Capítulo 13.

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Al día siguiente, Silvia se levantó, muy feliz y muy motivada. Se puso ropa deportiva y bajó al gimnasio. Cuando terminó su rutina, regresó a su habitación, se metió a bañar y se vistió de manera sencilla. Después de desayunar, decidió salir a caminar y comprar algunas cosas que necesitaba.

Fue de tienda en tienda comprando lo indispensable. Hasta que comenzó a darle hambre. Fue a dejar las cosas que había comprado al carro, y finalmente entró a un restaurante-bar.

Comió tranquilamente, hasta que en la parte de hasta a tras del restaurant, escuchó un vaso romperse. Volteo y ahí estaba Jorge, riendo con una mujer sentada en sus piernas.

Siento un escalofrío recorre le la espalda. Siento una inmensa rabia. Quería gritarle sin importar cuánta gente estuviese ahí.
No estaba en su derecho, pero realmente creía que podrían llegar a tener algo más que una "amistad".

¿Cómo era posible que el día anterior le dijera cosas bonitas, si al día siguiente estaría con otras mujeres? ¡Claro! Tenía razón, era igual con todas. Todos los hombres eran iguales.

Quería que él la viera. Se paró y se dirigió hacia él. Quitó a la mujer rubia, y le tomó la mano llevándolo hacia la parte de la terraza en donde no había nadie.

—Ahora resulta que eres como pensaba.

—¿Cómo? —respondió indiferente.

—Eres la peor persona que he conocido —dijo evidentemente enojada y la actitud de él hacía que su enojo aumentara.

—¿Y qué esperas que haga?

—Jorge, por favor, no sigas —dijo; desesperada—. ¡¿Que te pasa?!

—Nada que sea tu problema. Estaba feliz hasta que llegaste.

—Pero... —la voz se le quebró—. ¿Sabes qué? Fui una ingenua al creer que podríamos a llegar a ser...

—¿Novios? Tú me odias, al igual que yo; así que no le veo caso. Ya me voy, que seas feliz.

Silvia estaba al bordo de las lagrimas. Sentía que se comenzaba a marear; se recargó en una de las sillas más cerca. A través de la ventana veía como Jorge besaba a la mujer que estaba con él hace unos instantes.

Silvia despertó en su cama con la respiración agitada. Se sentó. Había sido solo un mal sueño. Una pesadilla. Se recostó nuevamente. Tomó su celular y eran las 4:23 am.

La imagen de Jorge besando a otra mujer seguía y, cada segundo que pasaba empeoraba.
A pesar que ella sabía que solo era un sueño, era inevitable sentir celos.

Lo admitía, eran celos. No quería que él estuviera con otra. No quería que él besara a otra. No quería él abrazara a otra. Ya no estaba dispuesta a hacerle caso a la razón; a él no lo iba dejar ir.

Sintió esa gran necesidad de ver a Jorge, pero aún faltaban aproximadamente 2 horas para que amaneciera. Realmente quería saber que él la quería como ella a él.

Cada minuto que pasaba trataba de convencerse que era un sueño y que probablemente eso no sería verdad, o eso es lo que no quisiera.

El tiempo sentía que era una eternidad y, no hacía más que dar vueltas en la cama. Se desesperó y decidió bajar por un vaso de agua al bar. Trató de tranquilizarse y volvió a su habitación, puso música y trató de concentrarse en estudiar las próximas escenas que le tocaba de su personaje.

El Fuego de Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora