seven

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Era un día frío y el cielo se veía gris; un día triste.

Verónica caminaba por las calles de la gran ciudad, llena de tristeza y soledad. Preguntándose así misma como es que aun no puede superar lo que paso. Es que, ¿como no se dio cuenta de ello antes? Era simplemente estúpido. Una persona no puede cambiar de la noche a la mañana.

Llevaba cierto tiempo saliendo con Michael Clifford, uno de los chicos más solicitados de la escuela.
Se le hizo increíble el hecho de que el jamás la notara y que de pronto estuviera tan atraído por ella. Pero Verónica, tan inocente e ingenua, se cegó por el amor que le tenía al chico.

Ella se enamoro de el desde que lo vio por primera vez en el pasillo de la escuela.
Su cabello teñido de rojo, sus ojos de un color divino, su pálida piel, su risa, todas esas cosas por las cual ella se enamoro.

La primera vez que Michael se acerco a ella, su corazón se acelero de una manera increíble, su cabeza empezó a dar mil vueltas y sus palabras no tenían sentido alguno.

"Hey, tu eres Verónica, ¿cierto?"

Esas fueron las palabras de Michael hacia ella y lo único que Verónica pudo decir fue: "E-eh, mmh, si, cla-claro"

No estando segura de si le estuviera hablando a ella, aunque el mismo Mike haya pronunciado su nombre.

Desde ese día, el teñido acechaba a Verónica de una manera, no tenebrosa, sino más bien de una manera protectora.
Ella creía que el quería que se sintiera segura, a salvo. Pero la pobre chica no entendía que el lo único que el quería y necesitaba era a ella en su cama, para así tenerla de piernas abiertas para después poner su nombre en una ridícula lista. Claro que ella no sabe de esa lista.

Mientras caminaba perdida en sus propios pensamientos, no se dio cuenta de que una pequeña niña se dirigía a ella en una bicicleta sin control alguno.

Se escucho el grito de la pequeña niña asustada y el golpe que ocasiono su trasero al ser atacado por el duro cemento de la calle.

Hizo una mueca de dolor y maldijo por lo bajo, esperando que la niña no la hubiera escuchado, aunque si lo hubiera hecho le daba igual.

La pequeña comenzó a llorar desconsoladamente, pidiendo a gritos a su papá.

Un señor no muy mayor se acerco a la pequeña y la ayudo con su bicicleta para después tranquilizarla diciéndole que todo estaría bien, mientras que Verónica solo se dedicaba a ver.

"Ten más cuidado por donde vas, muchacha" el señor le reprocho a Verónica y ella se quedo sorprendida.

Ni siquiera fue su culpa, fue culpa de la tonta mocosa.

"Eso debería decírselo a la niña, no a mi" su tono demostraba algo de desprecio y enojo.

Con la pequeña cantidad de dignidad que le quedaba, se levanto del suelo y comenzó a caminar de nuevo, pero esta vez con un leve dolor en su trasero.

"¿Te encuentras bien?"

La risa y voz de el hizo eco en su cabeza. Era como si mil cuchillos atravesaran su corazón, y dolía mucho, pero aun así no la dejaban morir.

"Si" fue cortante con su respuesta, demostrando ningún sentimiento.

"Si quieres puedo darle un masaje a tu trasero para que así deje de dolerte" el tono en su voz burlona no le inspiraba nada de confianza a Verónica.

No podía negar que era una propuesta encantadora, pero debía resistirse y ser fuerte ante sus palabras.

Volteo hacia el y le dijo: "Déjame en paz y no vuelvas a dirigirme la palabra."

Dicho eso, comenzó a caminar rápido, con sus lagrimas que amenazaban de salir por sus ojos.
Se reprimió a si misma por ser tan débil, pero se felicitó por haber ignorado a Michael.

Ya no escuchaba más pasos detrás de ella. Respiró hondo y dejo caer una lágrima, limpiándola rápidamente con la manga del suéter que traía puesto.

Su casa ya no quedaba tan lejos de donde estaba, así que no se tardo más de cinco minutos en llegar a ella.

Una ve frente a su puerta, saco las llaves y metió la correspondiente en la cerradura para quitarle el candado, la abrió y entro.
Antes de cerrar la puerta, una mano la detuvo con fuerza para evitar cerrarla.
Con confusión, Verónica miro a la persona y de nuevo su cabeza comenzó a doler.

"¿Necesitas algo, Michael?" Pregunta Verónica con frialdad.

"Me gustaba más cuando me decías cariño" dice Michael con una voz nerviosa mientras rasca la parte de atrás de su cabeza.

Verónica suspira pesadamente y rueda los ojos.

"No estoy de humor para tus juegos, Michael. Por favor, vete"

Verónica le suplicaba con la mirada a Michael y el capto enseguida.
Rendido, dio media vuelta y se retiró de la casa de Verónica.

La verdad es que Michael estaba en una banca sentado y se aburrió demasiado y fue en el momento cuando vio a la chica a lo lejos y decidió ir a molestarla un poco. Y sin dudas, se divirtió, aunque esperaba más acción. Tal vez un beso o algo así.

Pensaba en la primera vez que ella lo llamo así, cariño. Fue un momento muy vergonzoso y gracioso para el, pero obviamente el no podía burlarse de ello o arruinaría al plan.

"Te quiero" decía Verónica al teñido.

"Yo más, preciosa"

Michael acariciaba su mejilla y ella cerraba los ojos al delicado tacto de el.

"Eres lo mejor de mi vida, Cariño"

Verónica lo decía de corazón, mientras que Mike trataba de reprimir las ganas de reír y mejor la beso.

Esa misma tarde llamo a su amigo Calum para burlarse de ello y para nada se sintió mal por haberlo hecho.

Que patán.

GIRLS TALK BOYSWhere stories live. Discover now