— Creo que eres alguien increíble— menciona Thomas mientras pasa su camisa deportiva por encima de la cabeza para ponérsela.
— Gracias— sonreí, pero cuando pude ver su rostro denoté evidente sarcasmo.
— Increíblemente idiota— corrigió con una falsa sonrisa.
Han pasado tres días desde que recibí ese extraño mensaje que multiplicó mi curiosidad y elevó todos mis sentidos; ya que recibir por casualidad un mensaje que tiene por contenido algo que va acorde a tu vida no es muy común que digamos.
Traté de buscar y localizar el número que me envió ese mensaje. Pero no tuve éxito. Todo me aparecía sin información o error en la data, así que, como no lo pude localizar, tuve que poner a prueba mi plan "B": el cual fue preguntarle al mismo número ¿Quién era?
Lo sé, no es muy listo, pero sólo soy un chico de diecisiete años que no se ha especializado en el acto criminal del hacker. Aún no he recibido respuesta y me estoy quedando sin opciones.
Por otro lado, Thomas, en estos dos días, se ha convertido en uno de los pocos amigos que he hecho en este pueblo, sin embargo aún no me ha dicho su historia con Daniela. Siempre esquiva de una u otra forma el tema. Aún conservo la teoría de que es su ex, aunque algo en sus miradas me dice que eso es poco probable.
En cuanto a Daniela, últimamente me he dado cuenta de que lo que mencionó una vez Thomas es cierto: Ni ella, ni sus hermanos o Susan hablan con otras personas que no sean ellos mismos, lo hacen muy poco. O al menos eso pasaba hasta que llegué yo; ya que extrañamente Dani y su amiga son muy abiertas conmigo. Eso en parte me ha vuelto un poco popular, ya que soy el único con el que Daniela habla a parte de sus hermanos y Susan. Aunque el hecho de que ellas me hablen, no significa que el resto de su familia lo haga. El gorila me sigue odiando. Sí las miradas mataran, ya estuviera enterrado tres metros bajo tierra. Y con los demás hermanos... digamos que ni siquiera nos hemos presentado formalmente.
Ahora me encuentro en el instituto, específicamente en los vestidores para salir a la cancha a conocer a mi profesor de deporte.
Yo odiando los jueves y algo me dice que los odiare más.
Thomas está conmigo en este clase, algo que no sé si agradezco o me obstina, ya que el rubio ha estado muy bipolar en la mañana. Ha pasado de estar muy feliz cuando me vio, a luego estar rígido cuando prácticamente me decía por cuales pasillos recorrer para llegar a la primera clase, para luego volver a su estado amable cuando nos pasábamos los resultados en un pequeño evaluativo de matemática— para ver qué tanto sabíamos de la materia—, para que luego pasara a un estado que logro divisar como algo comparado con el enojo.
— ¿Ahora qué te sucede?— cuestiono mientras agarro mis gomas y me siento en una de las bancas para ponérmelas. De reojo veo a los demás estudiantes vistiéndose y gritar cosas que se pierden en el bullicio que hay en este pequeño lugar, lo cual provoca cierto eco.
Thomas se acerca a mí con sus gomas y se sienta al lado para asegurarse de que escuche lo que tiene que decir. Supongo que también para ponerse sus gomas, pero algo me dice que le importa más lo primero.
— Te conté cosas de Daniela y su familia para que específicamente no te acercaras a ellos, pero en vez de eso pareciera que te haya dado un imán para que por inercia fueras hacia ella— explica en tono neutro—. Para la próxima simplemente te daré con un bate de béisbol, tal vez así se despierten tus neuronas y empieces a escuchar consejos.
— ¿De qué hablas, Tommy?— me hago el desentendido.
— ¿De qué hablo, Scoi? Una cosa es que no me hagas caso, pero otra es que me hagas pasar por una especie de parlante que reproduce la misma cinta varias veces— trato de no reír ante tal similitud—. Últimamente, miras a Daniela como si fuera la Diosa del amor o algo parecido. Como si fuera la mermelada en tu sándwich de mermelada, el queso en tu pizza, la carne de tu hamburguesa, la salsa para tus espaguetis, la may...
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Prometo encontrarme © (Completa)
VampirosAdam Houchein perdió a su padre en un incendio de su antigua casa cuando apenas era un niño y desde entonces vive con su madre Elizabeth Houchein y su Tía, Samantha Clambet, en la gran ciudad de Nueva York. Su infancia y parte de su adolescencia la...