Capítulo 19 | Los nanorobots.

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Ya es de tarde, y yo aún no he hecho algo productivo.

Daniela se fue de mi casa hace aproximadamente una hora, justo después de que se asegurara que almorcé. Aunque técnicamente hace nada había desayunado. Ahora al parecer sí se está esforzando en cumplir su trabajo de niñera, tal vez porque se siente arrepentida o porque las palabras de mamá— penosas para mí— la hicieron entrar en razón. Aunque sigo pensando que tener una niñera a mi edad es algo extraño.

En fin, ella tenía que irse a su casa a terminar unos trabajos del instituto, pero me prometió venir mañana e iba a hacer todo lo posible para contarme las cosas antes de que yo entrara a un cortocircuito mental q sacar múltiples conclusiones a la vez.

Literalmente esas fueron sus palabras.

Ahora, estoy acostado cómodamente en el sofá viendo una serie acerca de vampiros. La vida de los protagonistas es muy trágica; todo se resume en muerte y sangre. Aunque esas palabras en realidad son las que definirían a esos seres. La trama es buena y en realidad siento que ya va por la mejor parte de la serie.

Pero, como siempre, alguien te interrumpe cuando te sientes emocionado por una serie. Generalmente son los padres, pero en mi caso es mi celular, el cual empieza a sonar en la mesita de madera de caoba. Y en realidad sí pensé en no contestar, pero el tono persiste.

— ¿Quién habla?— respondo de mala gana cuando agarro el celular.

Calma, tigre— escucho una voz varonil—. Soy yo, Augustus.

Y ahí es cuando mis ojos se amplían con sorpresa y luego me levanto de golpe del sofá. ¿Cómo pude haber olvidado que tenía una cita de videojuegos con Augustus? O más importante aún, ¿Desde cuándo pasaron los videojuegos a segundo plano de mi vida?

Nota mental; necesito un calendario o por lo menos aprender a usar con eficacia la alarma y no apagarla y posponerla cada vez que suena.

— Lo siento, Augus— alargo con arrepentimiento cruzando mi mente—. Pero olvidé por completo nuestra reunión.

Lo tenía en mente cuando te llamaba— confiesa y en mi rostro sólo se notaba la línea recta de mis labios—. Y Descuida, aún hay tiempo. ¿Le digo a mi chofer que te pase buscando?— cuestiona.

¿Chofer? Creo que no me debería de sorprender tanto.

— Por favor— contesto en una sonrisa.

Iría en el auto de mamá, pero Daniela me quitó las llaves para asegurarse de que no fuera a ver a Christine. Dijo que era por mi "seguridad" hasta que tenga el conocimiento de lo que eran las cosas. Lo que provoca que casi se me salga una vena de mi cabeza tratando de reprimir mis pensamientos acerca de lo que podrían ser esas cosas.

De acuerdo, él estará allá en quince minutos— avisa—. Así que prepárate.

— Bien, estaré listo— contesto para luego colgar y salir corriendo hacia mi habitación.

Como ya me acababa de bañar ésta mañana, sólo me cambio de ropa; colocándome unos vaqueros cualquiera, una camiseta negra, las primeras gomas que pude ver y mi apreciada chaqueta con estampado militar. Me coloco mis lentes, meto el celular en el bolsillo de mi chaqueta, agarro un poco de dinero de mis ahorros— ya que uno nunca sabe— y salgo de mi casa cerrándola tras de mí, para esperar al chofer de Augustus afuera.

No pasaron ni dos minutos cuando un gran y largo auto de color negro con varias ventanas se estaciona enfrente de la casa. La pintura brillaba con el reflejo del sol y en una de las puertas traseras se podía notar perfectamente una pequeña placa o símbolo de metal que decía Sprayberry.

Prometo encontrarme © (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora