El Reencuentro

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Narrado por Mateo

Miro mi reloj por décima vez y veo que sigue anunciando las tres y cincuenta y seis de la tarde. Por un momento pienso que se ha dañado asi que golpeo el cristal; veo que las manecillas sí se mueven, así que sí funciona. Miro el edificio que tengo frente a mí y me digo mentalmente que es hora de que entre. La nota que me dejaron en el hotel decía muy claro que podría ver a mi mejor amigo - o al supuesto Alberto Márquez- a las cuatro de la tarde y ya falta poco. Doy una última calada al cigarrillo que tengo en mis labios y lo tiro lejos.

Una vez entro al edificio el portero que me ha atendido antes me saluda con un gesto parecido a una sonrisa y yo se la devuelvo, aunque estoy seguro de que no ha sido una sonrisa lo que he hecho, sino una mueca. Una vez tomo el ascensor mis nervios aumentan. De pronto todas las preguntas que me hice mientras estaba en el avión vuelven a mi cabeza:

"¿Y si no es él?" "Y si sí es Alberto, ¿Cómo reaccionará al verme?" "¿Y si está casado?" "¿Y si tiene una familia?" "¿Y si por alguna razón le molesta verme?" "¿Y si es él, pero no me recuerda por el accidente?"

La última pregunta la descarto ya que Sara dijo que no había sobrevivientes luego del accidente, pero conociendo a Alberto él podría haber buscado la manera de sobrevivir. Antes de que pueda seguir con mis dudas las puertas del ascensor se abren y salgo inmediatamente. Una vez llego al recibidor de su atelier veo que la dama de la otra vez no está y las puertas están cerradas, me acerco a las puertas y luego de respirar hondo abro una. Puedo sentir como tiemblo mientras sujeto con fuerza la perilla.

-Hola, ¿hay alguien? -Hablo desde la puerta-

De pronto escucho unos pasos fuertes a lo lejos del pasillo.

-¿Alberto? -Pregunto entrando completamente al atelier-

Una puerta se abre a lo largo del pasillo y puedo ver que sale luz de ahí. Con el corazón latiéndome fuertemente camino lentamente. Veo que a mí alrededor todo es elegante y moderno. Sigo caminando hasta que llego a la puerta que está entreabierta. Me asomo un poco y veo un hombre; está de espalda, tiene unos papeles en una mano y con la otra busca algo en el escritorio que tiene de frente. Es él. No tengo dudas, conozco tan bien a mi hermano que sé que es él.

-Alberto -hablo y no reconozco mi voz; ha salido demasiado ronca debido al nudo que siento en la garganta. -

-¿Quién me busca? -pregunta en inglés con voz seria-

-Soy yo... -comienzo a hablarle en inglés pero me interrumpe-.

-Caballero en estos momentos no puedo atenderle, pero puede hablar con mi recepcionista y ella lo ayudará -habla con voz fría sin voltear a verme-.

-¿Vas a dejarme hablar o acaso me quieres tratar igual de mal que cuando nos conocimos en el internado? -Respondo en español y abro completamente la puerta de su oficina

Se voltea a verme y es él. Mis ojos comienzan a verlo sin perder un detalle. Se ha dejado un poco de barba, sus facciones están mas marcadas y si no me equivoco tiene una que otra cana.

-¿Mateo? -Abre sus ojos y sonríe ampliamente- ¿Pero qué haces aquí? -viene donde mí y me abraza-

-Imbécil -le separo de mí con un empujón y entro a su despacho-. ¿Cómo puedes tener el descaro de saludarme así sin más? -Mis ojos se llenan de lágrimas-

Sabe quién soy, así que no tiene pérdida de memoria como creí por el accidente.

-Pero Mateo, ¿Qué te pasa que lloras como una nenaza? -sonríe-

-¿Qué me pasa? ¿En serio preguntas que me pasa? -Frunzo el ceño-

-Si Mateo -deja de sonreír y se acerca un poco a mí-, me estás asustando, ¿Qué te sucede?

Momentos VelvetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora