Capítulo 4.

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A la mañana siguiente del seis de junio, hice mi rutina matutina. Estaba por terminar el almuerzo cuando les notifiqué a mis progenitores que saldría a tomar mi habitual paseo de treinta minutos. Como siempre, ellos no respondieron y continuaron con la plática que tenían.

Durante la noche pensé en Dereck. Como no había tenido contacto con nadie más no quería que él tuviera una mala impresión de mí, así que decidí volver al lugar donde nos conocimos.

Llegué un poco exhausta porque había corrido todo el trayecto, así llegaría un poco antes y tendría más tiempo de charlar con él.

Dereck estaba sentado en una piedra enorme cerca del lago, miraba hacia el horizonte perdiéndose en sus colores.

—Hola.

Volví a sorprenderme cuando habló, aún seguía de espaldas a mí y no entendí cómo pudo verme.

—Tranquila, no soy brujo si es lo que piensas. Es sólo que tu respiración está muy agitada y delata tu presencia.

—Ahh.

Fue lo único que respondí.

—Ven, quiero que veas algo conmigo.

Al principio dudé. Pero después me armé de valor y subí a la roca ayudada por el caballero de la sonrisa hechizante.

Me senté a su lado y pude sentir la calidez que irradiaba su cuerpo.

La vista era impresionante, a lo largo, se extendía una planicie muy hermosa. Y más allá habían unas colinas. Era la representación de la belleza, la naturaleza.

—Me encanta venir aquí y poder observar el paisaje. Es hermoso y revitalizador.

—El paisaje es muy hermoso. Dices que vienes aquí, ¿desde cuándo?

—Lo he estado haciendo desde hace unos días. Mis padres tienen una pequeña cabaña a unos metros de aquí, estamos de vacaciones. ¿Tú no habías venido?

—No. Vivo en una fortaleza, mis padres no me dejan salir mucho. Sólo tengo treinta minutos de descanso entre tanta rutina, los aprovecho para buscar el amor.

—¿Buscar el amor?

—Sí, leí en una novela que el amor no está dentro de una torre o una fortaleza, que debemos salir a buscarlo. Eso es lo que estoy haciendo.

—Entonces todos los días, durante treinta minutos, buscas el amor.

—Hasta el momento no he tenido éxito. Tú ¿también buscas el amor?

No respondió inmediatamente. Me miró un poco extraño, como mofándose de mí. Después se levantó y me hizo señas para que lo siguiera.

—Ven conmigo —dijo dándome su mano.

—No puedo, debo volver para mi próxima clase.

—¿No estás cansada de esa monotonía?

—Por supuesto que sí. Pero debo volver.

Bajé de la gran roca en la que estaba sentada y caminé hacia la fortaleza. No me giré en ningún momento y Dereck tampoco me siguió.

Cuando llegué, tomé mis clases como siempre y luego cené con mi madre. Papá había tenido que salir de urgencia por cuestión de trabajo, lo que quería decir que nuestra hora de lectura se anulaba.

Fui directo a mi habitación. Como tenía mucho tiempo que no salía al balcón, tomé un suéter y salí. Afuera hacía mucho frío, pero me quedé observando el cielo nocturno. Recordé a Dereck.

Él era muy hermoso y misterioso. Ese aire enigmático lo hacía más atractivo.

Mientras veía el cielo, pasó una estrella fugaz. Me pareció muy bonita, pero yo era escéptica en esas cosas y no pedí ningún deseo. Sino que recordé mi nombre. "Nova". Según lo que había leído, era la etapa de evolución de una estrella en la que aumenta su brillo considerablemente.

Yo me sentía sin brillo, apagada. Me sentía programada. Como si fuera un robot y no pudiera brillar por mí misma. Era la marioneta de mis padres, pero no podía hacer nada. No conocía más allá de los jardines de esta casa, era ridículo pensar que podría escaparme; y en caso de que eso sucediera ¿a dónde iría?. No tenía ningún lugar. Debía quedarme aquí cautiva.

Me fui a acostar porque ya estaba agotada.

A la mañana siguiente papá ya estaba desayunando con nosotras. Me comunicó que esta noche retomaríamos la lectura.

Tomé mis clases particulares como todos los días. Estábamos repitiendo una lección de los ecosistemas y niveles tróficos, ya la había visto muchas veces, pero Biología era mi materia favorita y presté suma atención.

Cuando llegó la hora del almuerzo, fui al comedor. En la gran mesa estaban distribuidos los tres lugares de siempre. Me senté en el que me correspondía y comí en silencio.

Mis treinta minutos llegaron, y yo no sabía si salir a dar mi paseo, o esperar a mi maestra de Ballet. Al final, opté por salir.

Mi Utopía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora