IV

9 0 0
                                    

El día llego. Por fin me decidí a hablarte. Estaba que morirá de nervios, me sudaban las manos, me temblaban las piernas. En un momento pensé en echarme para atrás y dejarlo para otro día, como siempre lo hacía. Pero algo dentro de mí me decía que lo intentara, que no podría salir tan mal. Así que me agarré los pantalones. No literalmente, obvio. Eso sería raro. Y me acerque a hablarte. Bueno, yo sola no, pero ya era un avance. Aprovechándome un poco de tu amistad con Cecilia me acerque con ella, así no sería tan incómodo para ninguno.

Cecilia, tú y yo hablamos como media hora. Que fue el tiempo del receso. La conversación fue bastante agradable, yo incluso bromee contigo. Estaba en las nubes en esos momentos. Pero aún no se si yo sola podría hacerte una plática decente. A decir verdad mi vida no es tan interesante. Te aburriría con cualquier plática.

El día acabo y a la salida, como era costumbre ya, todos nuestros amigos y nosotros fuimos directo al parque que estaba a unas cuantas cuadras. Tú, como siempre ibas con tus amigos a las canchas de basquetbol a entrenar un poco. Mientras yo y mis amigas, junto con Sara, nos sentábamos en las gradas a echarles porras. O al menos ellas, yo me pasaba todo el partido admirando como tu cabello se movía cuando saltabas para encestar el balón. Admirarte era todo un gusto.

Pero claro, como siempre, Sara estaba ahí, mirándote. Tal y como yo lo hacía. De verdad que cada día la odiaba más. Odiaba que hablara más contigo que yo. Odiaba como te sonreía con esa sonrisa perfecta que encantaba a todos los chicos. Odiaba el hecho de que ella te agradara más que yo. Odiaba que ella pudiera abrazarte como si nada y que tu correspondieras sus abrazos. Pero más me odiaba a mí por el simple hecho de que era incapaz de siquiera poder demostrar los sentimientos que tu provocabas en mí. Ya que, si no recuerdas, me dedicaba a golpearte siempre que tú me hablabas. Pero no era mi culpa, era tu estúpida culpa. Ya que siempre que te acercabas a hablarme comenzabas con un ¨German esta por ahí¨ o ¨ ¿todavía te gusta German?¨ o alguna estupidez por el estilo y mi única reacción era golpearte por imbécil. ¿De verdad no notabas que me gustabas? Al principio creí que eso era bueno. Pero joder, ¿a quién engañaba? Me hubiese encantado que tú lo notaras y me hicieras las cosas más fáciles. Ya que le comentarías a tus amigos al respecto y ellos al ser buenos amigos de Mariana le contarían que pensabas de todo esto. Ella me comentaría a mí y así yo sabría si tu opinión al respecto era buena o de completo asco hacia mí. Así yo pensaría si sería buena idea intentar confesar lo que sentía o si era mejor callarme todo. Pero nooo. Jamás lo notabas, y eso era tan frustrante. Aunque para ser sincera con mi actitud hacia ti no me sorprendería que pensaras que yo te odiaba o algo por el estilo y que por esa razón no te agradara tanto como te agradaba Sara.

Como un mes después comenzaron a correr rumores de que yo te gustaba. Sé que dije que me encantaría que lo notases. Pero en ese momento estaba aterrada. No sabía cómo reaccionar. Si emocionarme por el hecho de que yo...una completa antisocial le gustaba a un chico como tú. O asustarme por el hecho de que algo así paso con Germán y tal vez los mismos chicos de la vez pasada había notado que tú me gustabas y habían corrido el mismo rumor que aquella vez. Que yo te gustaba a ti. Mi crush y yo como tonta caería en su estúpida broma e iría a confesarte todo. Haciendo que la amistad se jodiera.

No. Mierda, no de nuevo. No quería caer en eso otra vez. No quería hacerlo...no debía hacerlo. No sabiendo lo que pasaría. Aunque, tal vez tu reaccionarias diferente a Germán. Después de todo, todas las personas reaccionan diferente a las situaciones. No quería arriesgarme...¿o si?. Dicen por ahí que el que no arriesga no gana. Pero para ser sincera me asustaba arriesgarme. No quería que lo único que ganase fuera una amistad jodida, o peor aun, que me odiaras y jamas volvieras a hablarme ni siquiera para molestarme

Para ti, querido crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora