Sólo un Juego

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Sobre un caballo, un joven avanzaba con mirada cansada, el rostro pálido y ceniciento. Los ojos se le cerraban por momentos y sostenía las riendas como si fuera su único propósito en la vida, lo único capaz de salvarlo. Su rostro se contorsionó de repente en una mueca de profundo sufrimiento, los ojos se abrieron, la boca se crispó y abrió y todos los músculos de su cuerpo se tensaron. Inhaló su último aliento de repente mientras caía de frente al piso. El caballo huyó. La lanza asesina sobresalía de su espalda.

Un perro ladró a lo lejos.

A un kilómetro de allí, el horror se cernía sobre la consciencia de una muchacha, sus ojos se aguaron con el recuerdo del ser querido que ya no estaba y abrazó su pecho de dolor mientras caía de rodillas sobre el suelo. El grito que rompió el aire le puso los pelos de punta al mismísimo Diablo, que se deleitaba con las vueltas del destino. Su padre había muerto de un paro cardíaco media hora antes, la ayuda nunca había llegado.

Las lágrimas que caían de sus mejillas bañaron la tierra.

En el medio del cielo, los ojos del paracaidista se cerraron con fuerza al comprobar que su paracaídas estaba roto. El aire golpeó con violencia su rostro, mientras las manchas del piso se agrandaban y ganaban detalles. Su corazón golpeó con fuerza en su pecho, parecía flotar. Se hizo uno con el aire, con la vida. Los recuerdos atravesaron su cerebro en cuestión de segundos, las pruebas de una vida vivida. El suelo se acercó vertiginoso, un segundo se convirtió en todo. Era todo. Era nada.

El golpe sordo resonó en el aire, pero nadie lo escuchó.

El conductor de un colectivo declaró ante un policía. No era su culpa, el semáforo estaba verde, sin embargo la niña había cruzado igual. Alguien le había visto perseguir una mariposa inocentemente, luego sólo pudo verse la mancha roja sobre el pavimento. El dolor de la madre sobre su cuerpito, envuelto en una bolsa negra, destrozado, inundó el aire. Debía llorar, pero no lo hizo, su dolor era completa e inentendiblemente más profundo.

El policía esposó al conductor.

—No, no me gusta la combinación. Empecemos de nuevo— el Destino, desde su rincón incorpóreo del universo, juega con la vida de las personas.

Cuatro consciencias vuelven a su cuerpo, el impulso nervioso se reactiva, los ojos despiertan vivaces, el dolor se borra de la memoria.

El juego vuelve a empezar.


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⏰ Última actualización: Jan 22, 2017 ⏰

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