Capítulo 10:

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A tres días de la salida con Bruno, Sam jugueteaba otra vez con su amigas en la playa. Había ido a hablar con Bruno a la tienda donde lo conoció.

Jugaba con Katt y Luna en el agua mientras Tammy tomaba un siesta bajo el quitasol.
Al cabo de media hora, las cuatro dormían plácidamente.

Sam se despertó primero y fue a recorrer la playa por la orilla.

-Sam -una voz familiar se oyó a sus espaldas.

Se volteó y se encontró con el rostro de Ray.

-¡Ray!, -saltó sobre él -me alegra verte. Creí que no vendrías, ya ha pasado casi una semana desde que salimos de vacaciones.

-Sí, lo siento -se rascó la nuca sonriendo culpable. -Tuve que trabajar un par de días para reunir dinero.

-Verdad, lo siento...

-Sam -oyó la voz de Bruno que le hizo voltear para toparse con su sonrisa.

-Bruno, ¿ya terminó tu turno?

-Sí. Oh, hola. Soy Bruno, amigo de Sam.

-Hola, yo soy Ray, también amigo de Sam. Pero quiero ser algo más -soltó relajado.

La chica se sonrojó ante las palabras de Ray. Se volteó nerviosa hacia Bruno y vió tristeza en su mirada.

El chico también la miró y notó su sonrojo. Se sintió roto al pensar que él no había logrado hacer lo mismo en su cita.

-Vaya... creo que me ganaste.

-¿A qué te refieres? -preguntó Ray.

-A mí también me gusta Sam -sonrió fingidamente.

A la chica se le detuvo el corazón unos momentos al oír la confesión de Bruno.

-Ah, yo... -empezó a decir Ray.

-Tranquilo, no importa. Sé que ella te quiere a tí.

Tras oír las palabras de Bruno, Sam lo miró a los ojos y notó que el chico realmente gustaba de ella. Se sentía mal por él. Bruno había sido amable y caballeroso. Y ella sólo le había roto el corazón.

El chico se despidió de ambos diciendo que tenía cosas que hacer. Sam sabía que estaba mintiendo, podía notar en sus ojos la tristeza. Bruno estaba herido por dentro.

-Es un buen chico. Me cae bien...

-Lo es. Cuando no estabas me invitó a salir. Se comportó como un caballero en el cine. No intentó pasarse de listo conmigo y no me tocó a menos que yo se le permitiera.

-Vaya... -dijo un poco molesto. Pero no mencionó nada más.

-Vamos por un helado -sonrió y besó a Ray.

Comenzó a caminar hacia la escalera para salir de la arena. Sintió la mano de Ray entrelazando la suya y se sonrojó, pero no apartó la mano. No le importaba que Ray no le pidiera permiso para tomarle la mano, como lo hacía Bruno. Ella lo quería tal y como era.

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Sentada en una banca, tomando aire, estaba Sam. Ray se había ido. El dinero no era suficiente como para quedarse por más de dos días. Bruno aun estaba trabajando y no tenía nada que hacer. De pronto oyó unas risas. Buscó de donde provenían y vió a una pandilla de chicos en las afueras de un callejón.

El miedo de apoderó de ella y pensó en una manera de huir disimuladamente. Pero la pandilla ya se acercaba a ella. Se puso de pie por si la situación se ponía muy mala.

De la cárcel a la caja de sorpresasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora