El regreso {Los juegos del hambre ♡}

Capítulo 14

Capitulo 14

Ya ha anochecido, he conseguido cazar un par de conejos y una ardilla mientras Juncus ha cogido bellotas y bayas que asegura no son venenosas, y eso es lo que estamos cenando, aun que he hecho la fogata por donde he cazado para no delatar nuestra posición de esta noche.

Aparte del cañonazo que ha sonado por la muerte de Beth no ha sonado ningún otro, lo cual no es bueno, quiero decir, no es buen espectáculo y por tanto traman algo.

Como ayer decido hacer la primera guardia, aunque los chicos protestan porque llevo despierta todo el día, pero me da igual, lo prefiero así. Suena el himno haciendo que alce la cabeza para ver los muertos de hoy aunque se que es Beth, ahora solo quedamos el distrito 1, 2, 3, 11 y 12 enteros, después esta Ken, el chico del 5, Juncus y finalmente la chica del 6. Esto se esta complicando teniendo en cuenta que de catorce seis forman el grupo de los profesionales y cuatro (contando a Ken) somos nosotros, eso solo deja a cuatro fuera. Tenemos mucho que hacer.

Pasa el rato y todo esta oscuro, Evan y Juncus están en sus sacos de dormir junto a unos arbustos mientras que yo estoy junto al riachuelo, desde aquí se puede ver la "luna" llena, es una vista bastante impresionante aunque no sea real. Dan como las doce de la noche cuando se empieza a escuchar movimiento en la quietud de la noche, frunzo el ceño, suena como si los animales supieran que algo malo va a pasar. Pasan los minutos y todo se vuelve silencioso de nuevo, lo que hace que frunza más el ceño. Me levanto de mi lugar junto al rio y miro alrededor con la ballesta preparada por si acaso, los minutos se hacen eternos pero ahí esta, la señal, un aullido tras otro, un escalofrío que me recorre de pies a cabeza.

Sin tiempo que perder me lanzo a despertar a los chicos, me miran con cara asesina hasta que como yo oyen los aullidos que provienen de las profundidades del bosque. Recogemos todo y empezamos a caminar hacia el este donde estaba la cornucopia, quizás no sea el sitio más seguro pero no quiero encontrarme con los lobos. Cuanto más caminamos más pisadas y aullidos se escuchan, cada vez más cerca, lo que me pone nerviosa. Después de todo puede que no salga viva por culpa de unos malditos lobos, son más rápidos y si son una manada lo suficientemente grande es improbable que salga viva por mucho que luche.

Las pisadas se escuchan demasiado cerca asique les hago una seña para que corran tan rápido como les sea posible, Juncus es capaz de mantener mi ritmo pero a Evan parece costarle asique muy a mi pesar decelero para ponerme detrás suyo y no perderlo de vista. Los aullidos empiezan a desaparecer para convertirse en gruñidos bajos, lo que me hace pedirle a Evan que corra más rápido. No pasa mucho cuando las pisadas las escucho junto a mi. Miro a mi lado pero no veo nada, ni si quiera con la luz de la luna, está demasiado oscuro. El sonido de las patas es amortiguado por el ruido de los arbustos junto a mi. Sin darme cuenta me detengo mirando a los arbustos, ahora quietos, apunto con la ballesta esperando. Veo un pequeño movimiento en la parte trasera de estos lo que me hace reaccionar disparando una flecha y es cuando veo como las fauces del lobo salen de entre los arbustos con la flecha atravesada y cae muerto al pasto con un pequeño quejido.

Empiezo a correr buscando a los chicos que no se habrán dado cuenta de nada y no tardo mucho en encontrarlos, Evan esta a 500 metros de mi, acelero un poco mi paso para alcanzarlo pero se me cruza un lobo en el camino por lo que freno de golpe con la ballesta en alto.

–¡Li!– Evan grita horrorizado cuando ve al lobo que le da la espalda y me gruñe en posición de ataque.

–Corre y no pares.

–¿Estás loca? No te vamos a dejar sola.–veo a Juncus detrás de él, le doy una mirada significativa, su cara es todo un poema pero asiente.

–No tenemos jodido tiempo para tus mierdas, ¡largaos! Estaré bien, ahora os alcanzo.–con eso poso mi mirada en el lobo que ha dado unos cuantos pasos hacia mi aun evaluándome y gruñéndome bajo. Me muestra sus afilados colmillos babeando, como si fuera la comida más deliciosa del mundo. Sus ojos son de un amarillo que evoca al sol, su pelaje completamente negro. ¡oh! ¿Se me ha olvidado mencionar que es enorme? Sí, será como de mi altura cuando los lobos normales no superan mi cadera, pero ahí está, frente a mi, esperando a comerme.