1-Madrugada

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Me senté. Me encanta este lugar, es como estar en el cielo, puedo sentir la suave brisa y también ese ligero frío en mis piernas, por eso me gusta venir con pantalón corto aunque sea madrugada.

Por si se lo preguntan estoy en un edificio bastante alto, calculo unos diez pisos aproximadamente de puros departamentos, son las ocho de la mañana en verano por lo tanto ya es de día pero siempre a estas horas hace un poco de frio.

Vine con mi mejor amigo Blas, tenemos todo en común y ama la adrenalina igual que yo, ¿Por qué digo adrenalina? Pues les cuento que hemos venido por los techos de las casas hasta llegar al patio interior de un edificio ya que desde afuera del mismo resultaba imposible entrar sin ser vistos de alguna manera.

Este edificio tiene allí escaleras exteriores en zig zag que conectan a un departamento por piso, eran de acero por lo tanto hacían más ruido de lo normal y a medida que ibamos subiendo pasábamos por el frente de la puerta de todos los departamentos, la verdad temía que alguien nos escuchara y llamara a la policía pero si no llegaron hasta ahora no creo que alguien se haya dado cuenta o despertado como para llamar. Una vez arriba debimos escalar unas repisas de madera que tenían en la pared entre medio de los dos ultimos departamentos, las cuales crujían pero por suerte no demasiado, de esa forma llegamos hasta aquí, hasta el techo. La verdad me da un poco de vértigo pero ¡me encanta!

Él y yo hemos pasado tantas aventuras juntos, ¡no se dan una idea! sería un sin fin de anécdotas que podría contarles, es genial, lo siento como a un hermano. Sinceramente estamos igual de locos, quizás por eso somos amigos... ¡En fin!

Irme de casa a estas horas me hace bien, con tal mis padres no se enteran, salen a trabajar muy temprano y llegan de noche, ellos son empresarios y viven viajando por negocios o simplemente se quedan en sus oficinas. Debo admitir que también me encanta la soledad por eso disfruto cuando ellos se van y puedo quedarme sola, pero otras veces me gusta estar con Blas, no sé, simplemente sé que no encontraré a nadie como él.

Como les decía estoy acá, sentada en la orilla con los pies colgando mirando para abajo disfrutando de la altura. Blas me pasa un cigarro, él también toma uno y mientras contemplábamos las vistas empezamos a fumar. Hablamos de la vida, de anécdotas y nos reímos por que no puede faltar en nosotros hacer alguna payasada.

¿Qué?, ¿Pensaron que era solo eso la adrenalina? ¡Claro que no!

Pasó por la calle sobre la que nosotros estábamos asomados. Si, una de estas patrullas que dan vueltas, supongo que lo hacen por seguridad.

La observábamos con curiosidad, Blas y yo nos miramos al mismo tiempo por un segundo, fue como una comunicación con la mirada, automáticamente supimos lo que nos quisimos decir el uno al otro, se trataba de que no debíamos hacer ni el más mínimo ruido.
Los patrulleros iban con las ventanillas abajo vigilando al rededor.

En ese momento Blas estaba tan concentrado que se descuidó del cigarrillo que tenía en la mano, quizás le había perdido interés por que ya se le había apagado. Entonces vi como el filtro se desliza entre sus dedos y cae sobre la vereda de aquel edificio.

Lo miro rápidamente y le doy un "ligero" golpe en el brazo —¡Estúpido! —Le susurro—¡Lo siento! —Contesta Blas tocándose el brazo que le golpee y sorprendido al no poder creer como se había descuidado.

Cae el filtro. Uno de los policías lo nota al instante, se asoma por la ventanilla, mira hacia arriba y nos ve a nosotros. Ellos saben que ver a dos chicos a estas horas de la mañana sobre un techo no es nada bueno, saben que personas como nosotros subimos a lugares ajenos y eso no está permitido, o simplemente creen que se puede tratar de algún intento de robo, la verdad que nunca los entenderé pero bueno.

El punto es que veo como se detiene la patrulla, nosotros ya habíamos reaccionado apenas nos vio y corríamos para poder bajar lo más rápido posible. Llegamos abajo, y los dos policías estaban ahí, corrimos hacia la pared que teníamos en frente, la escalamos mientras los policías estaban atrás nuestro persiguiéndonos y apuntando con un arma. —¡Alto ahí!, ¡Deténganse! —Gritaban, pero eso no nos detuvo. Alcanzamos a subir al techo de esa casa, y corrimos por todos los que pudimos sin detenernos hasta asegurarnos de que ya los habíamos perdido.

El corazón me latía a mil.

—Creo que ya los perdimos —comenta Blas sonriendo mientras esta inclinado, apoyándose con las manos en sus piernas y tratando de recuperar la respiración.

—¡Ya los perdimos pero por poco nos disparan! —dije algo alterada.

—Bueno pero eso no pasó, relájate.

—Mejor me voy a mi casa, me siento cansada —. Quise fingir mi fastidio. He de admitir que fue muy divertido, pero había sido por culpa de Blas y el estaba contento, no parecia sentirse para nada culpable.

—Está bien nos vemos Gema, cuídate, y no te enojes amiguita sabes que te quiero —responde con una sonrisa tierna mientras me da un abrazo.

Yo no me resistí, intente seguir haciendo mi cara de enojada, pero cualquier acto de ternura es mi debilidad, y él lo sabe.

Tomamos caminos cada uno por su lado.

NO PIENSES EN ELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora