capítulo 6

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Aquella noche no pude dormir, habían pasado muchas cosas, aquel brujo, mi mate, la Suma Sacerdotisa, eran demasiadas emociones para un día. Se acercaba el amanecer, el aquelarre donde vivo nos reunimos al amanecer para rezar y agradecer a los Dioses por un nuevo día lleno de nuevas oportunidades. Fui a prepararme, me puse un vestido verde, manga larga, escote en V, este se ajustaba a la cintura, fui a ponerme mi capa, salí con mi madre para reunirnos con el resto.                                                                                                                                                        

 Luego de salir del templo nos dirigimos a un río para bañarnos, nuestros ancestros decían que siempre debíamos bañarnos en aquel río para purificarnos y por alguna razón sus aguas siempre tienen flores, y al atardecer estas desaparecen. Me estaba bañando cuando me empecé a sentir observada, dirigí mi vista a unos matorrales y vi unos ojos violetas que me observaban, me apresuré a cubrir mi cuerpo y a salir de ahí, sabía de quien eran esos ojos violetas que había visto y sabía que eso traería problemas.

Artemisa se dirigía a su casa, su madre se quedó hablando con unas amigas, ella se adelantó para hacer la comida, estaba entrando al jardín frontal de su casa cuando siente que la halan del brazo, en eso ve a Loutreamont.                                                                                                                             - ¿Qué estás haciendo aquí? Te pueden castigar- digo casi histérica.                                                             - Cálmate, estoy aquí porque quiero pedirte matrimonio. dice Loutreamont sonrojándose.

   Daemon se dirijia a casa de Artemisa para pasar el día junto a ella y luego llevarla al Risco de la Luna para marcarla. Va llegando a la casa de Artemisa cuando detecta el olor de el brujo de anoche, acelera el paso encontrándose con una terrible escena, dolor, ira y frustración al encontrar a ese brujo sobre su mate. El lobo salió, golpeó al brujo, escuchó un grpo pero no se detuvo hasta que llegaron sus hombres.                                                                                                                   - Castíguenlo- gritaba, parecía poseído, desorientado y desolado- y tú- dijo acercándose a Artemisa- nunca te marcaré como mi mate- dio media vuelta y se fue.  

Artemisa estaba devastada sentía como si le faltaba una parte de si misma, le faltaba su mate. Pasaron los días hasta que llegó el momento de ir a Avalón para descubrir sus poderes. EStaba vestida con un vestido esmeralda que resaltaba sus atributos, que al llegar a las caderas caía libre hasta los pies, era descubierto en los hombros y manga larga, la capucha era un verde oscuro y tenía los labios pintados en un rojo no tan intenso, la capucha estaba de tal forma que no dejaba ver sus labios.                                                                                                                                                    - Te ves hermosa Artemisa- dijo su madre con lágrimas en los ojos- recuerda esto, tu verdadero poder proviene de ti y por eso no tienes por qué inclinarte ante nadie Artemisa.                                   - Siempre lo recordaré madre- le dije a mi madre aguantando las lágrimas, tenía que ser fuerte y sabía que la volvería a ver- mamá entrégale esta carta al alfa cuando el barco parta, por favor.     - Claro hija, yo se la entrego- dijo con ternura mi madre.

Ya era hora de la caravana, las brujas más viejas guiaban la caravana desde al frente, le seguían sus aprendices y luego nosotras, la nueva sangre                                                        

La bruja y el alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora