Capitulo 2

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Tragué saliva y retrocedí unos pasos mirando nerviosa a mi alrededor.

- No, lo que se me tengas que decir que sea aquí. – Respondí sería. La agente cerró los ojos antes de responderme como si estuviera eligiendo las mejores palabras.

- Tenéis algún enemigo tú y... – No dijo el nombre de mi hermano, ni siquiera dijo " hermano" . – Que os quisiera hacer daño?

- Esta muerto, es eso. – Gruñí controlada pero mis movimientos era violentos. Me acerqué a ella como si ella lo hubiera matado y la mire fijamente a los ojos.

En ese instante un policía se acercó a la agente.

- Nos llevará un tiempo analizar toda esa carnicería, se ve que se ensañaron con... – La agente le dio un golpe al policía para que se callara y en ese momento el se dio cuenta de que estaba delante.  – Su hermana...

La agente puso los ojos en blanco y lo hecho de allí a patadas. Me tomo del hombro y me llevó a un coche patrulla.

- Sube delante. – Dijo amablemente. Yo obedecí pero por inercia, no sabía que me pasaba pero tenía la sensación de que todos mis sentimientos y emociones habían desaparecido. //

En lo que duró el trayecto hasta la comisaría apenas articule palabra pese a que notase como me miraba la agente.

- Me llamo Jill Cooper, soy Detective segundo de la policía. Elli se lo que os pasó, te entiendo pero tienes ser fuerte...

- La vida no nos vuelve fuertes, solo insensibles. – Fue lo único que le dije.

Al cabo de poco llegamos a la comisaría, nada más aparcó el vehículo baje. Jill me llevó a su despacho y me preparo algo para beber. De mientras tome asiento y me quedé mirando como me preparaba un café. Esa bebida no me gustaba pero le agradecía que me diera algo caliente, solo llevaba una camiseta de manga corta y una camisa de cuadros roja y negra, un pañuelo gris en el cuello, que no abrigaba mucho, y unos tejanos rasgados, no por moda sino de los viejos que eran, así que con las bajas temperaturas me estaba congelando viva. De pronto alguien se acercó  a Jill por detrás, era un hombre mucho más mayor que ella, a la agente le calculaba unos veintiséis o así, era una detective muy joven la verdad. No sé qué le dijo el hombre pues eso hizo cabrear un poco a Jill. Mientras discutían ella me miró y en ese justo momento nuestros ojos se encontraron, su mirada me inspiro seguridad, pero me hizo un gesto para que me volviese hacia delante y así lo hice. Hundí el rostro entre mis manos, cerré los ojos.

Al cabo de un rato entro Jill asustándome al abrir la puerta. Alcé la cabeza dando un respingo.

- Toma Elli. – Me dejo el café delante y tomó asiento. Al principio solo me miraba, o eso creía, pues me di cuenta de que estaba mirando tras de mí. Me giré levemente, ella se levanto y corrió las persianas.  – No tienes ni idea de cómo odio este despacho.

- Y eso? – Pregunté sin mucho interés.

- Has visto el hombre ese? Pues es el Oficial tercero de la policía de Pontiac y creo que la persona más detestada de aquí. Este era su despacho, el mío estaba al otro lado de la sala pero con las obras yo me quedé este y el el mío.

- Ya lo entiendo, te quedaste con el peor? – Dije riéndome a desgana.

- Si... Como estas?

No respondí y me limité a encogerme levemente de hombros.

- Elli vamos, si te sigues cerrando vas a salir muy perjudicada. Mi superior me dijo que llamara a servicios sociales. No querrás que lo haga, verdad?

- Me estás amenazando. – Replique tomando el café entre las manos.

- No lo hago, pero ellos lo aran. La única que puede ayudarte soy yo.

- No veo que me ayudes, solo haces tu trabajo. – Arguye antes de beber.

- Estoy intentando que te quedes en mi casa, al menos por un tiempo. – Respondió calmada mientras miraba como bebía.

- En tu casa? Porque arias eso?

- Se tu historia: el accidente de tráfico con tus padres, tenía que ser duro para vosotros y lo de esta noche...

No sabía qué responderle, deje el café en la mesa y me quedé mirándola. De súbito sentí como una pequeña gota resbala por mi cara a la vez que los ojos se me humedecían. Jill se levanto de la silla y me abrazo.

- Tranquila vamos...

Rompí a llorar en sus brazos como una niña pequeña. En cualquier otra circusntancia eso me había avergonzado gravemente pero ahora no me importaba. Era como si sus brazos y su pelo fuese lo único que impedía que aquellos recuerdos se agravarán más en mi mente y me destrozaran por completo. Ya no me quedaba nada.

- Detective Cooper. – La puerta del despacho se abrió de golpe y el Oficial entro. Jill se separó de mí pero dejó una mano en mi hombro. El oficial arrugo la nariz al ver aquello. – La muchacha puede ir a tu casa, no hay nada que diga lo contrario a menos que ella no quiera.

- Si quiero. – Afirme mirándolo a los ojos. – Quiero ir a casa de la Detective.

- Ten en cuenta que es provisional, hasta que los de servicios sociales le encuentren un hogar. – Dijo serio antes de desaparecer de allí como había entrado.

Mire a la detective pero ella estaba mirando a la puerta mordiéndose el labio inferior. Me hubiera gustado saber que pensaba en esos momentos.

- Oye Elli... Van a ser las cinco de la madrugada, supongo que estarás muriéndote de sueño. Nos vamos a casa?

Asentí  com la cabeza, tome el café y me levante. Jill acabo de ordenar unos papeles y dejó, en apariencia, ordenado el despacho, cogió su abrigo y nos fuimos a su casa.

Alma de escarchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora