Huyendo de la verdad

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Todos hicieron como si nada hubiese sucedido ayer. Nadie se dirigía la palabra. Esta mañana Josef decidió quedarse todo el tiempo en la habitación junto a su esposa impidiendo que alguna pudiese entrar. Ruth no quería hablar con nadie, ni con ella misma; Valentina estaba tan sumergida en sus pensamientos que no se percató de nada. Ambas estaban sentadas en la mesa sin decir nada cuando escucharon los gritos de Josef desde la habitación, las dos se pusieron de pie esperando una respuesta. Se escuchó su voz gritandole a alguien por el teléfono y le dijo:

-Sí. ¡Ella acaba de abrir los ojos! Por favor, ven lo más rápido posble. 

Él bajó las escaleras con prisa y ellas solo lo miraban con las bocas abiertas. 

- Ruth - Miró a su hija ignorando a Valentina - Hoy no podré llevarte al colegio por obvios motivos, si pudiste escuchar algo de lo que dice en el teléfono. - Soltó una risa y las miró a las dos. - En un momento va a llegar el doctor en una ambulancia para llevar a Helena al hospital y ver si puede reaccionar.

Se devolvió a la habitación, dejandolas en un eterno silencio causado por los pensamientos multiples que llegaban a sus cabezas. La cara de Valentina se iba tornando cada vez más alegre y llena de esperanza porque si su madre despertaba podría tener a alguien que de verdad le creyese. Mientras que la cara de Ruth se iba amargando cada vez y su expresión cambiaba en diferentes facetas, cada una más nerviosa que la otra.

-Si mamá despierta eso significa que...No, no, no, eso no va a pasar... - Hablaba consigo misma en voz baja hasta que salió corriendo de la casa sin decirle nada.

Unos instantes después, ella se percató y salió a buscarla afuera, cuando abrió la puerta vio que ella había desaparecido y que la ambulancia ya había llegado. Se paró junto a la entrada y vio como sacaban a su madre en una camilla sin hacer caso de su existencia. Esos ojos grandes y negros la miraban fijamente, por primera vez en meses, como si quisiera protegerla de algo pero no tenía las fuerzas suficientes para levantarse de la camilla y rodearla con sus brazos para que nadie le pudiese hacer daño. Como extrañaba esa miraba que lo decía todo.

Todos se fueron y solo quedó Josef cerrando todo para irse detrás de ellos. Él la miró en un pestañeo, pero fue suficiente para ver su rostro rojo y lleno de lágrimas, a punto de explotar. 

-Cuando ella despierte...Cuando ella...despierte.. - Trataba de decir ella con un nudo en la garganta.

-Cuando ella despierte, es posible que las cosas mejoren un poco...para todos. 

-No. - Dijo ella firme y mirando hacía la nada. - Cuando ella despierte, podrá decir lo que de verdad sucedió ese día y que yo no tuve la culpa. Ese día quiero que seas uno de los primeros en pedirme perdón.

Él la miró fijo unos segundos y no dijo nada, solo suspiró queriendo que lo que dijo fuera verdad y se marchó. Ella quedó sola viendo como todos se iban, tenía ganas de ir con ellos y poder cuidar de su madre, pero sabía que no lo permitirían; tendría suerte si la dejaban entrar al hospital.

Se pusó a caminar por las calles mostrando su lindo uniforme, no pensaba ir al colegio pero tampoco podía arriesgarse a ser vista en casa, miraba al interior de las tiendas por si su hermana estaba en una de ellas; no la veía en un lado y no contestaba su teléfono. "Tal vez está en la escuela", pensó. Aunque hubiese sido extraño ya que se fue a medio vestirse, eso la preocupaba aún más. "¿Qué sería de esa niña si estuviese vagando sola en las calles semi desnuda?" Se preguntaba mientras se desquitaba con sus uñas. Su mente se iluminó y pensó en ir al bosque, pero luego recordó del señor que la había atacado y sabía que ella no se iba a arriesgar a ir a ese lugar.

Se detuvo un momento y se quedó viendo la cicatriz en su brazo. "Desde anoche no he podido consiliar el sueño por esta estúpida cicatriz que no me deja tranquila, lo único que hace es causarme dolor. Sin importar cuánto miedo me causó ese hombre, sigo pensando en lo que dijo: Él sabía que yo no había causado ese accidente. Entonces, ¿quién lo hizo? Debo poner mis cosas en orden. ¿Qué es más importante, encontrar a Ruth o al señor que sabe que soy inocente?"

La decisión se tomó sin siquiera pensarlo y se dirigió corriendo hacía el bosque. Cada vez que se agotaba al correr, respiraba hondo y volvía a correr con más fuerza cuando recordaba por qué corría. Para saber la verdad, por supuesto. Si Ruth salió huyendo fue porque quería estar sola, si ella la encontraba se convertiría en una carga.

Llegó empapada en sudor cuando los primeros copos de nieve empezaron a caer sobre su cabello. Bienvenida, nieve. El sudor pronto se convirtió frío y comenzó a caminar con cuidado en medio de la nada en busca de alguien.

-¿Hola? Soy yo, Valentina. Estoy sola y quisiera hablar sobre lo de ayer...

La brisa comenzó a jalarla, pero se quedó clavaba en el suelo con la nieve iniciando a cubrir sus zapatos. Todo se quedó en silencio, hasta el viento se detuvo, la nieve era lo único que se movía. Escuchaba voces susurrando, pero nadie se asomaba, sus pies parecían estar clavados al suelo y no tenía la intención de moverlos.

-Qué bien que has venido por tu cuenta... - Dijo a lo lejos la voz familiar de una mujer, sabía que la había escuchado antes pero no sabía dónde. - Lamento decirte que tu propia hermana hirió a tu amigo.

Ella se dió vuelta y observó algo que inimaginable. "¡Tiene a ese pajarraco!" fue lo primero que vino a su mente al ver como la mujer sostenía por las patas al pájaro que se había metido la noche anterior a su cuarto. Siguió pensando y también se dio cuenta a quién le pertenecía esa voz. Era la mujer que la había visitado aquella noche.

-Tú...Eres quién apareció en mi sueño.

-Oh, querida. Eso no fue un sueño.

La mujer era radiante. Su cabello negro iba más abajo de los senos y tenía un vestido rojo puesto; era alta y delgada como una modelo. Tenía el nombre sangre escrito en todo su vestido y nada bueno la rodeaba, su presencia destacaba en todo el bosque. 

-¿Sabes quién causó ese accidente? - Preguntó nerviosa.

-Por supuesto que lo sé al igual que tú, pero no quieres recordar.

-No sé a qué te refieres. ¿Yo sé quién es?

-Claro que lo sabes.

-Tienes que decirme quién es, para hacerlo pagar por todo lo que he pasado.

-¿No te das cuenta? - Tiró el pájaro sobre la nieve y como si fuese alguna clase de magia, se desvaneció. Ella se quedó viendo el suelo pero ya no estaba. - No importa quién lo hizo. Lo que importa es lo que te va a suceder.

La mujer dio unos pasos elegantes para acercarse más a ella. Cuando ya estaban una al frente de la otra, se inclinó un poco  y dijo:

-Vas a sufrir, vas a sufrir mucho... Tienes poderes que se creían extintos en todo el mundo.

-¿Poderes?

-No cualquier clase de poderes, sino los poderes de un ángel.

-¿Un..ángel? ¿Yo?

La mujer alzó el brazo e hizo que ella cayera al suelo. Se agachó y comenzó a apretar su brazo izquierdo con fuerza hasta que las lágrimas fuesen derramadas, cuando la soltó, la cicatriz había desaparecido.

-Eres fuerte, por eso no puedo dejarte con vida.

Su mirada se tornó fría y el suspenso aumentaba. Por alguna razón creía en lo que decía esa mujer, pero el miedo le repetía que tenía que estar mintiendo que nada de eso era verdad.

-Como me caes bien, - Continuó la mujer. - Dejaré que tú misma te quites la vida antes de que empiece la transformación, si no lo haces mataré a tu bella hermana. Tienes hasta la media noche para hacerlo.

La empujó contra el suelo y se dispersó entre la nieve hasta que no quedase rastro de ella. 

No quería ni intentar levantarse, con eso que había sucedido, prefería quedarse tirada y morir del frío. El simple hecho de que alguien la amenazara con Ruth, la volvía loca. "Soy un ángel. ¿Cómo no pude salvar a mi madre y a mi hermana antes si era un maldito ángel?" Pensó mientras acariciaba la nieve a su alrededor. En cuestión de minutos, todo lo que se veía era blanco. Todo estaba cubierto por esa manta blanca a excepción de su cuerpo inmóvil.

Aprendiendo a volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora