Necesito salir de aquí, necesito escapar. Debí haberle pedido ayuda a ese hombre, pero si tan solo esa bruja no lo hubiese lastimado...No sé que va a suceder ahora, no quiero lastimar a nadie, no otra vez. Nadie va a sospechar de nada si permanezco en silencio, pero no sé si pueda callar este dolor por mucho tiempo. ¿En qué me estoy conviertiendo?
Se sentó en la tina y dejó que el agua fría limpiara su espalda mientras pensaba sobre todo, estos últimos días, lo único que hacía era pensar. Mientras se vestía, el ardor la molestaba y tuvo que colocarse su ropa más holgada para pretender estar bien. Ruth entró sin tocar con una sonrisa en su rostro y una paleta entre sus dientes que le hacía resaltar sus labios de color carmesí.
-¡Buenos días! - Gritó Ruth con tono dulce y una actitud contraria a la del día anterior.
-Shh... - Se acercó a ella y le cubrió la boca. - Josef te puede oír y voy a estar en problemas.
-Él se acaba de ir al hospital y no lo veré hasta la noche, si es que no se queda a dormir junto a mamá.
-¿La has...ido a ver?
-Sí, estoy yendo todos los días, aunque sea por sólo un momento. Deberías ir conmigo hoy.
-No es lo mejor. Lo que menos quiere tu padre es verme cerca de ella. Él cree que la voy a lastimar otra vez...
-No digas eso. Sólo es así porque la quiere mucho y no la quiere perder. Ni a mí me deja quedarme un día entero junto a mamá.
Ella se quedó en silencio porque cualquier cosa que decían siempre terminaba tocando el tema del accidente y ambas quedaban en un silencio incómodo, por lo que ella aprendió a quedarse en silencio primero.
-¿Quieres salir hoy?
-¡Por supuesto! Pero, ¿a dónde?
-No lo sé, ya se me ocurrirá algo y sí te portas bien, te compraré un helado.
Valentina se puso un short hasta la cintura con una blusa que le cubría las cicatrices y unas flats que hacían juego con su bolso de color pastel. Ruth, en cambio, se puso un vestido con estampado de flores y unas zapatillas de color beige. Hasta su forma de vestir era totalmente distinta.
Salieron a caminar por la acera, hasta que tomaron un taxi que las llevó a la avenida Freeview, lugar donde se estaba presentando el circo este invierno.
-No me gustan los circos.- Dijo Valentina, mientras pateaba la arena de la entrada.
-Que lástima. A mí me parecen muy entretenidos y bonitos.
-Eso es porqué sólo lo ves, pero no observas lo que hay detrás de eso.
-¿Por qué debería observar eso si soy más feliz viendo lo que hay frente a mis ojos?
Valentina sólo la vió en silencio, mientras pagaba su boleto y decidió no volver a tocar el tema otra vez.
Dieron unos pasos dentro del lugar y observaron como todo estaba repleto de nieve, pero aún así no parecía molestarle a las acrobatas que practicaban en trajes de látex o al hombre más fuerte que sólo usaba un pequeño calzón de leotardo y ni hablar del pobre león que estaba detrás de una carpa al que su entrenador intentaba alimentar con comida recién calentada.
-Es extraño venir al circo en invierno y sin nuestros padres.. -Dijo Ruth un poco triste.
-Me parece mejor porque te podré comprar muchos dulces sin que nos llamen la atención. ¿Qué te parece?
-Me parece bien. ¡Y quién sabe, tal vez podamos conocer chicos lindos.!
Compraron algodón de azúcar en el circo congelado y esa tarde, decidieron olvidarse de sus problemas.
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Aprendiendo a volar
Fantasia¿Cómo saber qué es bueno y qué es malo? ¿Cómo saber si confíar en la persona a la que siempre has protegido? Poderes inesperados con muchos secretos. Amor, traición, familia y un par de alas de color blanco.