Tragué saliva y retrocedí unos pasos mirando nerviosa a mi alrededor.
- No, lo que se me tengas que decir que sea aquí. – Respondí sería. La agente cerró los ojos antes de responderme como si estuviera eligiendo las mejores palabras.
- Tenéis algún enemigo tú y... – No dijo el nombre de mi hermano, ni siquiera dijo " hermano" . – Que os quisiera hacer daño?
- Esta muerto, es eso. – Gruñí controlada pero mis movimientos era violentos. Me acerqué a ella como si ella lo hubiera matado y la mire fijamente a los ojos.
En ese instante un policía se acercó a la agente.
- Nos llevará un tiempo analizar toda esa carnicería, se ve que se ensañaron con... – La agente le dio un golpe al policía para que se callara y en ese momento el se dio cuenta de que estaba delante. – Su hermana...
La agente puso los ojos en blanco y lo hecho de allí a patadas. Me tomo del hombro y me llevó a un coche patrulla.
- Sube delante. – Dijo amablemente. Yo obedecí pero por inercia, no sabía que me pasaba pero tenía la sensación de que todos mis sentimientos y emociones habían desaparecido. //
En lo que duró el trayecto hasta la comisaría apenas articule palabra pese a que notase como me miraba la agente.
- Me llamo Jill Cooper, soy Detective segundo de la policía. Elli se lo que os pasó, te entiendo pero tienes ser fuerte...
- La vida no nos vuelve fuertes, solo insensibles. – Fue lo único que le dije.
Al cabo de poco llegamos a la comisaría, nada más aparcó el vehículo baje. Jill me llevó a su despacho y me preparo algo para beber. De mientras tome asiento y me quedé mirando como me preparaba un café. Esa bebida no me gustaba pero le agradecía que me diera algo caliente, solo llevaba una camiseta de manga corta y una camisa de cuadros roja y negra, un pañuelo gris en el cuello, que no abrigaba mucho, y unos tejanos rasgados, no por moda sino de los viejos que eran, así que con las bajas temperaturas me estaba congelando viva. De pronto alguien se acercó a Jill por detrás, era un hombre mucho más mayor que ella, a la agente le calculaba unos veintiséis o así, era una detective muy joven la verdad. No sé qué le dijo el hombre pues eso hizo cabrear un poco a Jill. Mientras discutían ella me miró y en ese justo momento nuestros ojos se encontraron, su mirada me inspiro seguridad, pero me hizo un gesto para que me volviese hacia delante y así lo hice. Hundí el rostro entre mis manos, cerré los ojos.
Al cabo de un rato entro Jill asustándome al abrir la puerta. Alcé la cabeza dando un respingo.
- Toma Elli. – Me dejo el café delante y tomó asiento. Al principio solo me miraba, o eso creía, pues me di cuenta de que estaba mirando tras de mí. Me giré levemente, ella se levanto y corrió las persianas. – No tienes ni idea de cómo odio este despacho.
- Y eso? – Pregunté sin mucho interés.
- Has visto el hombre ese? Pues es el Oficial tercero de la policía de Pontiac y creo que la persona más detestada de aquí. Este era su despacho, el mío estaba al otro lado de la sala pero con las obras yo me quedé este y el el mío.
- Ya lo entiendo, te quedaste con el peor? – Dije riéndome a desgana.
- Si... Como estas?
No respondí y me limité a encogerme levemente de hombros.
- Elli vamos, si te sigues cerrando vas a salir muy perjudicada. Mi superior me dijo que llamara a servicios sociales. No querrás que lo haga, verdad?
- Me estás amenazando. – Replique tomando el café entre las manos.
- No lo hago, pero ellos lo aran. La única que puede ayudarte soy yo.
- No veo que me ayudes, solo haces tu trabajo. – Arguye antes de beber.
- Estoy intentando que te quedes en mi casa, al menos por un tiempo. – Respondió calmada mientras miraba como bebía.
- En tu casa? Porque arias eso?
- Se tu historia: el accidente de tráfico con tus padres, tenía que ser duro para vosotros y lo de esta noche...
No sabía qué responderle, deje el café en la mesa y me quedé mirándola. De súbito sentí como una pequeña gota resbala por mi cara a la vez que los ojos se me humedecían. Jill se levanto de la silla y me abrazo.
- Tranquila vamos...
Rompí a llorar en sus brazos como una niña pequeña. En cualquier otra circusntancia eso me había avergonzado gravemente pero ahora no me importaba. Era como si sus brazos y su pelo fuese lo único que impedía que aquellos recuerdos se agravarán más en mi mente y me destrozaran por completo. Ya no me quedaba nada.
- Detective Cooper. – La puerta del despacho se abrió de golpe y el Oficial entro. Jill se separó de mí pero dejó una mano en mi hombro. El oficial arrugo la nariz al ver aquello. – La muchacha puede ir a tu casa, no hay nada que diga lo contrario a menos que ella no quiera.
- Si quiero. – Afirme mirándolo a los ojos. – Quiero ir a casa de la Detective.
- Ten en cuenta que es provisional, hasta que los de servicios sociales le encuentren un hogar. – Dijo serio antes de desaparecer de allí como había entrado.
Mire a la detective pero ella estaba mirando a la puerta mordiéndose el labio inferior. Me hubiera gustado saber que pensaba en esos momentos.
- Oye Elli... Van a ser las cinco de la madrugada, supongo que estarás muriéndote de sueño. Nos vamos a casa?
Asentí com la cabeza, tome el café y me levante. Jill acabo de ordenar unos papeles y dejó, en apariencia, ordenado el despacho, cogió su abrigo y nos fuimos a su casa.
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Alma de escarcha
AdventureImagina te por un segundo que desde hace cinco años eres huérfana, imagínate que desde hace cinco años vives bajo la tutela de tu hermano mayor, imagínate que tras regresar a casa una noche te encuentras con toda una división de la policía y sabes q...