Era increíble lo que la vida tenía en contra de mí, justamente estaba gozando del alcohol, de la compañía de mis amigos más cercanos y de la música que reinaba en mi Spotify. Pero aquello se fue por la borda cuando unos relámpagos empezaron a dominar el cielo, haciendo que éste tomara un color blanquecino puro mientras las nubes arrojaban toda el agua que habían retenido. La manera en que lo hacían era brusca y violenta, tanto que no tardé en quedar húmedo del torso para arriba. Estaba aterrado. Por suerte corría con el consuelo de uno de mis mejores amigos allí presente, pero, debido a la intensidad de la tormenta la luz empezó a parpadear constantemente cada cinco minutos, aproximadamente, hasta que el escaso mantenimiento en las máquinas de energía por parte del gobierno se hizo presente haciendo que se fuera por completo.
No pude ocultar más mi miedo, empecé a sollozar suavemente para mis adentros e intentaba limpiar cada lágrima que salía sin mi permiso. Pasaron unos treinta minutos en eso, incluso empeoraba a la par de los rayos, y lo peor del caso es que debía irme a casa en esa situación. Tomé mis cosas con las manos temblorosas, despidiéndome de algunas personas al mismo tiempo ya que no quería demostrar lo asustado que estaba. Subí a la camioneta de mi padre y ésta no tardó en emprender camino a casa, donde tuvimos que entrar a máxima velocidad puesto que gran parte del patio estaba inundado. Empujé la puerta con fuerza, buscando sin control alguno el encendedor para alumbrar la habitación con un gran velón que solía estar encima de del mesón. Una vez hecho ésto, me despoje de cada prenda que tenía sobre mí con el fin de buscar un aliento helado en el ambiente entre tanto calor que provocaba la humedad. Me tocaba dormir en el suelo, corriendo el tonto riesgo de encontrarme con algún insecto capaz de hacerme gritar y hacer el mismo escándalo de un relámpago e incluso peor. En resumen, cada vez que intentaba retomar el sueño un fuerte relámpago me carcomía del miedo. Y cuando digo fuerte me refiero a uno fuera de lo común, como si fuera capaz de dividir la tierra en dos.
A eso de las tres de la mañana seguía despierto, hora en que llegó la luz. Se suponía que por fin podía dormir, ya la tormenta se había esfumado y ni cuenta me di por andar escuchando música toda la madrugada. Pero no podía, el insomnio se hizo presente hasta a eso de las cinco de la mañana. A fin de cuentas, desperté luego de tres horas. Enterándome de que uno de los relámpagos había provocado un incendio muy cerca de donde vivía, quemando varias cajetas de la compañía encargada de brindar los servicios de Internet y telefonía a nivel nacional. Por ende, gran parte de mi parroquia ha quedado incomunicada hasta que esa gente se digne a suplantar las cajetas quemadas por unas totalmente nuevas. Hoy treinta y uno de Agosto he oído que ya se han llevado la cajeta perteneciente a mi cuadra, pero aún no tengo conocimiento alguno de cuando colocarán la nueva puesto que tienen que reemplazar todo el cableado subterráneo antes de eso. Tomará su tiempo, mucho más con las protestas y marchas que empezarán mañana para reclamar el revocatorio por el cambio presencial.
A lo que quiero llegar con ésto es a que no tengo idea de cuándo voy a volver a estar establemente contigo. Apenas y tendré los sábados para ir a casa de mis tíos por cuatro horas y hablar contigo cada segundo que deriva de ese lapso de tiempo. No mereces estar sola por cosa de un país ajeno al tuyo, preocuparte (porque sé que lo estás, cinco casi seis días sin saber de mí. Teniendo en cuenta de que prácticamente me fui sin avisar) por algo que se me escapa totalmente de las manos. Amor, yo te extraño muchísimo. Cada segundo me la paso pesando en como estarías, si escuchas las playlist en las que tanto te esforzaste solamente por mí, si andas hablando con Hanna al respecto. Todo, cada segundo mis ánimos van abajo porque no te tengo a ti; a la única persona capaz de enamorarme con una palabra, un gesto. Pero también tengo miedo, impotencia.
Prácticamente voy a dejarte a la deriva sin poder hacer nada, y muchas cosas pueden pasar. Cualquiera mejor que yo pueda venir y enamorarte, aprovechando mi ausencia para ganarte segundo a segundo como yo lo hice. Me duele, sabes, he llorado éstos días por esa idea que no sale de mi cabeza. No tengo si quiera tu consuelo, tus palabras contradictorias afirmando que eso nunca sucederá, que me amas más que a todo en el universo.
Apenas he terminado aquel escrito que me enviaste (en el cual tardé dos días, lo tomé como la propuesta perfecta, pero ya ni sé si podré hacerlo), no he bebido, ni me he lastimado mediante los cortes. No puedo porque no te saco de mi cabeza, eso no cabe entre el gran pensamiento continúo de perderte que incluso hace mucho más daño que eso. No lo sé, Julieta, te juro que no sé que hacer para atarme a ti y no alejarme nunca más. Éstos cinco días han sido una tortura para mí, y lo peor es que apenas va empezando.
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Síntomas de un enamorado.
PuisiPequeños relatos sobre amor, en los cuales se expresarán diversos sentimientos y sensaciones en orden aleatorio.