Capítulo 6:

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El cielo estaba despejado, las pocas nubes que flotaban como si no les importara nada, eran tan blancas que parecían algo divino.

Estaba sentada en la banca que había frente a las rejillas que cerraban el paso al suicidio en la azotea de la escuela. Era ya el último día de clases del semestre. Sus padres se iban mañana temprano y ella iría con sus amigas a la casa de campo de la familia de Tammy.

Pensaba en Zuke, lo había ido a ver dos días a la semana; le llevaba comida, ropa, lo bañaba y jugaba con él.

También pensaba en Ray, que últimamente solo desaparecía de su cabeza cuando estaba frente a él. Se ponía muy nerviosa cuando eso pasaba, y su corazón latía muy rápido cuando cruzaban miradas. Estaba confundida, ¿Por qué sentía todo eso cuando se trataba de Ray?

Volvió a la realidad cuando oyó el sonido de la puerta al cerrarse. Se giró y vió a James. Hacía tiempo que no lo veía. Estaba más alto y su cabello un poco más largo.

-¡James!, ¿Qué haces aquí?, ¿Cómo has estado?

-Sam... -dijo mirando a la chica sorprendido -no sabía que estabas aquí -se acercó y se sentó a su lado -estoy bien, ¿Y tú?, vine a descansar un poco.

-Estoy bien, yo también vine a descansar un poco -dijo sonriéndole.

-Entonces te acompaño.

-Bien -dijo levantando el pulgar.

Estuvieron conversando de lo que habían hecho en todo el tiempo que no se vieron ni hablaron. James le contó lo difícil que era estar en el último año. Al sonar el timbre, cada uno fue a su salón. Las clases fueron aburridas como siempre -según Sam-. Hicieron la ceremonia de cierre. Se despidió de sus amigas y les dijo que mañana en la mañana estaría en casa de Tammy para el viaje.

Comenzó a caminar por el pasillo. Recordó el sonido del piano y fue a la sala de música. Ray no estaba. Se dió media vuelta y vió al chico "espiando" la sala de dirección, tenía la cabeza apoyada en la puerta, para escuchar mejor, ¿Por qué?, no lo sabía.

Caminó sin hacer ruido y se posó detrás de Ray.

-¡Boo! -gritó.

Ray dió un saltó y se volteó pálido.

-Estás pálido... -dijo la chica posando su mano en el hombro del chico.

-Cállate... -susurró -me asustaste.

-¿Por qué debo callarme?

-¿Quién anda ahí? -la voz grave del director se oyó del otro lado de la puerta.

El chico le tapó la boca a Sam y al oír los pasos que se acercaban a la puerta, le tomó la muñeca y la arrastró hacia el pasillo que cruzaba aquel en que se encontraban. La apoyó en la pared aun tapándole la boca y se paró frente a ella. Segundos después se oyó la puerta abrirse.
Ray dejó pasar un minuto y se asomó para asegurarse de que no los habían descubierto. Se escondió rápidamente.

-No hables -susurró y cuando ella asintió le quito la mano de la boca.

-¿Por qué?, ¿Qué hacías? -susurró de la misma manera.

-Oí algo que me llamó la atención, cuando venía a la sala de música.

-¿Qué cosa?

-Expulsaron a alguien. Pero no sé a quién.

Sam se quedó en silencio. Ray volvió a asomarse con cuidado y se escondió otra vez. Tomó la muñeca de Sam y la arrastró hasta el final del pasillo y dobló en la esquina. Quedaron en la misma posición de antes.

-¿Qué pasa? -Preguntó Sam nerviosa.

-Puede que nos hayan descubierto, el director venía hacia nosotros, por eso me moví de ahí.

-Ah...

Ray volvió a asomarse y como no venía nadie soltó un profundo suspiro. Se volvió hacia Sam y quedó petrificado al ver su rostro tan cerca. Ella también se había asomado y cuando el chico se volteó hacia ella, no le dió tiempo de hacerse hacia atrás.

Se miraron a los ojos. Ambos estaban congelados y en silencio.
El corazón de Sam latía muy rápido. Cuando lo notó se sonrojó. Ray lo notó y se sonrojó también al percatarse de la situación en la que se encontraban.

Le pareció que Sam se veía hermosa y tierna cuando se sonrojaba. Y sentía un extraño sentimiento al saber que era él, quién había causado ese efecto.

Sin darse cuenta acercó su mano a la mejilla de la chica. Fue más que nada un impulso. En esos momentos tenía la mente en blanco, ni siquiera se había percatado de que estaba demasiado cerca de los labios de Sam.

Ella no se movía, no podía quitar la mirada de los ojos del chico. Él estaba a sólo un centímetro de besarla.

En su interior gritaba y su corazón estaba a punto de escapar perforándole el pecho.

Cerró los ojos para intentar calmarse un poco y de pronto sintió los labios de Ray sobre los suyos. Se sorprendió, no pensaba que terminaría de cerrar la distancia que separaba sus labios de los de él.

El chico aun la besaba, lo que transmitían sus labios no era pasión, ni deseo, ni posesión, ni mucho menos diversión. El chico parecía tener sentimientos verdaderos por ella. Era algo extraño, pero sentía segura. Se dejó llevar por lo que sentía en esos momentos: le gustaba ese chico.

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-¿Qué fue eso Ray? -dijo al separarse de los labios del chico.

-Y-yo... no era mi... bueno sí pero...

-Tranquilo -dijo entre risas.

-Me gustas Sam.

-... -no tuvo palabras. Sabía lo que Ray sentía, pero que se lo dijera era diferente.

-Tu... también me gustas -se sonrojó nuevamente.

El chico la abrazó y soltó una pequeña carcajada.

-¿Saldrías conmigo?

-¿Q-qué?

-E-está bien si no quieres... -dijo cabizbajo mientras miraba hacia otro lado.

-No es eso... es  solo que, en las vacaciones saldré con mis amigas a la casa de campo de Tammy...

-Oh, ya veo, ¿y dónde es?

-En las playas de California.

-Entonces, iré por ti -dijo con una radiante sonrisa.

-... está bien -Sam miró la hora en su celular. -¡Oh, ya es tarde, debo irme a casa!

-Está bien, pero dame tu número de teléfono. -Dijo extendiéndole su celular.

Sam lo anotó y se despidió de Ray agitando su mano mientras sonreía. Ray le sujetó la muñeca y la jaló hacia él. Besó a Sam por última vez en el día.

-Nos vemos luego -sonrió, se volteó y se alejó por el pasillo.

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Pasada la noche, Sam se despertó con el sonido de su despertador. Se levantó con entusiasmo y abrió las puertas de su closet. Sacó un vestido, su ropa interior y corrió hacia el baño. Se duchó en quince minutos, se arregló el cabello, comió un rápido desayuno y se cepilló los dientes para subir por sus maletas y su celular.

Cuando hizo un conteo de todo lo que tenía para cerciorarse de que no le faltaba nada, bajó las escaleras y salió.

Esperó que un taxi se detuviera con su señal y subió. Le indicó la dirección al chofer y al llegar saludó a sus amigas y a los padres de Tammy.

Todos subieron a la camioneta y emprendieron el viaje.

De la cárcel a la caja de sorpresasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora