El Vestíbulo Infernal

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Sólo existe un único rayo de luz en lo profundo de este oscuro bosque, parecido a la jungla de granate pero más frondosa, más oscura, el aire Es más pesado ; más bestias, más enemigos que buscan hartarse de mi ser.

En mi indecisión desenvaino mi arma y la empuñó justo enfrente del primer enemigo valiente que busca dar el primer mordisco.

con esto, le atraviesa su pecho y con un movimiento sesgado arrojó El cadáver hacia otro enemigo.

no me tomó más que unas pocas horas llegar a la puerta. en ésta Está un mensaje inscrito, junto con el número 9 en romano.

decía, que aquel que entrase o que cruzará el umbral de esta puerta, que abandonara toda esperanza de su cuerpo

Dudoso, apoyo mi mano en la cerradura del portal, y con un poco de temor Abro esta puerta.

una vez haya atravesado este portal me encontré con la madre del caos y el sufrimiento, el castigo y la sagrada purificación de la pena y el dolor.

Camino unos cuantos metros y no pude evitar sentirme algo incómodo, sentía como que algo no embona va, algo no cuadraba no estaba bien.

lo primero que observe fue un gran pozo de la cual escapaban algunos espíritus. estos se unían a una gran horda, que perseguía su propio final.

me puse a volar un poco porque era un espacio bastante estrecho en lo que sería el techo del vestíbulo y la gran caída.

pude observar que la persona que se encontraba el frente de la horda dirige a las demás a perseguir, a la persona que se encontraba justo en la parte de atrás de la misma, creando así un círculo vicioso interminable para Toda la eternidad.

tuve que tocar el suelo con la suela de mis zapatos para qué a que El dictador, qué controlaba las almas de la horda, se diera cuenta de mi presencia ordenándole así todas las almas que fueran a atacarme.

seguía empuñando la espada, mientras caía cuerpo por cuerpo, cabeza por cabeza, alma por alma hasta acabar con toda la multitud.
realmente no había mucha diferencia con las bestias que se encontraban afuera, pues sólo eran Cordero sin conciencia obligados a seguir las órdenes de alguien, que posiblemente ellos no eligieron. no se les dio oportunidad.

en cuanto cayeron casi todas las almas, el tirano empezaba alejarse de mi temeroso mientras miraba a su alrededor buscando quién darle la orden de asesinarme.

con un toque despiadado, enterré mi espada en su vientre y lo subí hasta la garganta. susurrándole al oído.

—maldito

no existió en ese momento algo que me hubiese marcado la conciencia..........

sólo almas........

El Guerrero Del Averno. [En Progreso] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora