Aprendiendo a volar

385 8 0
                                    

Era tarde y todos dormían. Este era el único momento en que la oscuridad podia reinar. El viento siempre fue su máximo seguidor y su admirador secreto. Todos sabian que ella no era normal, pero ella creia que era especial. -¿En qué creer cuando nada es lo que parece ser?- Se preguntaba ella, en caso de que eso llegase a suceder alguna vez.

Para ella, esta noche era como las demás.

Las ramas del árbol que había afuera de su habitación, en el segundo piso, se agitaban ferozmente con ganas de entrar, como si estuviesen siendo perseguidos, como si su existencia corriese peligro. Esas ramas formaban extrañas siluetas dentro de la habitación de Valentina creadas por la luna, que era otra seguidora de esta niña.

No le importaba encerrarse en las noches porque sin importar cuanto miedo tuviese no podía pedir ayuda a nadie en la casa. Todos parecían estar en contra de ella, no importara cuanto pidiese perdón y se humillase para que la aceptaran. Ya nada era igual. No después de lo que había hecho.

Para ella, esta noche era como las demás.

Como había sucedido en el último mes, no podía dormir. Algo azotó con fuerza la ventana. Pensó: "Solo son las ramas, como siempre." Cerró los ojos nuevamente y algo volvió a azotar la ventana, pero esta vez, más fuerte. Cerró sus ojos con más fuerza. La ventana se abrió de un solo golpe al igual que sus ojos cuando escuchó ese sonido. Se sentó alarmada mirando hacia todos lados sin encontrar respuesta, suspiró con frustración y se tiró a la cama de una vez. Sin importar el frío que tuviese, un calor se comenzó a arrastrar desde sus pies hasta su cuello; creyendo que era ella misma, lo ignoró. Con los ojos nuevamente cerrados y con la sabana hasta el pecho, una delicada pero extraña voz le susurra al oído:

-¿Me estabas buscando?

Un escalofrío horrible pasó por todo su cuerpo, que por poco la hace gritar, pero solo se puso la manta encima del rostro y fue ahi cuando abrió los ojos. Solo podia ver una sombra muy borrosa en la habitación que se movia de un lado a otro como si no tuviese pies. La sombra dejo de moverse y parecia que la estuviese vindo fijamente. Desapareció. Una mano de mujer le empezó a acariciar el cabello y susurró otra vez, pero más con una voz más juguetona:

-¿Quieres saber quién soy yo, verdad? Jajaja ... Entonces, sal de la casa y descubrelo con tus propios ojos.

No dudó ni un segundo, cuando ya estaba bajando las escaleras velozmente sin importar que llegase a hacer algún ruido. Salió al jardín y lo único que podia ver era la luz de la luna, tan hermosa y misteriosa como siempre había sido.

No podía ver nada. De pronto, una gran brisa pasó por sus pies desnudos; luego, sintió un pinchazo en la espalda que le hizo arrodillarse y gritar de dolor.

A los pocos minutos, mientras yacía en el suelo, el dolor se fue y su padrastro salió furioso para ver que sucedía. Ella lo miró fijamente con mucho miedo, se puso se pie cuando él ya estaba parado al frente de ella.

-¿Qué haces afuera a esta hora?

-Había algo en mi habitación que quería que saliera.

-¿Por qué será que no te creo?

-¡Pero es la verdad! ¡¿Por qué mentiría sobre eso?!

-¿Así cuando dijiste que tú no causaste el accidente?

-¡Ya les había dicho que yo no había sido yo!

Su padrastro no pudo más y le dio una bofetada en la cara, los ojos de Valentina se llenaron de lágrimas y de odio.

-No tienes ni idea de cuánto ha tenido que sufrir tu madre por todas tus mentiras.

Ella lo dejó solo en el jardín y subió directo a su habitación, solo para encerrarse junto a sus demonios, que, aún después de varios meses, todavía la perseguían. Lloró toda la noche mientras mordía su almohada con rabia para no ser escuchada.

Aprendiendo a volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora