PARTE I: Nuestra confesión

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Cárpatos Meridionales, Diciembre 16.

La nieve cubría las montañas con su gélido manto ocasionando un descenso formidable en la temperatura, los bosques escarchados saludaban a los viajeros mientras la luna brillaba en lo alto desentendida del tenebroso escenario de Ronald Weasley. El pelirrojo retornaba a paso lento hacia su hogar, las botas se enterraban en la nieve dificultando su andar y la ropa de invierno le era inútil porque el frío calaba sus huesos haciéndolo tiritar.

-Estoy en casa – gritó cerrando la puerta tras él. Corrió a la chimenea reanimando las llamas y sentándose en su sillón preferido se quitó las botas llenas de nieve sobre la alfombra.

-¿Weasley, podrías ser un ser humano ordenado? – le regaño Draco.

Ron se disculpó asintiendo con la cabeza. El rubio lo dejo pasar y le entrego una taza de café. El auror la recibió gustoso sorbiendo inmediatamente el líquido caliente, su cuerpo agradeció emitiendo un gemido de placer.

-Vaya, un simple café te excita – se mofó el rubio avergonzando al pelirrojo al grado de no distinguir el cabello de la cara.

-Sabes cómo me afectan las bajas temperaturas.

-Lo sé. He preparado una pequeña sorpresa para el domador sustituto – el pelirrojo lo miró impresionado ¿Draco Malfoy preparándole sorpresas al pobretón Weasley? No se lo creía – No me mires de esa forma. Lo hago en agradecimiento a tu hospitalidad y porque pese a todo pronóstico resultaste ser un profesor aceptable.

-Gracias, señor Malfoy. Se lo he dicho, es mi responsabilidad cuidarlo.

-No me llames señor Malfoy, mi nombre es Draco.

-¿Me estás dando permiso para llamarte por tu nombre?

-Sí, Ronald – respondió acercándose al pelirrojo.

-Ron, dime Ron. Ronald es como me llama mi madre cuando está furiosa – notando la cercanía del rubio estiro su mano hacia él – Por una relación cordial entre dos hombres que alguna vez fueron enemigos de colegio - Draco asintió estrechando la mano del pelirrojo en un apretón, el cual duro más de lo esperado por ambos.

-Sígueme – ordeno el Slytherin.

El auror lo siguió a la puerta trasera de la cabaña con el corazón latiéndole como un martillo insistente en la pared. Extraviado en sus pensamientos tarde se dio cuenta del lugar al cual lo había llevado Draco. Frente a ellos se apreciaba el lago con la quietud de sus aguas, el único en los alrededores capaz de mantener su estado líquido, enmarcado por la espesura de los árboles y el reflejo de la Luna ofrecía un panorama de ensueño.

-Es hermoso – declaró Ron encaminándose al final del muelle.

-Esta no es la sorpresa – le gritó. El pelirrojo regreso sus orbes azules al dueño de esas palabras – Obsérvame.

Con Ron al otro extremo, Draco cerró los ojos liberando su magia. Del dorso de su mano izquierda el destello azul recorrió su cuerpo cambiándolo. Las escamas blancas salieron al igual que las garras finalizando en un humano con apariencia de reptil albino. Solo los penetrantes ojos grises reconocían a la criatura como Malfoy.

-Soy capaz de mantener esta forma sin perder el control, las alas y cola siguen siendo un problema. Ni hablar de lanzar fuego – Ron se apresuró a regresar hasta Draco – El blanco no me sienta bien, luzco como fenómeno, perdí mi atractivo.

-¿Estas de broma? El día que te conocí en tu forma de dragón estaba impactado por tu belleza, ejemplares como tú no se dan todos los día – dicho esto el pelirrojo lo abrazo omitiendo el inconveniente de las escamas – ¡Soy un buen profesor, eh! ¡Mejor que McGonagall!

-Sueñas – le empujo suavemente. Ron alcanzo su mano izquierda presionando el brazalete e inmediatamente el rubio regreso a su estado normal – Entiendo, suficiente por hoy.

-Incluso tu ropa está intacta – el pelirrojo observo a detalle el cuerpo del Slytherin, vestido con un pantalón ajustado en color negro y un sencillo suéter blanco lucía como un modelo de la revista Corazón de Bruja – Me gustaría nadar – susurró al viento para cambiar de tema.

-Ven – Draco lo tomo del brazo dirigiéndose al final del muelle, con un gesto le indico que se sentara y él lo imito – No es posible nadar, necesitaríamos una poción para soportar la temperatura del lago. Únicamente beberemos apreciando el paisaje.

-De acuerdo – Ron convoco una botella de whiskey y dos vasos.

Una hora más tarde y varios vasos consumidos la conversación se dirigía a temas desconocidos para ambos magos.

-¿Qué opina Granger de tu trabajo con los dragones? – preguntó el rubio sirviéndole otra ronda.

-No tengo la menor idea.

-Es tu novia ¿Cómo puedes no saberlo?

-Hermione no es mi novia. Estuvimos saliendo un tiempo después de la guerra pero la relación simplemente no funciono – aclaró el pelirrojo - ¿Qué hay de ti? ¿Tienes novia?

-No me gustan las mujeres – exclamó Draco evitando la mirada del auror.

-Entonces... ¿Tienes novio?

-Tenia, la relación simplemente no funciono – le dijo inclinando su cabeza sobre el hombro del auror.

-De modo que ambos estamos solteros.

-En Hogwarts te odia de verdad, el mejor amigo del salvador del mundo mágico. Aunque admito, tu participación en la batalla final fue impresionante, lucias muy valiente y decidido mientras yo temblaba a lado de...

-También fuiste valiente, traicionar a Voldemort y unirte a la Orden no es precisamente un acto de cobardía – Ron abandono la botella en un costado pasando su brazo alrededor de Draco – Por cierto, igual te odiaba en Hogwarts. Nos hiciste la vida imposible, maldito hurón.

-La culpa es de Potter.

-No hablemos de Harry, podrías recordar cuanto me detestabas por ser su amigo, traidor a la sangre, pobre...

-Por lo visto dejaste de ser pobre, tu cambio de guardarropa es mucho mejor, no me interesa si eres un traidor a la sangre y respecto a Harry Potter no pareces llevarte tan bien con él – Draco se separó del pelirrojo – Incluso tu físico ha cambiado, eres atractivo.

-Eres un payaso andando, Draco. Hablar contigo con una botella a lado significa diversión asegurada - el pelirrojo empezó a reírse, cuando se percató que el rubio no secundaba las risas se puso serio - ¿Acaso te gusto?

-Me gustas Ronald Weasley – confirmo bajando la cabeza.

-Probablemente... Tu igual me gustas, Draco Malfoy – el pelirrojo tomó el rostro de Draco acercándolo al suyo, se deleitó acariciando las mejillas teñidas de rojo, se dejó embelesar por la delicada piel y finalmente unió sus labios en un beso inexperto como si se tratara de dos adolescentes descubriendo el amor. Ron atacó su boca con desesperación mientras Draco torpemente respondía el beso y ponía sus manos a los costados del pelirrojo.

Ahí bajo la luna; Ron se olvidó del frío porque un calor embriagador se instaló en su cuerpo, en su alma y en su corazón. Ahí frente al lago; Draco se olvidó de Harry Potter y dejo de preocuparse por su condición de dracul porque un hilo de magia envolvió su propia magia protegiéndolo, convenciéndolo de dejarla entrar y apoderarse de todo su ser.


DOMADOR Y DRAGÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora