CAPITULO UNO

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CAPITULO UNO


Los motivos

Le había gustado desde hace mucho tiempo.

La manera en movía sus manos cuando se encontraba nervioso, su fragancia sutil y sus expresiones aniñadas que a pesar de la edad mantenía. Le gustaba la manera en que inconscientemente fruncía el ceño cuando se encontraba frustrado, concentrado, angustiado.

Pero le gustaba también su sonrisa, esa expresión que rozaba a algo muy parecido a un milagro. Sus ojos atentos y la risa que se perdía en su campo de audición. Despertaban sus sentidos como un juego traicionero a perder, le gustaba cuando posaba un brazo sobre sus hombros y se apoyaba. Su aroma masculino y joven lo embriagaba, y sonreía como un idiota, como un torpe tonto que solo puede mirarlo de soslayo y sentir que ha encontrado la fuente de la felicidad.

Le gusta cuando tiene las palabras perfectas que decir, cuando lo apoya, cuando confía en él, le gusta sinceramente cada que se comporta como lo que es, un excelente amigo. Ese apoyo y muro en el que se puede arrimar sin miedo a caer. Le gusta más que todo su más preciado recuerdo cuando él sentado en la sala de ensayos un día de pronto miró hacía aquello que bloqueaba la luz sobre su rostro y lo encontró a él, sonriente y extendiendo su mano, pronunciando su nombre con un perfecto inglés «Hola soy Joshua, pero aquí en Corea me llaman Jisoo, ¿por qué no te unes a nosotros? Vamos a practicar unas cuantas coreografías de la banda favorita de Soonyoung»

Y habían más recuerdos como ese, por ejemplo en ese mismo instante Seungcheol había aparecido detrás de Jisoo, apoyándose en la espalda del otro y mirándolo igual de sonriente «Seguramente se trate de Shinee y sino es Shinee, es Super Junior» tanto Jisoo como Seungcheol habían reído divertidamente y para Jeonghan era un recuerdo valioso, eran sus amigos más cercanos. Sin embargo todo ese recuerdo lo acaparaba Jisoo y su gentil intento de todos los días por ayudarlo a integrarse al resto, su mano tomando la suya y el cálido sentimiento que lo abrigó cuando lo sintió por primera vez.

Un día cuando tenía diecinueve, Jeonghan había decidido hablarle a Jisoo de alguien que le gustaba. Alguien que no era otro más que el mismo Jisoo, pero era cobarde y aún no podía admitirlo ni siquiera en voz alta, así que había fingido tontamente el nombre de una chica, solo estaba curioso, curioso de saber que reacción tendría Hong y como lo tomaría, pero el muy tonto solo se había dedicado a sonreir y aconsejarlo. ¡Aconsejarlo! Como si el necesitara algún tipo de consejo cuando se sentía tan torpe y atrapado.

Al final nunca se había atrevido. Le gustaba demasiado como para soportar un rechazo.

Le gustaba tanto, que había preferido aceptar los sentimientos de Seungcheol, porque siempre era mejor tratar de enamorarse de alguien más que afrontar lo que sentía por su mejor amigo y luego hundirse en la depresión porque él no volviera a verlo de la misma manera. Aunque todas eran excusas sin sentido y él simplemente era un cobarde.

Un cobarde, que estaba casi enamorado de su mejor amigo.

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Ninguno de los personajes me pertenece, únicamente hago esto porque estoy loca.  

Breves rasgos de un gran (des)EnamoramientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora