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Él parpadeó dos veces y después pateó la puerta asustando a Flaky, aun cuando no era la primera vez que el veterano casi destruye su puerta con una de sus famosas patadas, la chica aún se asustaba cuando lo hacía.

—Lo siento —dijo él sin verla. La disculpa fue más por inercia que por de verdad sentirlo.

Flaky ya estaba acostumbrada a sus disculpas vacías más no a sus patadas a su puerta.

—No tardaré en acostumbrarme —suspiró asegurándolo para ella misma (o al menos eso intentaría) mientras abría la puerta sin ningún problema, aguardo las llaves en su bolso. Entró seguida de él.

—¿Dónde dejo esto? —Le preguntó Flippy enseñando los papeles con la mirada.

—En la mesa, por favor.

Se quitó el saco dejando ver sus esbeltas piernas cubiertas por las panty medias claras y la minifalda azul marino, se acomodó el chaleco a juego y la corbata roja, cuando el joven veterano la vio alzó una ceja.

—Vaya. Vienes con falda hoy ―comentó Flippy un poco sorprendido.

Una vez él le había preguntado a Flaky el por qué solo vestía pantalones (o en peor de los casos, pantalones de mezclilla) para presentarse a trabajar en una oficina siendo ella la secretaria de un psicólogo, antes de que Flaky respondiera sin ninguna duda:

»Odio las faldas ―le había dicho; haciendo énfasis en el odio.

Al parecer seguía odiándolas, nada más había que ver la cara que puso ante su observación.

—Se me acabaron los pantalones limpios —refunfuñó la pelirroja escondiendo la imagen de sus piernas tras su escritorio pero en medio de su caminata el zapato ladeó haciendo que su tobillo casi tocará el suelo provocando que Flippy casi se echara a reír.

Flaky miró a esos horribles zapatos de tacón pequeño y después fulminó a Flippy con la mirada.

—Además el jefe me ha dicho que es necesaria mi presencia usándolas de vez en cuando ―murmuró nada feliz.

—Me lo maginé —canturreó el chico sonriendo con burla, al parecer la pequeña Flaky no iría jamás con falda por su propio gusto, sino por el los demás.

Era otra cosa que le incomodaba de ella, hacía todo lo que los demás a excepción de él, le decían que hiciera y ni siquiera se daba cuenta.

—Ya me había hecho la idea de que deseabas provocarme —siseó deseoso de molestarla entre cerrando los ojos sin dejar de sonreír con burla.

Ella golpeó la mesa con su palma y gritó sonrojada:

—¡El jefe te necesita ya!

Flaky no iba a caer en sus provocaciones ni comentarios en doble sentido. El muy atrevido. Él podrá ser un veterano atractivo y verse joven para alguien que pasó por una sanguinaria guerra, pero ella jamás se vestiría como una mujerzuela para llamar su atención, nunca. Él estaba loco si pensaba por un segundo lo contrario.

—Bien, bien, me voy, —alzó los hombros y se dispuso a salir por la puerta—. Flaky —llamó antes de salir dándole la espalda pero viéndola de reojo maniendo la mano en la puerta.

Flaky lo miró y Flippy el gruño antes de salir:

—Te odio.

La asistente sonrió y dijo entre risas pequeñas:

—Yo igual Flippy, —se sentó en su silla soltando un suspiro—. Yo también te odio —cerró los ojos un momento preparándose para continuar su trabajo pendiente de la noche anterior, prendiendo su ordenador y lastimándose con la luz que este desprendía. 

𝐃𝐨𝐧𝐜𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐝𝐨𝐬 𝐃𝐫𝐚𝐠𝐨𝐧𝐞𝐬 | 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora