3-Problemas

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El tiempo corrió como si nada, el cielo se estaba aclarando y yo tratando de ganar en el jueguito de mi celular. Perdí, así que fue motivo suficiente para cansarme y terminar con ello, me puse de pie, guarde todas mis cosas en la mochila y me asome para asegurarme de que no hubiese nadie en la calle.

Comencé a gatear para no tener que dar pasos ya que si lo hacia lo escucharía la gente que está en la casa y no quería alertar a nadie, me colgué de la pared hasta sentir que mis pies estaban sobre la reja, poco a poco me agaché y seguí bajando cuidadosamente hasta tocar el suelo.

Tanto me gusta la soledad que iba caminando súper relajada por la vereda, no hay nadie todo es silencio, ni autos (de vez en cuando podía llegar a pasar uno que otro pero nada más.), ni sol, ni nada, era como que estaba nublado, me encanta este ambiente.

Llegando a la esquina veo un auto acercarse, me detuve para esperar a que pase. Estaba tan tranquila que no tuve prisa y quede mirando como el auto se alejaba, hasta que siento como alguien desde atrás engancha mi cuello con su antebrazo derecho, mi reacción fue instantánea: con mi brazo izquierdo le di un codazo en el estómago mientras que agarraba su antebrazo con mi mano derecha para usarlo como base de apoyo y tomar impulso para darle con la cabeza en la cara, al debilitarlo de esta manera y agarrando su brazo ya con las dos manos, di media vuelta con la intención de torcerle el brazo, sin un mínimo interés de saber su identidad le di con la rodilla en la entre pierna.

—¡Relájate! ¡Soy yo! —Dijo cubriéndose la entre pierna e inclinado por el dolor.

—¡Ay perdón, perdón! no imagine que eras tú perdón —Aclaré sorprendida.

—Solo quería asustarte no que me dieras una paliza.

— ¿Y qué esperabas que hiciera?, ¿qué me alegre al pensar que me querían asaltar o secuestrar?

—Tienes razón perdón—me dijo sentado en el suelo todavía adolorido.

—Eso te pasa por idiota —Hice una ligera sonrisa mientras le tendía mi mano para ayudarlo a levantarse.

Tomo mi mano y se puso de pie, note que a él no le causo mucha gracia ya que eso fue lo último que le dije cuando corte con él, pero esa era la idea así que mejor para mí.

El nombre de ese idiota es Daniel, el anda en lo mismo que yo: El parkour. Y desgraciadamente gracias a eso fue como nos conocimos. Después de todo quedamos en ser amigos, así que bueno, así nos llevamos.

Iba camino a mi casa porque seguramente mis padres no estarían y ahora el esta retrasándome así que le dije:

—Tengo que ir a mi casa adiós.

— ¡No espera! —Dice apurado mientras me sujeta el brazo—me gustaría saber si quisieras ir a una mansión abandonada, es una que hemos encontrado con mis colegas, y sé que a ti te gusta explorar sitios así. ¿Qué dices?

Me quede pensando.

—¿Cuando? —Pregunte dudosa.

—No hemos arreglado fecha pero te avisare por mensaje de texto ¿Te parece?

—Emm está bien, Adiós. —Respondí cortante.

—Bueno cuídate Gema, hasta luego —Dijo relajado.

Acababa de llegar a mi casa y saque la llave, cuando intente introducirla en la cerradura no me dejaba girarla de tal modo para abrirla, lo que significaba que ya estaba abierta. Entré sin importarme nada, y los vi, ahí estaba mi padre y mi madre en el sillón, esperándome. Me miraban demostrando su preocupación y fastidio.

Hubo un silencio incomodo, me quede parada porque sabía que tenían algo para decirme.

—¿Por qué te fuiste? —Dice muy enojada mi madre luego de unos segundos.

—Por qué quise —Contesté tranquilamente.

—¿Sabes lo peligrosas que son las noches allá afuera?—Continuó la discusión mi padre.

—Más que ustedes seguramente. Además, ¿Desde cuándo les importo si se puede saber?

—Si nos importas —Responde mi madre mientras se pone de pie indignada –.Por favor dime que has ido a dormir a casa de alguna amiga y no has estado toda la noche en la calle.

—Sí, estuve toda la noche en la calle. ¡Y ahí estoy mejor que con ustedes!

Ahora también se pone de pie mi padre:

—Esto no puede seguir así. ¡Vas a volver a la escuela ¿me escuchaste?! No vas a seguir escapándote, también tienes que estudiar ¡no puedes vivir la vida como una vagabunda!

—¡¿Que?! —No podía creer lo que me estaba diciendo mi padre—No quiero volver, no la paso bien, no sirvo para hacer amigos ¡maldición!

—Pues así va a tener que ser, quieras o no —. Aclara mi padre todavía fastidiado.

—¡Ya no saben qué hacer para deshacerse de mí! —Dije triste con cara de desilusión.

Di media vuelta, avance y subí las escaleras rápidamente para llegar a mi habitación. No vi sus expresiones pero ninguno de los dos respondió.

Una vez arriba me paré dando la espalda a mi cama y me tire quedando boca arriba mirando al techo. Aunque esté destrozada por dentro nunca quiero expresar mis sentimientos, así que no llore, me quede otra vez pérdida en mis pensamientos unos minutos, hasta que se me vino como por arte de magia a la mente que tenía en mi mesa de luz fotos viejas, quería recordar cómo eran las cosas antes así que me di vuelta y me arrastré un poco por la cama rápidamente hasta alcanzar la mesa, abrí el cajón y ahí había un montón de fotos llenas de polvo.

Empecé a pasarlas una tras otra, eran fotos de nosotros tres, fotos en las que yo era pequeña, de nuestros viajes, y nuestros momentos en familia. Parecía ser que éramos felices, no sé qué fue lo que pasó, no recuerdo nada, solo sé que de un momento para el otro ya no éramos una familia feliz.

Si ya estaba sensible por lo que acababa de pasar imagínense después de ver estas fotos, casi se me escapa una lágrima.

Días después...

Sonó la campana, sí, mi primer día de clases, no sé qué voy a hacer. Hace varios meses había dejado la escuela, ahora era otra distinta a la anterior llena de ricos, y si no había podido adaptarme antes menos ahora.

Estoy andando por los pasillos camino al salón, muchos me observan, que ganas de preguntarles a todos que mierda están mirando, detesto su poca disimulación, pero si hay algo que se es que hay que tratar de dar una buena impresión el primer día, con mi apariencia de "chica urbana" no lo estoy consiguiendo, pero con cómo me visto nadie se mete así que no me importa.

Llegué al salón, todos hacen fila, entonces pregunte cual era la mía, la mujer que parecía organizar estas cosas me la señaló y fui tranquilamente a formar. Todos me quedaron mirando, y eso que estaba atrás del todo, se sentía como una cebra entre caballos, yo era la mancha de la camisa, la única pieza que no encaja en el rompecabezas.

Cuando terminó todo pasamos a nuestras aulas, yo fui lo más rápido que pude, guiandome por los que iban mas adelante de mi fila, para poder agarrar el banco del fondo y que estuviese lo más arrinconado posible.
Lo conseguí por suerte, me senté tranquilamente y como si nada. Mis compañeros seguían mirándome con curiosidad, algunos con desagrado, y otros alegres, ya se les va a borrar esa sonrisa de la cara porque no quiero ninguna amistad, No confío en nadie.

Ya estábamos todos sentados y esperando a la profesora, yo solo rezaba por que no entrara, me mencionara y que todos me queden mirando esperando a que yo diga algo.

Escuche como se abre la puerta, vi entrar a la profesora y atrás suyo venía alguien más. Oh por dios, no puedo creerlo, es ella...

NO PIENSES EN ELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora