beber, otros iban por la tercera y los demás no habían empezado como yo. Me levanté de la silla y me acerqué a la cocina para ponerme la primera copa. Dentro estaba un chico que no conocía y Sam que salió en cuanto entré sin casi mirarme.
- ¿Interrumpo algo? – pregunté después de mirar como desaparecía.
- No tranquila, ya se iba.
No le conocía nada, pero sabía que mentía, lo que no sabía era el por qué. Me giré de nuevo para mirar por donde se había ido y seguidamente volví a él. Intenté descifrar su cara, pero me pareció una tarea inútil, por lo que me acerqué a la nevera y me puse en un vaso unos cubitos de hielo con vodka negro y fanta naranja. Volví a girarme, esta vez para irme y le vi mirándome como si estuviera analizándome.
- ¿Eres Taina? – dijo al fin.
- Si ¿Por? – Pregunté con mucha curiosidad.
El ambiente era raro y eso que todavía no había empezado a beber, a lo mejor esa era la solución a mi problema.
- No, por nada. Esta noche estoy escuchando muchos nombres nuevos y no les pongo cara.
- Pues has acertado – dije – ¿Y tú eres?
- Diego, encantado – estiró la mano hacia mí por lo que yo le di la mía – Fui al instituto con Rosita, Sam y Sergio.
Me quedé mirándole sin saber que más decir.
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Pelirrojas decisiones (Pausada)
Roman pour Adolescents¿Cuantas cosas pueden pasar después de volver de un largo viaje? ¿Y si no estas preparada? ¿Que ocurriría si te pones a pensar todo esto en el peor sitio posible? Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Obra registrada en Safe Cre...